Capítulo 9

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La tranquilidad de las últimas semanas habían sido truncadas a causa de esa estúpida demanda de Dorian Craig. No obstante, jamás permitiría que la celebración en honor a David se viera perjudicada.

Él se mantiene más inmerso en su trabajo que siempre. Lo cual agradezco en cierto sentido porque me ha permitido poder planificar la sorpresa. Por otro lado, siento que esa demanda fue más perjudicial de lo que quiere que piense. De igual forma todo eso me ha motivado a organizar algo muy especial para él. Quiero regalarle un día en el que pueda olvidar todo aquello que le preocupa. Es lo mínimo que puedo hacer por mi esposo y tomando en cuenta que es un hombre que prácticamente lo tiene todo, debo esmerarme el doble.

- Señora Eileen. Amelia Sapir acaba de llegar y pregunta por usted. - anunció Nancy cuando entró a mi estudio.

No esperaba ninguna visita el día hoy. Mucho menos recibir a Amelia un sábado por la mañana sobre todo cuando David está en Vancouver por negocios.

- Díle que bajo en unos minutos.

- De acuerdo. - dijo y salió del estudio.

No me molesté en apagar la macbook, simplemente cerré los archivos que revisaba y me puse las zapatillas que había dejado bajo mi escritorio. Salí tan pronto pude para no hacer esperar demasiado tiempo a Amilia. Me dirigí a las escaleras y al llegar a la sala allí se encuentra ella, sentada sobre el sofá con una apariencia despampanante.

Comienzo a sospechar que es el tipo de mujeres que luce perfecta hasta en las circunstancias menos favorables, aquellas de las cuales, ningún ser humano está exento, o cómo esa chicas de las películas que se levantan de la cama con el maquillaje y cabello en perfecto estado, las mismas que dan la impresión de estar deslumbrantes las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.

Eché un rápido vistazo al atuendo que traigo. Un jeans azul, una blusa ligera de tono verde y mis cómodas zapatillas. Nada comparado con el vestuario de fiesta de mi visita, pero siendo honesta, aquello no me quita el sueño ya que soy de las que escoge la comodidad para estar en casa. Ni en un millón de años me imagino como algunas amas de casa de la alta sociedad que exhiben vestidos entallados al cuerpo y tacones de treinta centímetros en una mañana cualquiera en sus hogares.

- Buen día Amelia. Que sorpresa tenerte aquí. - dije cuando estuve a pocos metros de ella.

- Buen día Elieen. - dijo al levantarse y saludarme con un besos en ambas mejillas.

Una costumbre tan europea a la que no estoy para nada acostumbrada. 

- Perdona que haya venido sin avisar.

- No te preocupes, Amelia. Siempre eres bienvenida.

- Que linda, gracias.

La invité a tomar asiento y ella no dudó en hacerlo. Como es costumbre de Nancy atender excepcionalmente a nuestras visitas, no tardó en aparecer con un par de bebidas naturales que dejó sobre la mesita frente a nosotras.

- Supongo qué te estás preguntando cuál es el motivo de mi visita.

- Sí, así es. - dije con una media sonrisa.

- Te explico. - respondió ella con una sonrisa tímida en su rostro. - Para nadie es un secreto la relación que existió entre David y yo. - continuó diciéndome.

¿A dónde quiere llegar con eso? Comentó la vocesita en mi cabeza.

Me limité en asentir en señal de que estoy de acuerdo y sin querer darle demasiada importancia.

- Pero eso es parte del pasado. Y necesito dejarlo muy en claro.

- David y yo hemos hablado abiertamente de todo, eso incluye nuestro pasado y estoy completamente al tanto de la relación de amistad que ambos han mantenido incluso después de terminar su noviazgo. - tomé el baso con la bebida y antes de llevarmela a la boca acoté. - Hasta el momento no tengo ningún motivo para inquietarme por eso.

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