Capítulo 21

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No era plenamente consciente del tiempo transcurrido, solo podía decir que han sido las horas más largas y terribles de mi vida. Permanecíamos en alerta absoluta mientras esperábamos nuevas noticias o una llamada que desmintiera lo que todos temíamos. Tras cada instante que pasa sin tener información, la angustia se vuelve más consistente y solida. Cada movimiento de la aguja del reloj es como si una daga se enterrara en mi pecho segundo a segundo. No recordaba haberme sentido tan nerviosa antes, ni cuando mi vida corrió peligro me sentí tan inquieta.  

Se trataba de una situación compleja desde cualquier ángulo. Mí cabeza estaba hecha un lío. El miedo que carcome mis huesos es desproporcional, sin embargo, es muy pronto para perder la esperanza. La esperanza de ver al hombre que amo, volver a escuchar su voz y estrecharlo entre mis brazos es lo único que me permite seguir en pie. 

Me rehusaba a creer que ese fuera el fin de nuestra historia juntos. Aún quedaba mucho que hacer y sueños por cumplir. Es completamente injusto terminar con la vida de alguien tan bueno y noble. En más de una ocasión me vi deseando ser yo quién estuviese en su lugar. Si alguien debía morir ese día prefería mil veces ser yo en lugar de él, porque de igual forma el dolor que me causaría su muerte terminaría por destruirme. Tal vez estaba pensando de forma extremista pero sencillamente yo no deseaba estar en un mundo sin David. Sabía con certeza que no poseía las fuerzas necesarias para afrontar esa realidad.

La espera se extendió hasta avanzada la noche. Afuera el cielo es de un negro tan intenso que me inquietaba todavía más. Harry continuaba intentando comunicarse con cualquier persona que le diera noticias acerca de su hermano y aunque no se lo decía agradecía la actitud que estaba demostrando frente a esta situación. Camilla se encontraba consternada y preocupada como cualquier madre ante estás circunstancias. Por otro lado, es primera vez que veía a Alyssa tan triste. Entre tanto, yo trataba ser fuerte para ellos pero me sentía muy débil como para ser un buen pilar de apoyo en estos momentos. Estaba hecha un manojo de nervios y ansiedad. 

—¿Desea algo de tomar, señora Eileen?—preguntó Nancy.

 Negué con la cabeza. 

—Vamos Eileen. Bebe una taza de chocolate caliente, te hará muy bien—me animó Janneth.

Alcé la vista para verla y decirle en su cara lo equivocada que estaba y que lo único que me ayudaría a estar bien sería ver entrar a David por esa puerta. No obstante, su mirada maternal contuvo mis intenciones de contradecirla.  

—Está bien—terminé aceptando solo para complacerla. 

Un par de minutos más tarde el teléfono de Harry repicó y todos aguardamos en silencio con la angustia a flor de piel mientras él atendía la llamada. 

—Hola —habló Harry. 

Hubo un momento de silencio de su parte que a todos nos mantuvo a la expectativa. 

—Todavía no sabemos que ocurrió —dijo.

—Sí, de acuerdo. Gracias por preocuparse yo les daré el mensaje —respondió poco antes de cortar la comunicación.

Aquello no fue más que una falsa alarma. Supimos que se trataba de otro amigo de la familia que había escuchado la noticia del accidente. Al Observar nuevamente la hora en el reloj que llevo en mi muñeca el corazón tuvo otro espasmo descontrolado. El nudo en mi garganta volvió aparecer y mis ojos ardieron cuando deduje que David debió estar en Nueva York hace dos horas y en lugar de ello, todavía nos encontrábamos bajo completa incertidumbre sin saber nada de él. 

Dejé la taza sobre la pequeña mesa frente al sofá y me puse de pie. Estaba a punto de volver a estallar en llanto así que preferí estar sola. Ignoré el llamado de mi padre cuando subí las escaleras. Suspiré al entrar en mi habitación y un ligero estremecimiento recorrió mi cuerpo al ver la cama vacía. Tomé asiento al borde de ésta y acaricié las sabanas con una de mis manos. Muchos recuerdos vinieron a mí. En poco tiempo mis mejillas se humedecieron y terminé acostada sobre la cama en posición fetal. Absorbí el aroma que se desprendía de una de las almohadas de David, era una mezcla de jabón, loción y gel para el cabello. Aquello me hizo añorarlo todavía más. Cuando estreché con fuerza la almohada contra mi pecho, sumergida en la necesidad de percibir su esencia y sentirlo cerca de mí, la puerta de la habitación se abrió. La luz del pasillo iluminó escasamente la penumbra en la que me encontraba sollozando. Mi corazón se aceleró y tuve pánico de voltearme, por alguna extraña razón imaginé que se trataba de Ben, quién probablemente venía a darme la peor de las noticias. Me quedé paralizada y mi cuerpo no reaccionó hasta que escuché su voz. 

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