ESPEJISMOS

Capítulo 15

El resto de la tarde me mantuve trabajando por inercia. Mi cuerpo estaba en Essense pero mis pensamientos estaban muy lejos de ese lugar.

- ¿Qué tal tu día? - preguntó David cuando llegó a buscarme al trabajo.

Recordé lo sucedido al medio día y un estremecimiento recorrió mi cuerpo. Y como estaba decidida a ocultar lo sucedido no dije mucho.
 

- Ocupado. - murmuré.

- ¿Qué ocurre contigo?

- Nada. - exhalé. - Sólo fue un día bastante tedioso. Tenemos encima el lanzamiento de la campaña y hoy trabajamos mucho para tener todo listo a tiempo. - dije esbozando una sonrisa forzada.

Allí iba una verdad a medias. Me sentí culpable pero de momento es lo mejor para ambos.

- Me imagino. Supongo que no quieres dejarle nada a nadie.

- No se trata de eso. No tengo problema en delegar tareas porque tengo un equipo de trabajo excelente. Pero el cliente exigió que fuera yo personalmente quién me encargara.

- No me extraña.

- Vieron algunos de mis trabajos y no quisieron que otra persona hiciera las fotografías.

- Eso me hace feliz. Me agrada saber que tengo una bella esposa súper exitosa. - dijo pellizcando mi mejilla cómo si fuese una chiquilla. 

Reí y le hice cosquillas pero él me sujetó ambas manos y las besó.

- Lamento que estés tan cansada, estaba pensado en tener una noche realmente agradable. Una cena intima, algo de champán y fresas para entrar en calor, y después...

- ¿Qué? - pregunté curiosa.

- Eso debes averiguarlo por tu cuenta. Pero... - hizo un mohín al tiempo que se encogía de hombros con actitud inocente. - Estás cansada, es lamentable.

- Pensándolo bien, no estoy tan cansada.

- Le conviene, señora Christensen, le conviene. - repitió con picardía.  

Esa noche omitimos un par de planes. Puesto que la cena quedo en un segundo plano y la champaña no hizo falta para entrar en calor. Todo lo que necesitamos fue llegar a casar y lo demás fue historia.

*******

En la periferia de mi sueño, sumida en la inconsciencia algo empezó adquirir una forma; al principio no distinguí nada pero pronto lo vi todo con claridad. Era un hombre alto de hombros anchos y una mirada que en esta penumbra da la impresión de estar vacía. Sin duda poseé una apariencia fantasmal.

- ¿Qué es lo que quieres de mí? - susurré ansiosa mientras retrocedía. 

Marcus se aproximó a una velocidad inhumana. Me tomó del cuello con fuerza despegandome del suelo e impidiendo que el aire fluyera. Me retorcí al intentar escapar de mi verdugo pero nada de lo que hice surtió efecto. En su rostro apareció dibujada una sonrisa siniestra que hace evidente lo mucho que disfruta hacerme daño. Sentí que mi pecho se crispaba por la falta de oxigeno y mi vista empezaba a tornarse borrosa.

- Alguien cercano a ti está por morir. - susurró con voz ronca cerca de mi oído.  

El pánico se apoderó de mí.

- No... No. - emití con dificultad.

Él volvió a reír.

- Perderás aquello que más amas, Eileen... Entonces suplicarás morir. - dijo pausadamente acariciando cada letra de mi nombre.