Capítulo 18

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Aunque últimamente las malas noticias estaban a la orden del día fue un verdadero alivio que mi padre decidiera venir a Nueva York a pasar sus muy merecidas vacaciones. Tengo buenos motivos para pensar que David tuvo mucho que ver en esa decisión de último momento, en cuyo caso, también me sentía muy agradecida con él. 

Yendo en contra de lo que la mayoría opinaba decidí volver al trabajo antes de lo recomendado. Me hacía muy feliz tener a Ben y Janneth en casa, pero necesitaba mantener mi cabeza ocupada para no ponerme a pensar en cosas que terminaban haciéndome daño. Desde la última visita al médico los constantes ataques de ansiedad y el insomnio seguían suscitándose. Me rehusaba a medicarme porque sabía muy bien que podía superar éste episodio de mi vida poniendo lo mejor de mi parte. Bien decía mi padre "No hay mal que dure mil años ni cuerpo que lo resista". Estaba decidida a superar lo del bebé y me juré a misma no permitir que mis días se vieran envueltos en una sarta de incertidumbres y miedos. No iba a dejar que Viktor Sarkozy o Marcus Ivannok se metieran en mi cabeza e hicieran estragos de ella. Estaba harta de mirar sobre mis hombros cada vez que salía y de las pesadillas que me atormentaban entrada la madrugada, esas que me robaban de apoco la tranquilidad. A los ojos del mundo me encontraba bien, incluso ante David, pero solo yo conocía la lucha interna que estaba sobrellevando.   

Sin embargo, más allá del constante temor con el que lidiaba y al mismo tiempo suprimía por mi propio bienestar, no todo era malo. En Essence Studio todo marchaba de maravilla, me atrevía a decir que la empresa estaba en su mejor momento. Estábamos repletos de trabajo y cada día más y más personas al igual que diferentes instituciones reconocidas solicitaban de nuestro trabajo. 

Los golpecitos que azotaron la puerta de mi oficina me sacaron de mis ensoñaciones poniéndome de regreso en la realidad. Aparté la vista del ordenador para atender a Emily, la chica nueva en Essence y mi secretaría. Ella estaba adaptándose al empleo y a sus obligaciones mejor de lo que imaginaba. Es tan sólo un par de años menor que yo, hace poco culminó sus estudios en la universidad y su experiencia es nula. No obstante, hasta el momento no me arrepiento de haberle dado la oportunidad. Es una chica inteligente, eficiente y con muchas ganas de superarse. Lo mejor de todo eso era lo bien que hemos compaginado. 

—¿Se puede? —preguntó Emily al asomar la cabeza.

—Por supuesto, pasa adelante.

Así lo hizo inmediatamente, con su agenda y bolígrafo en mano como ya es un hábito tan típico de ella.

—Vine a recordarle que la cita con la Fundación One Planet One Future, que iba a tener lugar el próximo lunes se confirmó para ésta tarde luego de la hora de la comida. 

—Gracias, Emily.

—También me tomé el atrevimiento de ordenar su almuerzo a ese restaurante italiano que tanto le gusta.

—Emily eres un ángel.

—Sólo hago mi trabajo—señaló ella —.Por cierto, casi olvido decirle que la  asistente de Sylvia Quisgard, directora editorial de Women'sHealth, se comunicó ésta mañana para agendar una nueva cita— me dijo—. Se notaba su impaciencia pero le dije que al final de la tarde le informaría la fecha exacta. 

—Tratándose de Sylvia es mejor atenderla cuanto antes o sabe Dios el mal genio que le ocasionaremos. 

Emily reprimió una sonrisa. Ya había lidiado con Quisgard en dos ocasiones, una mujer extraordinaria pero con un temperamento nada fácil de sobrellevar y mucho más difícil era tener su aprobación y mantenerla feliz. El hecho de que acudiera a nosotros una vez más es considerado en la industria todo un alago. 

—Llama a su asistente y hazle saber que tengo disponible la mañana de lunes o la tarde del miércoles de la semana entrante. Y luego me haces saber que día le resulta mejor. 

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