Capítulo 24 (David)

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Doce horas antes...

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Decir que los últimos días habían estado atestados de trabajo sería mentir, aquello no le hacía justicia. Lidiar con la prensa por ese molesto asunto de la noticia de mi presunta muerte tampoco ayudaba, agregando que más de un inversionista o colaborador temió por los negocios impulsados por la industria inmobiliaria que dirijo. Mi relacionista público tuvo la tarea de calmar y silenciar a la prensa amarillista acostumbrada a generar cientos de millones de dólares a costa de mi vida personal. Si me dieran un centavo por cada periódico que les he hecho vender podría dejar de trabajar y dedicarme a malgastar el tiempo como los dirigentes de tales medios de comunicación.

No se trata de que yo sea otro excéntrico millonario que odia ver una noticia sobre sí mismo en los medios. Soy consciente que cierto grupo de personas escoge como profesión inmiscuirse en la vida de los demás y divulgar la información como souvenir en toda la ciudad, mi gran molestia radicaba cuando su trabajo estaba mal infundado, dirigido, argumentado o era una completa mentira que a la final terminaba afectando a mi familia.

Cuando Rebecca, la analista de inversiones, tomó la palabra a mitad de la junta para discutir varios puntos sobre el proyecto del hotel que estaba por empezar a construirse en Las Vegas, Nevada, traté de poner toda mi concentración en lo que ella aportaba o al menos parecer que lo hacía. Agradecí haber leído su reporte el día anterior y estar bien informado de lo contrario ahora mismo no tendría cabeza para elaborar una apropiada respuesta.

— ¿Qué opina, señor? —preguntó Rebecca. Una chica ambiciosa cuyas notas académicas la hicieron ser la alumna más destacada y joven de su promoción.

Demasiado soberbia para mi gusto. No me agrada como persona pero como empleada es de mis favoritas, me gusta su peculiar obsesión por ser la mejor en todo. En cierto sentido, ella incentiva o aflora el espíritu competitivo en el grupo, lo cual es productivo en muchos aspectos. También tiene una gran perspectiva e intuición para los negocios y eso es justo lo que me llevó a contratarla.

—Cuando adquiero un producto busco que sea genuino. Y si algo me ha ensañado el negocio de los bienes raíces es que lo barato al final cuesta doble—puntualice—. Primordialmente es el prestigio, la imagen y la calidad de Christensen Organization lo que vendemos cuando un proyecto inmobiliario lleva nuestro sello, así que no me interesa si otras empresas están reduciendo gastos al adquirir materiales y mano de obra barata solo porque ciertos empresarios lo han puesto de moda. No somos una colonia de seguidores, innovamos. Si algo no funciona bien, no copiamos, creamos soluciones.

— ¿Entonces está de acuerdo que a mayor inversión mayores ganancias porque nos proyectamos hacia un consumidor exigente?

—Tú lo has dicho.

Rebecca reprimió una sonrisa de suficiencia pero con la mirada altiva le dedicó un gesto casi sutil a su compañero Samuel Carson, éste último pidió la palabra y las nueve personas en la sala de juntas le prestamos atención, Empezó con algo que yo llamo palabrería insulsa y sin argumentos. En aquél momento mis expectativas sobre él bajaron abruptamente.

—Lo de reducir gastos me pareció una excelente idea que merece la pena tomar en cuenta. Podríamos intentar, ver cómo funciona y luego juzgar.

Error, pensé. Cuando de negocios se trata, intentar es una palabra que aborrezco.

—Carson, intentar es básicamente realizar algo con la intención de fallar. No buscamos intentar nos dedicamos a crear y elaborar proyectos cuya calidad jamás se halle en tela de juicio—lo interrumpí—. Demás está decir que en ésta ocasión apoyo el punto de Rebecca y con eso doy por terminada la discusión del tema y también la junta. Gracias por su presencia— dije poco antes de retirarme.

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