Capítulo 5

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La sonrisa sínica que dibujan sus labios me hace hervir la sangre, su actitud desafiante y provocadora logra inquietarme de una forma que resulta molesta y al mismo tiempo incontrolable, es como una mezcla entre rabia y temor.

- ¿Dorian? ¿Ya no soy Señor Craig para ti?. - Preguntó con ironía.

- "Señor", es un calificativo demasiado grande para ti.

- ¡Oh! Rompes mi corazón Eileen. - Dijo con sarcasmo.

Su blanca dentadura es visible y sus ojos oscuros brillan como si estuviera disfrutando el encuentro.

Respiré con frustración y tras poner los ojos en blanco me giré para alejarme en dirección contraria del imbécil frente a mí. ¿Qué demonios hace Dorian Craig en este lugar? De todas las personas en el mundo, debía toparme precisamente con él. Comienzo a creer que mi suerte tiende a ser en ocasiones bastante desafortunada.

- Creo que necesitas una bebida para que te relajes. - Sugirió al tiempo que se interponía en mi camino.

- En definitiva, tú no entiendes el concepto de desprecio.

- En definitiva, el matrimonio te volvió menos sumisa y más hermosa.

- Guarda tus babosadas para alguien que si las quiera escuchar.

- ¿Por qué tanto resentimiento, Eileen?.

Preguntó con tanta seriedad y desconocimiento que por un momento pareció creíble, como si me hablase el individuo más incorruptible de todo Nueva York y sus alrededores.

- Es evidente que las personas como tú jamás cambian, al menos no para bien.

- Siempre juzgando sin saber. - Dijo serio pero luego volvió a esbozar una sonrisa. - La invitación a conocernos mejor sigue en pie Eileen, de esa manera si podrás deducir con toda certeza que tan corrompido estoy.

- Púdrete. - Espeté con fastidio.

Me tomó del brazo con más fuerza de la necesaria y me atrajo al costado de su cuerpo con la clara intención de hablarme al oído. Me impuse a ello y me aparté como pude, para algunos de los presentes fue notorio el rechazo, aunque por suerte la mayoría seguía disfrutando de la noche.

- Eileen. David está preguntando por ti. - Expuso Amelía al aparecer junto a mí.

Dorian apenas la determinó y con sutileza cambió el semblante que había adquirido a causa de mi rechazo. Amelía me observa fijamente como si tratara de hallar algún indicio de peligro, es obvio que su intervención ha sido para safarme de la compañía del hombre.

- Gracias Amelía. El señor y yo ya nos despedíamos.

- Dorian Craig. - Se presentó al tiempo que extendía su mano.

- Amelía Sapir. - Respondió ella y estrecharon sus manos.

- ¿Eres la hija de Joel Sapir?. - Preguntó Dorian.

- Así es.

- Un hombre extraordinario. Sáludalo de mi parte, espero su pronta recuperación.

- Lo haré con gusto. - Respondió Amelía.

Por un instante temí por ella. Amelía parece una mujer determinada e inteligente, pero Dorian sabe como envolver a sus presas, ruego porque no fije sus ojos en ella y porque Amelía detecte la amenaza.

- A dios. - Dije con frialdad.

Tomé a Amelía del brazo y nos dirigimos a la mesa que habíamos estado ocupando. Podía sentir la mirada de Dorian fija en mí, pero no me permití voltear para corroborarlo.

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