Capítulo 22

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—Al fin solos —espetó en un tono demasiado desagradable cuando me arrastraba alejándome cada vez más de la salida.

En medio de la desesperación dos pensamientos llenaron mi mente. El primero consistía en la imperiosa necesidad de escapar de las manos de mi agresor y no darme por vencida sin antes luchar, el segundo pensamiento radicaba en David, en mi familia que son razón suficiente para no doblegar mi espíritu y pelear hasta el último momento. 

Forcejeaba por escapar mientras que Marcus buscaba la manera de controlarme. Me pregunté porqué aún me encontraba con vida. Él traía consigo un arma que podía detonar contra mí cuando quisiese, sin embargo, no lo había hecho todavía. Si exhibir el revólver que llevaba en su cintura fue una acción para intimidarme, ¿cuál era entonces su verdadera intención conmigo? 

"¡Tortura!" . Exclamó mi sexto sentido.

—¡Quitame tus sucias manos de encima!—le grité. 

—Resistirte no te servirá de nada hoy—me advirtió con tanta seguridad que mi pánico incrementó. 

Aún me encontraba en el suelo cuando logró atrapar mis brazos colocando sus rodillas sobre ellos y generando un incomodo dolor por la presión que ejercía al depositar todo el peso de su cuerpo en ese punto e inmovilizarme. Me enfrentaba a un autentico animal sin ningún escrúpulo, él no se detendría para cerciorarse si me causa daño o no. Sacó una gruesa cinta adhesiva de color gris que llevaba oculta hasta el momento en el interior de su chaqueta y supe enseguida lo que planeaba hacer.

—Todavía estoy de buen humor. No me hagas perder la cabeza —me amenazó mientras yo luchaba por liberarme. 

No me detuve. Estaba decidida a escapar al costo que fuera. A estas alturas mi integridad física pendía de un hilo demasiado delgado. Con algo de suerte logré liberar una de mis manos y siguiendo una de las lecciones que Aaron me enseñó en clases de defensa personal, enterré mi pulgar en uno de sus ojos con todas mis fuerzas. 

—¡Maldición! —se quejó la bestia humana llevándose las manos a la cara.

Tan pronto se descuidó, impulsé mi cuerpo hacia adelante para quitármelo de encima. Me puse de pie lo más rápido que pude pero él atrapó la tela de mi abrigo y se aferró a ella para no dejarme ir. 

—¡Suéltame!

—¡Disfrutaré mucho verte morir, estúpida perra! —me gritó mientras que cubría su ojo lastimado con una mano y con la otra me sujetaba.

Al visualizar un florero que tenía al alcance, no lo pensé dos veces para rompérselo en la cabeza pero Marcus lo impidió con un ágil movimiento haciendo que el objeto se volviera añicos al estrellarse en el piso. En vista que mi intento de herirlo fracasó, procedí a actuar con rapidez y lo siguiente que hice fue deshacerme del abrigo por donde me tenia sujetada. No obstante, él logró incorporarse y así no sólo me superaba en estatura, peso y agilidad sino que también bloqueaba mi única salida. 

—Quieres jugar rudo ¿Eh?—murmuró—. De acuerdo, cómo quieras—terminó diciendo.

El sofá de la sala es el único obstáculo entre los dos.  

—Si lo que buscas es dinero, puedo ayudarte. Pero esta no es la manera.

Él se burló de mí. 

—¿Intentaras convencerme como hiciste con Viktor?

—¿Por qué no?—le dije.

—Te equivocaste conmigo, nena. Nadie quiere tu dinero.

Cuando Marcus daba un paso para rodear el mueble yo lo daba en sentido contrario para mantener la distancia. 

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