Capítulo 14

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- ¿Qué te parece si haces a un lado lo sucedido y tratas de relajarte? - propuso.

- ¿Relajarme?

- Sí, yo te podría ayudar con eso. - dijo tentándome.

- ¿Cómo lo harías exactamente?

Acarició mi mejilla y empezó a quitarme la bufanda que traía alrededor de mi cuello.

- Tú sólo debes cooperar. Del resto me encargo yo.

No existe una mejor solución para erradicar la tentación que sucumbir a ella. Naturalmente no opuse la menor resistencia ante sus insinuaciones, no lo hice porque honestamente deseo estar con David, necesito sentir que todo estará bien, que mientras fuésemos uno nada ni nadie podrá interferir o dañar lo que hemos construido juntos. Sin esperar mi aceptación, David me tomó en brazos sacándome del sofá. Reí y me aferré a su cuello rodeándolo por completo. Rosó su nariz con la mía y caminó en dirección al baño. Una vez dentro me dejó sobre la repisa del lavabo, atrapó mi rostro entre sus manos y besó mis labios con ímpetu, luego se dispuso abrir las llaves para que la tina se llenase.

- Luces cansada. - dijo mientras me quitaba las botas que traía puestas.

- La verdad, sí.

- Quedarás como nueva. Sólo necesitas una ducha caliente y un masaje.

- Suena fabuloso... - susurré sonriente.

Empezó a quitarme el abrigo y luego el suéter de algodón que tenía debajo; sin permitir que yo lo ayudara porque el deseaba realizar todo por su cuenta. Sus ojos se abrieron al contemplar mi pecho que ahora solo lo cubre la bonita lencería blanca. Sin dejar de comerme con la mirada se deshizo de su ropa por completo dejando toda su virilidad al aire libre. Sonrió complacido al pescarme admirándolo. En seguida me sostuvo por la cintura para dejarme sobre el suelo y así comenzar a bajarme el jeans lentamente mientras aprovechaba para acariciar mis piernas con sus manos.

- Hermosa... - musitó David prácticamente arrodillado frente a mí.

Estoy segura que esa frase logró ruborizarme. Él me observa con deseo y al mismo tiempo con una gran ternura. En ese instante, sus dedos jugaban con la costura de mi bikini hasta que lo deslizó al nivel de mis tobillos para después echarlo a un lado. Me sentí expuesta pero ya no experimento ni un atisbo de vergüenza al estar de ésta manera frente a él. Humedeció sus labios y sus ojos destilaron deseo. Acto seguido, su nariz acarició mi entrepierna hasta llegar al vientre donde empezó a dejar un rastro de besos mientras iba ascendiendo por el pecho y establecerse en mi cuello. Sus manos hacen estragos con mi piel que hoy se encuentra más sensible que nunca. Es extraordinario todo lo que provoca el rose de sus manos y la calidez de su cuerpo.

En segundos, el brasier que llevaba puesto cayó al suelo; seguidamente me giró y pegó su pecho a mi espalda. Jadeé cuando sus manos manipularon mis senos, bajando por mi abdomen y despertaron placer en esa zona tan intima que ahora es suya. Aquello me trasladó a otro mundo, uno que sólo nos pertenece a los dos.

Sus besos me encienden a tal punto que casi no me reconozco, gustosa me pierdo en el frenesí que me produce el contacto de su piel y la manera en que el toque de sus manos despierta mis sentidos y expone todo mi deseo por él. Sus maniobras para despertar mi placer y hacerme sentir la mujer más especial y deseada del planeta es mi perdición.

El agua de la tina es refrescante pero nada supera lo gratificante que resulta tener a David entre mis brazos, poder besarlo, sentir su cuerpo junto al mío y respirar su dulce aroma, mientras me dejo llevar por el deleite que sólo él despierta en mí.

Llevada por el impulso del momento me puse a horcajadas sobre él y me separé de sus labios para apreciar su hermoso rostro. Una de mis manos se enredaba en su cabello mientras que la otra acaricia su pecho. Sus ojos se fundieron con los míos. La conexión que sentí fue de tal magnitud que por un instante pensé que podía escuchar mis pensamientos.

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