Capítulo 11

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Desperté desorientada, a primera vista no reconocí el lugar hasta que mi cerebro arrojó información y recordé que seguíamos en los Hamptons. Los rayos solares que atraviesan las ventanas comienzan a calentar las sabanas. El cuerpo de David prácticamente se encuentra envolviendo el mío, lo que hace que me empiece a sentir sofocada.

- Buen día. - saludó sonriente mientras se estiraba.

Lo saludé con un beso y me incorporé sobre la cama, cubriendo mi desnudes con la sabana blanca. David no tuvo tanto pudor, él se levando y se paseó cómo Dios lo trajo al mundo por la habitación para dirigirse al baño. Me dedicó una mirada traviesa antes de perderlo de vista.

- Creo que no es tan temprano como pensamos. - dije cuando miré por la ventana y aprecié el hermoso día.

David salió poco después con una toalla blanca alrededor de su cintura. Luce tan arrebatadoramente sexy que agradecí no llevar el bikini puesto, de lo contrario habría descendido a mis pies sin previo aviso.

"¡VAYA!" Pensé sorprendida por lo descontroladas que están mis hormonas esta mañana.

Sentí la boca reseca al verle de aquella manera e instintivamente mordí levemente mi labio inferior. Estoy segura que él pudo notar mi expresión de deseo.

- ¿Le gusta lo que ve, señora Christensen?

Sonreí con malicia y él respondió de igual manera.

- ¿Acaso la mirada me delata, señor Christensen? - pregunté con picardía.

Él se acercó y sujetó mi cadera con ambas manos.

- No sé qué está pasando por esa mentesilla traviesa. Pero yo me refería al paisaje. - contestó risueño.

- Sí, claro. Habló el niño inocente.

Me encanta verlo reír, así de alegre como lo está ahora. Posé mis manos alrededor de su cuello y me perdí en ese mar profundo que son sus ojos.

- Un dólar por tus pensamientos. - me dijo.

Sonreí y simplemente las palabras se escaparon de mis labios.

- Te amo tanto. - dije sin pensar. - No tienes idea lo feliz que me haces. Nunca imaginé merecer tanto. Inclusive hay días en los que temo despertar y darme cuenta que todo fue producto de mi imaginación. O peor aún, que un día descubras que deseas algo mejor para ti y estar conmigo deje de ser suficiente.

- Shh... - susurró colocando un dedo en mis labios para detener el soliloquio.

Cuando me detuve él negó con la cabeza.

- Ni por un instante vuelvas a pensar que existe algo mejor para mí. - dijo serio. - Eileen, yo te amé desde el primer momento en que te vi, te amé aquella tarde cuando te encontré en la habitación del Plaza y te amé aún más cuando besé tus labios por primera vez. Desde entonces no he hecho otra cosa que vivir por y para ti. Eres la persona más dulce, noble y desinteresada que e conocido; no existe día en el que yo no esté deseoso por saber lo que piensas y así aprender algo nuevo, gracias a ti. - tomó mi rostro entres sus manos y fijó sus ojos en los míos. - Nunca había estado con alguien que lograra sacar lo mejor de mí, cosas que ni yo mismo conocía. Yo soy el afortunado, el que no merecía tanto y sin embargo, estás aquí. - se detuvo y acarició una de mis mejillas. - Agradezco cada segundo que comparto contigo. - terminó diciéndome.

Mi corazón se disparó junto a un cúmulo de sentimientos. David me miró preocupado y se apresuró a secar las lágrimas que empezaron a resbalar por mi cara.

- ¿Qué ocurre? ¿Por qué lloras?

Negué y aparté la vista sintiéndome apenada y absurda.

- Eso que acabas de decir es hermoso, no imaginas lo feliz que me hace escucharte.

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