Capítulo 3

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Las clases habían terminado cuando me encaminaba hacia mi precioso Maxon, queestacione igual que ayer. 

Saque las llaves de mi mochila viendo mi colguije de búho tintinear. Presione unbotón y las puertas se abrieron automáticamente. Cuanto amaba la tecnología. 

Vi la parte trasera de mi auto con una sonrisa, si Maxon fuera un humano le estaríaviendo el trasero pero como no lo era, solo le veía la cajuela donde guardaba mislienzos. Me gustaba dibujar aunque no era particularmente buena con ello, peroestaba aprendiendo. 

Afortunadamente no había ningún auto cerca del mío, pero mediante me ibaacercando más pude ver una figura recostada en el cofre. Fruncí el ceño y caminemás rápido hacia Maxon para patear a la persona que estuviera aplastando a mi bebé. 

-¿Qué haces aquí?- Me detuve abruptamente cuando reconocí quien era. ¿Por qué amí? No me lo había topado en todo el día y verlo de nuevo me producía escalofríos. 

-Estudio aquí.- respondió sin bajarse de Maxon. Fulmine con la mirada el lugardonde estaba su trasero y ahora por su culpa tenía que darle una buena lavada a minene. 

Acorte la distancia entre nosotros esperando que reaccionara y quitara su sucio ysexy cuerpo de mi auto, pero no lo hizo. 

-Eso ya lo sé.- Rodee los ojos y me crucé de brazos indignada de su atrevimiento. -Bájate de mi coche. 

-Eso es lo que quería escuchar.- Se bajó del cofre y al fin pude relajarme. 

Sentí como Maxon me lanzaba una mala mirada por no haberlo bajado yo mismadesde antes. 

Lo siento nene, te recompensaré cambiándote el aceite. 

-¿De qué estás hablando?- pregunté sin entender que estaba diciendo. Camino hastaestar frente a mí y por inercia di un paso atrás. No me gustaba que se me acercarandemasiado. 

Pude detectar su perfume varonil con una combinación de menta. 

-Resulta que ayer alguien le dio un golpe a mi auto, dejando un muy grande rayón,¿sabes de quién se trata?- Oh no, trágame tierra. Era obvio que ya sabía que la que lerayo el auto fui yo, era inútil intentar negarlo, pero aun así lo hice. 

-No, yo...no...- Traté de pensar rápido en una excusa pero era tan mala mintiendo.Mire mis zapatos y apreté los dedos de mis pies bajo ellos. ¡Piensa, piensa! 

-No me mientas.- dijo con enojo. Negué con la cabeza y suspiré sabiendo que tendríaque decirle la verdad. De todas formas no se me había ocurrido ninguna mentiracreíble en tan poco tiempo. 

-Sí, sé quién fue.- hable con la voz temblorosa. Ni siquiera me atrevía a mirarlo a losojos. Pensándolo bien, no lo había hecho desde que lo conocí esta mañana. 

-¿Ah sí? ¿Quién?- Podía ver que como se burlaba de mí. Entrecerré los ojos pero aúnsin levantar la vista. De seguro me veía como si estuviera enojada con el suelo. 

-Fui yo, te pagare la pintura...- Levanto la mano haciendo que me callara. Di otropaso atrás pensando que ahora seguía el golpe. 

En la cara no. 

-Ya lo pague. Lo que significa que estas en deuda conmigo.- Ahora sí que lo mire alos ojos, unos que por cierto, eran hermosos; de un color muy peculiar, se veíantan verdes como un par de esmeraldas. 

 -Yo no te debo nada, te pagaré lo que te hayas gastado y si no quieres aceptar mioferta es problema tuyo, no mío.- Me sorprendí a mí misma de la osadía que mostré ysintiéndome impulsada por ella, cuadre los hombros rápidamente para que no notaraque por dentro seguía temblando de miedo esperando por el momento de que meagrediera físicamente. 

Usual EnfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora