El resto del domingo hice los deberes cómo una forma de evadir que tenía que decirle a mi madre que estaría una semana en detección. Tampoco había tocado el tema de mi ruptura con James y sabía que no faltaba mucho para que me preguntara por él.
Siempre había sido muy cercana a mi madre, le contaba todo y ahora le ocultaba toda clase de cosas.
Cuando termine de hacer mis deberes y el aseo del hogar, el cielo ya se estaba tornando oscuro. Me di una ducha esperando matar el tiempo y al finalizar busque a mi madre por toda la casa encontrándola en la sala leyendo una revista.
Trague saliva acercándome con nerviosismo.
-Hola, cariño.- Me saludo sin levantar la vista. Me encantaban esos poderes de madre que tenía.
Era la primera vez que tenía que decirle algo como esto, yo no era una alumna ejemplar pero no causaba problemas.
Me mordí el labio inferior y me senté a su lado.
-Mamá.- hable con voz temblorosa y me aclare la garganta. Lo intente de nuevo. – Mamá, hay algo que tengo que decirte.
-Sí, ¿qué sucede, cariño?- Se lamio el dedo índice para cambiar de página. Volví a tragar saliva. Esto era tan difícil.
-Quizá llegue tarde esta semana.
-¿Iras con James a algún lado?- La sangre me hirvió al oír su nombre. No quería ni pensar en ese desgraciado.
-No, no iré con él a ninguna parte.
-¿Entonces?- Cerro la revista mirándome atentamente. Maldición.
-Estaré en detención una semana.- Solté de golpe y aguante la respiración a la espera de su reacción.
Creí que iba a explotar, pero en su lugar solo se limitó a mirarme con disgusto. Frunció los labios y negó levemente con la cabeza claramente decepcionada. Quería llorar.
Se levantó del sofá sin decir o preguntar nada y se fue dejándome con aquella sensación de pesadez.
Solté el aire y me desplome en el sillón.
(...)
El lunes había llegado, tenía que levantarme.
Deteste a todo el mundo en cuanto mis ojos se abrieron. Odiaba el momento en que todo empezó a ponerse de cabeza.
Mi vida siempre había sido calmada, tranquila. Yo era feliz siendo la chica invisible.
¿Cuándo me convertí en una chica a la que castigaban?
Puse la almohada sobre mi rostro y comencé a patalear arrojando las sabanas al suelo. Me permití desquitarme un poco con mi colchón y luego me levante dirigiéndome al baño para comenzar mi rutina.
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Usual Enfermedad
Ficção Adolescente"El amor es una enfermedad" Me he estado repitiendo eso desde que mi madre decidió que quería que viviera un amor juvenil. Aparte de lo vergonzoso que es que tu madre haga de casamentera, ¿cómo puedo hacerle entender que no quiero el sufrimiento que...