Extra 7

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-¡No te alejaras de mí!- Gritó Vanne del otro lado de la puerta mientras la pateaba intentando desesperadamente abrirla para evitar otra tragedia.

-¡Abre la maldita puerta!- Seguí pateándola y veía como de a poco se iba saliendo de los goznes. Después de unas patadas más la puerta cedió y cayó hacia atrás.

Vanne estaba del otro lado apuntando con un cuchillo su cuello, tenía el rímel corrido y se veía como una chica disfrazada para Halloween. Crucé el pequeño baño hasta que ella volvió a gritar.

-¡No te me acerques! Me voy a matar, te lo advierto, no estoy jugando. No me importa lo que tenga que hacer, voy a estar contigo o con él. Tú eliges.- No hice caso a lo que me decía.

La parte malvada de mi esperaba acercarme a ella y que se matara, si es que tenía las agallas para hacerlo. Ya me había amenazado tantas veces con eso que había perdido su credibilidad.

Pero la parte buena de mi sabía que tenía que ayudarla. Así que me acerqué de todas formas esperando algún movimiento brusco de su parte pero se quedó inmóvil, mirando el cuchillo y después mis ojos.

No hizo nada, dejo que le quitara el cuchillo y se puso a llorar. No podía más con esto.

(...)

Había terminado de bañarme poniéndome mis pantalones de pijama y agarre la toalla amarilla de Lu. No la había visto últimamente desde que Vanne intentó suicidarse por sexta vez en el mes. Ahora ella estaba pegada a mí casi todo el día y no podía hacer nada para alejarla.

Me seque el cabello y escuche unos golpes irregulares en la puerta. Cerré los ojos cansado, esperando que no fuera ella. Empezaba a odiar a Vanne, era una carga que no me correspondía.

Abrí la puerta encontrándome con Lu. Estaba nerviosa, se le notaba a kilómetros y mantuvo la cabeza agachada hasta que abrí y me repaso el cuerpo con la mirada. Me enfadé.

¿Cómo podía dejar que la amara como aquella vez, correrme de su casa y venir aquí mirándome de esa manera?

-¿Qué quieres?- Le respondí fríamente, no tenía ánimos de seguir discutiendo con ella. No tenía ánimos de nada. Me rodeo entrando a mi habitación y su olor me inundo las fosas nasales.

Cerré la puerta detrás de nosotros. Empezó a hablar de algo sin sentido y de nuevo estábamos peleando.

Sus ojos se llenaron de lágrimas cargadas de sentimiento y las fue derramando de una en una.

-¿Me amas?- Contesto después de lo que se sintió como una eternidad.

¿Cómo no podía saberlo? ¿Cómo se atrevía a preguntarlo siquiera?

La amaba y sabía que no sería fácil, pero también necesitaba que ella pusiera de su parte y no me lo complicará más de lo que ya era.

Me di cuenta de que el comportamiento de Vanne era mi culpa. La había mimado todo este tiempo, siempre concediendo sus deseos, haciéndola sentir como si alguien la quisiera, como si su actitud fuera la correcta. La había corrompido, la había hecho como era por cumplir sus caprichos.

Tenía que acabar con ello pero ahora solo me preocupaba la persona que tenía en frente.

Me acerqué a ella besándola suavemente asustado de que me volviese apartar de si pero no lo hizo. Sus manos rodearon mi cintura apretándome contra su delgado y pequeño cuerpo.

Deje que se fuera solo porque tenía la seguridad de que esta vez no se alejaría de mí, pero cuando salí de la habitación ya vestido y la vi en el suelo, me di cuenta del error que había cometido. Jamás había sentido tanto miedo como cuando la vi inerte con los ojos cerrados.

No podía perderla, a ella no.

Corrí hasta ponerme de rodillas a su lado y ya no era ella, era Kyle en el suelo, sangrando, mirando a las estrellas que lo despedían de este mundo.

No era real.

Toque sus mejillas sintiéndolas calientes, sentí su corazón palpitar bajo mis dedos. Quería gritar de alegría, saltar, correr, besarla hasta morir porque ella estaba viva. Ella no iba a dejarme, nunca, y yo nunca la abandonaría, no de nuevo.

No pude descifrar lo que estaba sintiendo. Era una mezcla de alivio, dolor, impotencia porque no se movía como si su mente estuviera en otro mundo, lejos de mí, donde no podía alcanzarla, donde no podía protegerla.

No deje de tocarla, sentía que si me separaba de ella la iba a perder y no podía perderla. Sentía mi corazón palpitar contra mis sienes. Quiera que me mirara, que sonriera, que mostrará que no sólo su cuerpo seguía con vida, si no que ella lo estaba.

Pero no despertó.

Usual EnfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora