Extra 6

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Detuve el auto en su casa y me baje como un poseído empezando a gritar su nombre. Era de noche, hacía frío y se me congelaba el trastero pero seguí gritando con la esperanza de que saliera.

Las luces de los vecinos se encendieron y unos cuantos de ellos gritaron para que me callara. No iba a hacerlo.

Grite su nombre sin cesar pero nunca salió, esperaba por lo menos ver a su madre o a su hermana y convencerlas de que me abrieran la puerta pero nadie salió, ni una sola luz se encendió.

Considere la idea de que no estaban pero Maxon estaba en la cochera.

A lo lejos se escucharon las sirenas de la policía y aun así no me abstuve de gritar su nombre. Sentía raposa la garganta, el frío no ayudaba pero solo quería verla, que sonriera una vez más, escuchar su voz, aclarar esto. Tenía que haber una forma.

-Señor, acompáñenos.- Se acercó por detrás un oficial pero me zafe de su agarre.

-¡Lucía!- Grite a todo pulmón, tal parecía que me iba a quedar sin voz. Llegó otro oficial para ayudarlo.

-¡Silencio!- Me grito a la vez que me empujaba contra el coche de policía y me ponía las manos en la espalda.

-¡Lucía!- Seguí gritando a la vez que me ponían esposas en las muñecas. Me levantaron del auto y me empujaron hacia la parte trasera de este.

-¡Lucía!

(...)

-Eres un idiota. Ella no te quiere, no sé porque haces tanto drama.- Soltó una pequeña risa y quise que los barrotes no nos separaran para poder estrangularla.

-Cierra la boca, Ash.- Gruñí. Estaba en la estación de policía en una celda que olía a orines y vomito.

-Es que es tan gracioso. Te quedarás castigado hasta el cuatro de julio, mi tía va a matarte.- Siguió riéndose a mi costa.

Me acerqué más a los barrotes y pase mis manos por ellos tratando de alcanzar su rojo cabello y obligarla a callarse pero se echó hacia atrás fuera de mi alcance. Siguió riendo hasta que su celular sonó.

-Oh, Lu, ¿qué tal?- Sonrió con picardía hacia mí. –Sí, aquí estoy con él. Lo dejaran salir, no te preocupes. Tú amorcito está bien.- Frunció el ceño con irritación. –Eres tan dramática como él. Como sea, adiós.

Me quedé estupefacto mirándola.

-¿Qué?- Me preguntó inocentemente. Mostró una cínica sonrisa y se fue sin decirme nada al respecto de su llamada.

¿Lu había hablado por mí? ¿Qué significaba eso? ¿Estaba preocupada por mí? Sonríe cuando imagine su rostro preocupado, pensando en mí.

Aún tenía una oportunidad. 

(...)

Usual EnfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora