-¿Tengo que usar esto?- Jale el dobladillo de lo que mi hermana llamaba blusa pero esta ni siquiera podía cubrir mi ombligo.
-Claro que si.- respondió al instante inspeccionándome. Movió el dedo en señal de que me girara y así lo hice sintiendo vergüenza. El pantalón me oprimía tanto que apenas era capaz de respirar pero debía de admitir que me hacía muy buena forma.
-No creo que debamos exagerar.- Intente hacerla entrar en razón casi gimiendo con desagrado. La ropa era muy bonita pero simplemente no era algo que yo usaría para ir al instituto, era demasiado.
-Si James no te quiso como eras, tendrás que ser otra persona para gustarle. Así se tratan a los chicos. Tienes que ofrecerles algo que les guste, que sea apetecible a sus ojos. Y tú, querida hermana, como eres realmente no le apeteces ni a un vagabundo.- Rodee los ojos ante su estúpida lógica.
-Muchas gracias por el cumplido.- murmuré empezando a molestarme. Empecé a caminar hacia su espejo para darme un segundo vistazo pero ella me intercepto en el acto.
Meneo la cabeza inconforme.
-Camina como una dama, joder. Si vas a usar mi ropa tendrás que hacerlo con estilo.- Hizo hacia atrás su cabello de forma engreída y entrecerré mis ojos en su dirección.
-¿Estás insinuando que no tengo estilo?- Me cruce de brazos ladeando mi cadera como veía que ella hacia a veces.
-Tú no podrías diferenciar estilo de estupidez.
-Repite eso.- Entrecerré mis ojos en su dirección retándola con la mirada.
-Tu, no podrías...- Empezó a decir acentuando cada palabra pero corrí hacia ella agarrándola y ambas caímos sobre la cama. Sonreí victoriosa y trate de inmovilizarla pero antes de que pudiese prevenirlo, me rodeo quedándose encima de mi e hizo un movimiento ninja para ponerme boca abajo en el suelo. Mi nariz se aplasto contra la alfombra y me queje.
-Me rindo.- dije con la voz ahogada intentando que las hebras de la alfombra no entraran en mi boca, Jenn se quitó de encima con una mirada petulante y victoriosa en el rostro. Odiaba que mi hermana menor me ganara en cada maldita cosa.
-Vámonos, se hace tarde.- Me levante del suelo siguiéndola y bajamos a la cocina para despedirnos de nuestra madre, después nos montamos en Maxon.
Ajuste el espejo retrovisor viendo mi rostro libre de vello, la irritación se había ido y por fortuna había convencido a mi hermana de que no me maquillara. Ya era suficiente cambio con la ropa.
Trate de manejar lo más despacio posible, así tal vez llegaría cuando todo estuvieran en clases y nadie presenciaría mi radical transformación.
El nudo de nervios en mi estómago crecía cada vez pero me asegure de detenerme en cada luz amarilla y manejaba muy por abajo del límite.
-Deja de hacer eso, Lucía.- Me regañó Jenn que intentaba hacer malabares con su maquillaje para retocarse.
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Usual Enfermedad
Ficção Adolescente"El amor es una enfermedad" Me he estado repitiendo eso desde que mi madre decidió que quería que viviera un amor juvenil. Aparte de lo vergonzoso que es que tu madre haga de casamentera, ¿cómo puedo hacerle entender que no quiero el sufrimiento que...