5: El Piano.

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Scott despertó en una cama ajena, envuelto en la esencia de Mitch, Maldita sea! casi no había dormido nada. Como era bastante temprano, bajó las grandes escaleras de mármol y se dedicó a interrogar a todos y cada uno de los empleados de la mansión, que no eran mucho. Efectivamente, ninguno parecía sospechoso, lo que hacía más lenta la investigación. Por suerte, Kevin había hecho llegar a la mansión una nota, donde enumeraba a los caballeros con los que el duque tenía negocios, ese sería el próximo paso para intentar descubrir al maldito que atacó a Mitch.

También tuvo una pequeña entrevista con el marqués Grassi, el matrimonio estaría afuera durante el día y él quedaba a cargo de la seguridad de su hijo. Ya era cerca del medio día cuando se encaminó a subir las escaleras nuevamente, para preguntarle a Mitch si tenía algún compromiso para hoy, pero antes de llegar al primer peldaño un sonido absolutamente hermoso llegó a sus oídos, incapaz de contenerse se dejó llevar por la suave melodía hasta la puerta entreabierta de la biblioteca.




Mitch estaba tan perdido en sus pensamientos que olvidó de que supuestamente no debería estar tocando el piano, se sentía tan relajante, que se dejó llevar por el ritmo de su propia música. Tenía demasiadas cosas en la cabeza, estaba asustado por el ataque, pero las ideas más recurrentes tenían que ver con el atractivo detective que estaba en algún lugar de su casa. Sabía que Scott estaba por ahí, que tenía que verlo, que estaría lo suficientemente cerca para tocarlo.

El chico siempre se había sentido un fenómeno por no sentirse atraído hacia las mujeres y de pronto llega Scott y lo besa, poniendo todo su mundo de cabeza. Las relaciones entre personas del mismo sexo eran algo desconocido para él, y si existían, claramente no serían tema de conversación en alguna reunión social.

Pero Scott sí lo había besado, aunque parecía un sueño, sabía que fue real, porque aún sentía la presión de sus fuertes manos en su cuerpo, eso no lo olvidaría nunca y quería más, ahora, mientras todavía podía.

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Los ojos de Scott no daban crédito a lo que veían, ahí estaba Mitch tocando el piano suavemente, arrancando un embriagador sonido de las teclas. Scott jamás había visto a alguien tocar con tal entrega y ciertamente, ningún hombre. Era muy raro que un hombre se interesara por una actividad que estaba, por lo general, confinada a las muchachitas de la clase alta.

Nunca lo había visto así. Sí, era arrolladoramente hermoso vestido en un traje formal con corbata, pero verlo de perfil, despeinado, con una ancha camisa blanca arremangada hasta los codos y con los primeros botones abiertos, dejando a la vista su largo cuello; había creado para él un nuevo nivel de perfección. La luz de la ventana le daba directo en la cara y los músculos de sus antebrazos se contraían y flexionaban junto con la melodía. Lucía tan etéreo que le recordaba lo lejos que estaban sus mundos. Justo cuando el corazón de Scott parecía no poder latir más rápido, se detuvo por completo cuando escuchó su voz.

-'Cause deep inside me

And I don't wanna hide me

'Cause I know about my love...- Su voz era la cosa más dulce que había escuchado.

Scott estaba tan disfuncional, que sin querer empujó la puerta, cerrándola con un suave clic, delatando su presencia. Mitch dejó de tocar inmediatamente y se giró con una expresión llena de pánico. En cuando sus ojos se encontraron con los del detective, sus mejillas se encendieron, adquiriendo un profundo tono escarlata. Aún sentado en el taburete del piano, siguió mirando, sonrojado, al hombre de pie en medio de la biblioteca, esperando que rompiera el silencio.

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