15: Nada.

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La boda será en dos días...


A Mitch le hubiera gustado decir que peleó,  que lloró,  por lo menos que lo invadió la furia.  Pero la verdad es que se paralizó por completo,  solo pudo mirar incrédulo a su padre.  No podía pelear contra él,  tenía claro que no era más que un estorbo en la familia. 

Lo único que le recordaba que estaba vivo era su corazón,  golpeando tan fuerte en su pecho que dolía.  El silencio se extendió por unos buenos minutos,  de pronto su vista cayó en la rendija de la puerta semi abierta que daba a la sala de al lado.  Scott estaba ahí,  lo había escuchado también. 

Dirigió su atención una vez más a su padre,  con los ojos vacíos de esperanza.  Les brindó una reverencia y se dispuso a salir lo más pronto posible de ahí.

–Entiendo... Si me disculpan,  me voy a retirar ahora,  mañana visitaré a lady Kirstin.

Sin esperar más salió de la habitación con su más falsa tranquilidad.  Una vez en el pasillo,  no se dio tiempo a considerarlo más.  Scott saldría en cualquier momento de la sala y no quería,  no podía verlo,  no ahora. 

Corrió por los pasillos,  desorientado,  al borde del abismo.  Cuando llegó a su destino,  cerró la puerta con fuerza y se dejó caer al piso con la espalda contra el duro material de la puerta. 

Dos segundos más tarde escuchó dos suaves golpes en la puerta. 

–Mitch...abre por favor.

La voy de Scott solo provocó que los ojos se le llenaran de lágrimas.  Negó con la cabeza,  entonces se dio cuenta de que no podía verlo.

–Necesito estar solo.

–Por lo menos dime que volverás a la habitación,  es peligroso que estés solo.

Levantó la vista, ni siquiera se había dado cuenta de que estaba en la biblioteca,  después de todo era el único lugar en donde se sentía en su hogar. 

–Las ventanas están cerradas,  necesito estar solo. 

Un largo silencio.  

Escuchó el profundo suspiro del detective y lo imaginó pasándose una mano por el cabello.  Dos lágrimas gemelas se deslizaron por sus mejillas y llevó sus rodillas al pecho para ocultar su rostro,  a pesar de estar solo,  completamente solo.

–Iré a pedir que te traigan un te,  entonces espero que hayas abierto la puerta.

Escuchó los pasos, amortiguados en la alfombra, de Scott alejándose. Solo entonces se permitió a si mismo derrumbarse.
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Todo se había acabado ¿y qué más esperaba? ¿haber podido elegir?¿que Scott lo quisiera?..ja!

Ya no había nada más para él. La presión en su pecho se hacía cada vez más fuerte, cada vez menos aire llegaba a sus pulmones y Mitch supo lo que venía. Sabía que estaba a punto de llegar, lo sentía a la vuelta de la esquina, el final. No recordaba la última vez que había tocado fondo, quizás más de 5 o 6 años, pero ahora estaba aquí.

Un gemido de dolor se formó en su garganta, lleno de desolación y desesperación. Ciertamente no sabía realmente la definición exacta de lo que sucedía con su mente y su cuerpo en ese momento, pero él lo llamaba "Colapso". Durante los escasos minutos que duraba su colapso, la única palabra que se repetía en su mente era "escapar" y hubiera estado dispuesto a cualquier cosa con tal de escapar, podría hacer cualquier cosa con tal de que el dolor se acabara, de una vez por todas, para siempre.

Sintió los músculos de su garganta cerrarse y luchó por conseguir algo de aire, las lágrimas en sus ojos llegaban tan rápido que era imposible mantenerlos abiertos y su cuerpo temblaba tan fuerte, que pequeños espasmos lo recorrían, mientras sacudía su cabeza de lado a lado, pensando sólo en una cosa.

Escapar

Haría cualquier cosa por escapar.

Seguía apoyado contra la puerta, demasiado mareado para caminar o hacer cualquier cosa con su cuerpo. En vano intentó respirar profundo, sabía que no podía hacer para que el maldito colapso terminara pronto y es que en ese momento parecía que no iba a terminar nunca. Solo podía quedarse ahí, sintiendo como todo se derrumbaba a su alrededor, en un espiral sin final de dolor y pánico, hasta que ya no quedaba nada.

Gradualmente, su respiración se fue ralentizando y los temblores se hicieron menos visibles. Estaba tan débil, tan cansado, que solo respirar era una tarea titánica. Una vez que  fue capaz de abrir los ojos, clavó la vista en el fuego de la chimenea de la biblioteca, las llamas danzantes y desordenadas lograron calmarlo un poco, pero el vacío en su interior ya no se iba a llenar con nada. Dirigió su mirada a cierto lugar especial de la biblioteca. Con mucho esfuerzo, logró ponerse de pie y como pudo recorrió la estancia.

Ahora todo había acabado.

Sabía perfectamente lo que tenía que hacer...








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A/N: En esa fecha nadie sabía lo que era un ataque de pánico, pero es eso a lo que Mitch se refiere con Colapso.  

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