7: La Novia.

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Mitch iba de camino al parque con Lady Kirstin, su novia. Hasta ahora, solo habían hablado en la fiesta, así que su madre organizó un paseo por el parque para que se conocieran mejor. Algo inútil, pensó Mitch. De todas formas iba a tener que pasar el resto de su vida con ella.

Kirstin, después de mucho insistir, logró que Mitch la llamara por su primer nombre, sin el título. Parecía simpática y su conversación era interesante, por lo menos la tarde no sería tan aburrida.

-Así que, Mitch- dijo la chica con una sonrisa, sonreía mucho -¿qué te gusta hacer?

-mmm bueno, generalmente estoy en club con mi padre, para "impregnarme" de los negocios- respondió Mitch con sarcasmo. Kirstin rió.

-Yo quiero saber lo que te GUSTA hacer, no lo que DEBES hacer- continuó la chica con dulzura -por ejemplo: yo DEBO comportarme como una dama todo el tiempo, pero me GUSTA cantar a todo pulmón, aunque no sea apropiado- Mitch no pudo evitar soltar una carcajada.

-Pues...me gusta tocar piano- dijo muy bajito, nunca se lo había dicho a nadie, Scott lo había descubierto. El recuerdo de la última vez que tocó piano y lo que vino después, provocó que sus mejillas se tiñeran de rojo. Afortunadamente, la entusiasta muchacha no lo notó.

-Wooow ¿en serio? yo toco muy mal, pero me gustaría aprender- hablaba muy rápido - quizás tu puedas enseñarme.

Luego de que dijera eso, se sumieron en un largo silencio. Ambos estaban pensando en la boda, en sus "obligaciones". Cuando Mitch volvió a hablar, su voz fue solo un susurro.

-Sé que no quieres casarte, Kirst.

-Sé que tu tampoco quieres- tenía tristeza en la mirada, pero pronto se giró hacia Mitch con una sonrisa pícara -por lo menos no conmigo...

El corazón de Mitch casi se detuvo.

-¿que?! ¿de q.qué estas hab.blando?- logró tartamudear.

-Es que a veces te quedas mirando al vacío, como soñando...quizás ya estas enamorado.

Mitch necesitaba dejar de hablar de esto, así que pensó en dar vuelta la situación.

-¿Cómo lo sabes? ¿Te has enamorado?

Para su sorpresa, Kirstin bajó la cabeza y se sonrojó a más no poder. Miraba fijo el piso con ojos perdidos, muy abiertos.

-Yo...no lo sé- susurró.

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Pasaron la tarde conversando de sus vidas. Efectivamente, Kirstin era muy simpática y Mitch pensó haber encontrado un amiga. No volvieron a mencionar la boda en un largo rato, quedó claro que no era un tema agradable para ninguno.

Aunque más tarde Kirstin le confesó que estaba en esta situación porque su familia estaba al borde de la ruina. Su madre había muerto cuando ella era una niña y había perdido a su padre, en un accidente, hace poco más de un año, así que viajó sola a Londres y ahora su tío se hacía cargo de ella. Le contó que no era un hombre amoroso, más bien era frío y controlador. Solo amaba a su hermano y cuando éste murió, quedó destrozado. Se había vuelto cada vez más distante. Kirstin pensaba que se quería deshacer de ella lo más pronto posible.

-No lo culpo ¿sabes?- dijo la chica, como no dándole importancia -sin familia y sin marido, solo soy una carga para él.

Algo en la forma de ser de Kirstin y la similitud de sus situaciones, hizo que Mitch confiara en ella.

-Pues, si te sirve de consuelo, mis padres no me soportan- dijo con una amarga sonrisa- por eso nos iremos a vivir lejos cuando nos casemos. Supongo que no soy el "hombre" que ellos esperaban.

No tenía la intención de decir lo último en voz alta, se llevó una mano a la boca y miró a cualquier parte menos a la chica. Ella, sorprendentemente, no dijo nada al respecto, siguió hablando como si no hubiera escuchado nada.

-¿Tienes amigos, Mitch?

-Solo uno- respondió, agradecido de que cambiara de tema -ha sido un gran apoyo siempre, lo conozco desde niños. Creo que lo conociste en la fiesta del otro día, es el hijo del Conde Kaplan, Avriel.

Cuando mencionó el nombre de su amigo, un sonido parecido a un jadeo salió de la mujer. Se giró para verla y estaba roja como un tomate. Tomó su abanico y se echó aire, como luchando por respirar. Antes de que Mitch pudiera preguntarle qué le pasaba, ella se puso de pie.

-Es tarde, deberíamos volver- comenzó a caminar sin esperarlo, pronto Mitch la alcanzó. Se veía bastante incómoda, así que no le preguntó nada más.

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Cuando se despidió de ella, en la puerta de su casa, lo sorprendió con un afectuoso abrazo.

-Me gustó mucho conocerte más, creo que podríamos ser grandes amigos.

-También lo creo...hasta luego Lady Kirstin- Dijo con una sonrisa.

-Hasta luego, Señor Grassi- Dijo con el mismo todo formal, pero riendo.

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Al llegar a la mansión, se encontró con la gélida mirada de su madre. Siempre lo veía así, como si no fuera el fruto de sus entrañas.

-¿y mi padre?- preguntó Mitch, sonando igual que un niño pequeño.

-Con Lord Maldonado, tienen asuntos que arreglar- fue toda la respuesta que le dio, se giró en sus talones y subió las escaleras sin despedirse.

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