9: Serás el Siguiente.

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Scott estaba echando humos, tenía las manos empuñadas a sus costados, mientras veía a Mitch girar por la pista con su novia entre sus brazos. Por todos los demonios! Sabía que lo deseaba, pero nunca había experimentado celos de esta forma y no podía permitirse sentir algo más profundo hacia el chico. Mitch se iría pronto y él tenía que seguir con su vida.

Aún así, estaba en una esquina del lujoso salón de los Kaplan, sintiéndose miserable cada vez que Mitch le sonreía a joven con la que bailaba. Más que nunca deseó borras todas las malditas barreras sociales y ser él que giraba con Mitch con sus manos entrelazadas.

Mitch por su parte, se sentía paralizar cada vez que su mirada chocaba con la del detective a través del salón, en la distancia. Incluso ahora que bailaba con Kirstin, podía sentir el peso de la mirada de Scott en ellos.

−Hey...todavía estoy aquí− dijo con una risa traviesa la muchacha.

−Qué?! − respondió Mitch volviendo su atención a Kristin.

−Sé que ocultas algo, Mitch− puso una cara seria, pero podía sentir la diversión en su voz –Me caes bien, pero de todas formas voy a descubrir tu secreto.

Mitch no contestó, se rió incómodo y siguió bailando hasta que terminó la música, le agradaba Kirstin pero suponía que tarde o temprano tendría que contarle la verdad, no estaba dispuesto a fingir y engañarla el resto de su vida.

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La noche pasó de forma normal. Conversó con Avi un rato y aunque sí le llamaba la atención que no mencionara nada acerca de su pronto matrimonio, ahora que era oficial, o que no comentara nada con respecto a su novia, que estaba en algún lugar del mismo salón; estaba demasiado distraído con sus propios pensamientos.

Luego de que Avriel se fuera de su lado, ya que era el anfitrión de la fiesta, Mitch se quedó solo junto a la puerta-ventana que conectaba al jardín. La tristeza volvió a apoderarse de su cuerpo mientras veía a todas las felices parejas que charlaban y bailaban por todo el salón, comenzó a sentirse ahogado por su desdicha y las lágrimas aparecieron en ojos.

Antes ponerse a llorar ahí mismo, salió rápidamente al jardín. El aire frío lo envolvió de inmediato. Bajó las escaleras, hasta dejar atrás las luces del salón. Caminó un poco por los senderos, casi llegaba a la hermosa fuente en el centro del jardín cuando escuchó un sonido entre los árboles cercanos.

Su corazón se detuvo por completo y rezó para que fuera solo su imaginación. Pero volvió a escuchar pasos. Antes de que pudiera voltearse una mano tapó su boca desde atrás, al mismo tiempo que otro brazo inmovilizó su cuerpo, apretándolo tan fuerte, que no podía respirar.


−Serás el próximo−


Fue todo lo que dijo, no fue más que un susurro pero Mitch lo escuchó fuerte y claro. Lo seguía sujetando y tapando su boca, con Mitch luchando por liberarse, pero sin éxito alguno. Cuando se estaba dando por vencido, pensando que el hombre lo secuestraría o lo mataría ahí mismo, la esperanza volvió junto con el grito de una voz que conocía muy bien.


−Mitch!!!


Apenas escuchó el grito de Scott retumbar en la obscura noche, el hombre soltó a Mitch con un fuerte empujón, haciéndolo caer al suelo y echándose a correr, perdiéndose en las sombras.

En una fracción de segundo, Scott llegó hasta Mitch, cuando la sombra del hombre era solo una mancha en la distancia. Lo levantó con cuidado y el chico no pudo contener las lágrimas silenciosas que rodaron por sus mejillas.


−nn.o ppude gritar− logró tartamudear Mitch –tapó m.mi boca...dijo que yo sería...el próximo.


Hundió la cabeza en el cuello de Scott, sintiéndose de inmediato más calmado con su presencia.


−shhh...tranquilo− Scott habló con una dulce voz, pero su cuerpo estaba rígido de rabia, por no haber llegado antes –Te quedarás en el salón mientras busco a ese desgraciado.


−No! quédate conmigo− dijo inmediatamente Mitch –por favor...no me dejes solo ahora.


Había otro ruego implícito en las palabras de Mitch y dejó que todos sus miedos y sus anhelos se reflejaran en su mirada, cuando encontró los ojos azules de Scott.

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Después de que Scott les relató rápidamente a los marqueses lo sucedido, optó por llevar a Mitch a casa. Sus padres se preocuparon más por guardar las apariencias que por el bienestar de su hijo, así que se quedaron en la fiesta. Mañana partirían a la hacienda en el campo, ahora que habían amenazado directamente a joven Grassi, sería bueno alejarlo de Londres por un par de días.

Ahora estaban en el interior de un carruaje, uno frente al otro, en el silencio de la noche, con 15 minutos de viaje por delante.


−Necesito saber si viste su cara o lo reconociste− susurró Scott, con el tono más suave que encontró.


−No, me...me sujetó desde atrás− respondió con la voz quebrada.


Mitch no pudo evitar recordar las palabras del hombre: Serás el siguiente. No fueron las palabras en si lo que más lo asustaron, fue la forma en la que lo dijo, tan calmado y sin duda alguna en la voz.

−Demonios! Tengo tanto miedo− susurró con rabia y ya no pudo contener sus sollozos.

Enterró la cara entre sus manos y se permitió llorar, pero nunca esperó que Scott se moviera de su asiento para estar a su lado. Y más que eso, lo levantó para sentarlo en su regazo. Mitch se sonrojó en la obscuridad del carruaje cuando sintió el calor del cuerpo de Scott y sus brazos acunándolo contra su pecho. El gesto se sintió tan natural, que Mitch envolvió sus brazos alrededor de Scott, llorando silenciosamente en su cuello, hasta calmarse, mientras Scott susurraba palabras dulces en su oído, en un intento por consolarlo.

Scott se regañó mentalmente, intentando controlar los impulsos de su cuerpo, mientras intentaba calmar a Mitch. Pero tenerlo así era como haber encontrado todo lo que le hacía falta para estar completo. La promesa que vino a continuación, supo que iba a cumplirla con su vida; y era una promesa tanto para Mitch como para él mismo.


−No dejaré que nadie te lastime, Mitch. 

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