Día Veintiocho. Dr. Andrew.

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David Andrew, recuerdo el día, el primer maldito día que lo vi, ¿quién diría que aquel chico torpe sería, algún día, mi captor?

No siento nada, empiezo a dudar que sea por lo que él me hizo tomar, empiezo a dudar de mi cuerpo y mi fuerza; aquella que jamás me ha dejado desde que comencé a vivir con Ian, esa que jamás me dejó aun después de ser traicionada y humillada se haya rendido ya.

¿Era la fuerza o mi amor por Ian lo que me hacía seguir?

Ese amor algún día va a matarme.

El primer día que vi a mi estimado doctor, fue cuando llegó a mi casa, una casa completamente transformada en un lugar para dar placer. Él entró por ese umbral negro con un hombre mucho mayor, las chicas de allí se volvieron locas. No sé por quién.

Ian habló con ambos y lo único que recuerdo es que, cuando David me señaló Ian comenzó a reír.

Ella no es para ti, muchacho

— ¿Por qué no? Es linda, la quiero a ella

—No.

Luego de eso, las voces se hicieron más fuertes, el hombre mayor logró calmar a su pequeño lo que fuera e Ian le ofreció otra chica. Chloe.

Creo que fui feliz.

Sin embargo, luego de eso Ian se enojó conmigo por salir de mi habitación.

Era uno de esos días en los cuales un cliente me hacía pasarlo mal y él se hacía cargo dándome un descanso de un jodido día.

—Verás lo que tengo preparado para ti, tú y yo, solos, sin Ian, sin Caulder, sin nadie, solo tú yo, como siempre debió haber sido, Nicole. — acaricia mi cabello.

En un torpe intento de quitarme repego mi cabeza con su mano. Estúpida.

—Lo sé, preciosa, por fin te daré la vida que mereces.

Quiero gritar, quiero golpearlo e irme. No puedo. No puedo. No. Puedo.

Me alzan de donde estoy, el camino que él recorre parece no terminar, mis ojos ven diferentes colores, mi nariz no percibe más que su colonia y lo único que puedo pensar es en él.

El motivo de todos mis males.

¿Cómo pudo abandonarme?, ¿no se suponía que me amaba?, ¿Qué resolveríamos todo juntos?

—Todo estará bien ahora, Nicole.

Siento una textura acolchonada en mi espalda, quiero estirarme, hacer algo pero mis manos nos responden, no puedo ni separarlas.

Tengo miedo.

¿Por qué mi amor por ti no fue suficiente para quedarte conmigo?, ¿por qué no estás aquí?

Unas manos recorren mis brazos, un aliento se siente en mi cuello y lo único que recuerdo son aquellos días.

Comienzo a llorar.

—No sabes lo mucho que espere esto, Nikky

Y comienza a tomar posesión de mí, duele. Duele no tener control de nada y dejarme en contra de mi voluntad, siento cada cosa que me hace y no puedo hacer nada.

Intento no pensar en él entrando en mí, en él besándome, en él suspirando en mi oído. No puedo.

Lo único que puedo hacer es llorar y no moverme.

La pesadez llena mi cuerpo, es lo que quiero pensar.

No quiero reconocer que él terminó dentro de mí.

Diario de Una Paciente de Psiquiatría.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora