Día Doce. Alice

730 41 8
                                    

Un grito estrangulado me despierta, siento como unos brazos me atraen más a alguien, al despertar siempre me encuentro desorientada así que volteo y me encuentro con un dormilón Caulder a mi lado, se ve tan bien, siempre se ve tan bien, ayer fue alucinante, mi noche de cumpleaños fue genial.

No lo esperaba tan temprano, las luces seguían encendidas y él nunca venía cuando las habitaciones y pasillos estaban iluminados. Lo vi entrar a paso lento y sugerente hacía mí, estaba sentada en la cama, recargada de la pared, lo seguí con la mirada, paró justo enfrente de mí y me observo de pies a cabeza, le abrí las piernas invitándolo y vi como sonreía, le miraba altiva y sí, excitada ya, apoya sus brazos en la cama y se aproxima a mí, a pocos centímetros de mi boca se detiene y mi respiración se acelera.

—Feliz Cumpleaños, Nicole— susurra para después besarme, lento al principio, lo sigo queriendo acelerar el ritmo pero él no me deja, escucho una risa nada disimulada y bufo frustada.

—Tranquila, muñeca, te prometo que te gustara, solo paciencia— descendió a mi cuello y le abrí el paso, sus besos eran igual de lentos como los que me había dado en la boca, me estresas, bajé la cabeza y lo empuje por los hombros lo suficiente para estampar mis labios con los suyos, el muy bastardo sonreía, pero aleluya, fue más salvaje y húmedo, lengua incluida. Se sentó sobre sus rodillas atrayéndome hacia él, tomé su cabeza con ambas manos y él me agarró por la cintura.

—Acuéstate— ordenó contra mis labios, inmediatamente me alejé de él y me tendí a lo largo de la cama, gateo hasta mí para quedar a cuatro, justo como le hice aquel día, bajo a mi cuello, lo lamio largamente y me mordió antes de llegar a mi oreja, alcé mi cabeza, eso me volvía loca, su mano izquierda masajeaba mi seno, comenzó a morder el lóbulo de la oreja, su mano bajo lentamente y se metió por debajo de mi blusa.

Puso sus piernas en medio de las mías y recostó su hola allí, erección, alcé mis caderas para chocar con las suya y escuche un jadeo en mi oído, sonreí y repetí el acto, su cabeza bajo al hueco de mi cuello y empezó a recibir mis caderas, la mano que estaba dentro de mi blusa bajo rápidamente a mi pierna alzándola por la parte del muslo, la puso contra él mientras se restregaba más en mí, su boca beso mi cuello, mi mano derecha fue hacia la mano que tenía agarrando mi pierna poniéndola encima de la suya, con la otra lo abrace por los hombros.

Con él solo bastaba esto para sentirme completa y estallar.

Para de repente levantándose con sus brazos arrodillándose en la cama, se quita la camisa y baja de nuevo para tomar la mía por el filo, me levanto enseguida y le permito quitármela, esconde sus manos en mi trasero y me alza, siento como baja el short que tengo hasta quitármelo y aventarlo en algún lugar del suelo, me suelta y me tiendo sobre la cama, me mira detenidamente, baja y sube su mirada por todo mi cuerpo, toma una de mis piernas por los tobillos y la sube a su hombro inclinándose, besando mi pierna en el descenso, abro mi otra pierna cuando siento que llega a mi muslo interno, sigue descendiendo hasta que llegar a allí ,empieza a lamer desde la entrada una y otra vez, arqueo mi espalda, tenía mucho tiempo sin sentir eso.

Va subiendo lentamente hasta mi vientre, su mano se alza a mi seno y lo aprieta, cuando veo ya está besándome con fuerza, sus piernas están en medio de las mías y las caderas chocan una y otra vez, llevo mis manos al filo de sus pantalones y comienzo a bajar, el me agarra de una mano deteniéndome, su boca baja a mi cuello y comienza a morder.

—Estás muy ansiosa hoy— comenta burlón, ruedo los ojos.

—Estás haciendo mucho circo, Caulder— hablo irritada, acto final, por favor, aprieto el filo de su pantalón con ambas manos, se recarga a un lado y comienza a estimularme, suelto un jadeo.

Diario de Una Paciente de Psiquiatría.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora