Día Diez. Órgano

723 43 7
                                    

Me he sentido tan vacía estos días, sí, ya sé, ¿cómo puede ser teniendo a un chico que cada noche viene a hacerme favores sexuales?

Han pasado 4 días y se repite lo mismo, Caulder viene, me duerme de la manera más eficiente y en las mañanas no está, se va, y no crean que eso es lo que me hace sentir así, ajá, claro, miéntete Nicole.

En serio no es él, no es el hecho de que no amanezca a mi lado, porque por Dios, es obvio que se lo cargaría el payaso si nos encuentran así, y aún más con esa nueva habitación que hay.

Hace dos días hubo mucho movimiento, aparentemente se les ocurrió una forma de jodernos más, en una de las tantas habitaciones abandonadas instalaron un cuarto eléctrico, sí cariñó mío, ahora nos electrocutaran cada que hagamos algo malo o las medicinas no puedan con nosotros.

Ahora tendré que andar con más cuidado, no quiero que me den toques y quede más loca de lo que estoy, si en realidad estoy loca.

Caulder me ha dicho que en este lugar hasta el más estable se vuelve loco, que en vez de ayudar te empeoran, las posibilidades de salir son casi nulas, al menos en este hospital. Nos tratan de la mierda, nos dan una comida más o menos pasable, en los cuartos no se puede hacer nada, los confinamientos te tratan peor que un perro con sarna, en fin, muchas cosas horribles pasan aquí.

Los gemelos ya pusieron su plan en acción, ayer por la noche se escucharon gritos, estrangulados horribles, desesperados, me despertaron en plena noche, ¿saben lo que es eso? Espantoso, me levanté de mi cama y fui directamente a la puerta, no acostumbraba a salir de noche, había veces en que mi puerta estaba cerrada pero desde que conocí a Caulder siempre la encontraba sin seguro, al abrirla un pasillo sombrío me dio la bienvenida, los gritos parecían amplificarse en la oscuridad, escuché unos pasos apresurados, a los segundos las lámparas se encendieron, Norma, Doroty y Martha iban directamente a su habitación, abrieron apuradas, al momento de hacerlo los gritos se escucharon más potentes, eran ensordecedores.

—Es Alice— me sobresalté al escuchar a Caulder tan cerca de mí, lo observe de pies a cabeza, llevaba ropa blanca, unas sombras llamaron mi atención, al fondo del pasillo por donde se entraba Tom y Kendall se hallaban riéndose, Caulder siguió mi mirada, al voltear a verme sonrió.

— ¿Los responsables?

—Sí— afirmé observando la escena, Doroty y Martha sacaban por los brazos a la pequeña, la tenían alzada por las axilas, ella pataleaba y berreaba, literal.

— ¿La chica te hizo algo?— preguntó serio de repente, asentí con la cabeza, fije mi vista en él y juro haber visto un destello de maldad cruzar por sus ojos.

No es que me haya asustado, me acostumbré a ver esos destellos con él.

Eso no quiere decir que no me haya sorprendido.

Alice pasó tomada por los brazos de Doroty y Martha, pataleaba, lloraba y gritaba al mismo tiempo, las pobres enfermeras apenas y podían con ella, ni cuando a Lilly le dio un ataque se puso así.

Los gemelos la vieron pasar y aparentaron estar idos, al ver que las enfermeras se iban avanzaron hacia nosotros.

—Nunca lo encontrará— Kendall se veía eufórico, Caulder lo interrogó con la mirada.

— ¿Qué hizo?— cuestionó

—Nikky, ¿no le has dicho?— preguntó divertido Kendall, Tom comenzó a las risas.

—Fue la culpable de la interrupción sexual de Nicole con Frank, y Gorma, ya sabes— informó Tom levantando un hombro, —se puso como cerda rabiosa

Diario de Una Paciente de Psiquiatría.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora