Día Seis. Nuevo Cuidador

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He tenido pesadillas, en dónde él está bañado de sangre, mis gritos suenan hasta el cielo raso y no viene nadie hasta que él está totalmente desangrado, me despierto bañada en asqueroso sudor y exaltada, es horrible, y asqueroso…

Han pasado dos días de que estuve a punto de tener un lésbico con Jessy, la pobre viene más temblorosa que antes y me mira con precaución, mi vida, no follo chicas… aún, hoy es miércoles, el día está lluvioso, de por sí los días son una mierda envuelta en papel, ahora súmale a eso que llueva, espantoso.

El espejo no estaba, me lo habían quitado al otro día, al parecer mis sospechas de que querían que me suicidara eran falsas, me demandaran por difamación, me encontraron tan aferrada a él y con lágrimas secas en mis mejillas que se espantaron, el doctor Andrew habló conmigo, ya saben, me preguntó que me había pasado, perdía saliva tratando de que al menos respondiera, él ni nadie de aquí me creería si les digo que lo he visto, que me ha tocado y hablado.

Hoy, como todos los días estoy encerrada en mi habitación, nada bueno ha pasado en este hospital, bueno, ya sé dónde está Franky, los gemelos deslizaron una nota ayer por debajo de la puerta y me dieron la ubicación, me costaría toda mi matriz entrar. En el lugar donde lo habían mandado era en el último edificio, uno más arriba que los confinamientos, allí están, por así decirlo, los más peligrosos de aquí, pero Frank ni al caso con eso, solo lo hacían por joderme y porque la seguridad allí era difícil, repito, DIFICIL, tenías que estar autorizada o ser el jefe del área para dejarte pasar y eso, a duras penas, tenía que maquiavelar algún plan para ir allí y terminar lo que empecé.

Alice no se había molestado en hacerme algo, la niña me miraba con miedo.

Roger… no está, regresó a su escuela, estaba aquí para cumplir con unas prácticas.

Gorma, bueno, ella como siempre, me miraba con asco.

Después de comer decidí en andar como enferma alrededor del lugar, caminé por los pasillos de todo el edificio del primer y segundo piso, al llegar al principio de las escaleras del piso de los confinamientos un guardia me intercepto y tuve que dar media vuelta volviendo al primer piso.

Seguí caminando, pase por los lavaderos y un olor particular llamó mi atención, era mariguana y alguien que no era yo la estaba fumando. Retrocedí hasta la entrada y vi a un chico que jamás había visto aquí, estaba recargado en una lavadora que quedaba justo enfrente de la puerta, lo veía perfectamente, daba largas caladas al porro en sus manos, tenía la cabeza gacha. Di un paso, y otro, y otro más, él no se movía, al dar el siguiente paso él alzó un poco la cabeza y la ladeo, tenía el cigarrillo en la boca y Dios, después de Frank este tipo sí que estaba guapo.

—No se permite fumar en las instalaciones— ¿en serio dije eso?

Él alzó una ceja, un lado de su boca se alzó, me miró con diversión poniéndose recto, se quitó el porro de la boca y dejo caer la mano que tenía éste.

— ¿Tú me estás diciendo eso a mí?, ¿en serio, Nicole?— habló divertido. ¿Cómo mierda sabe mi nombre? Fruncí el ceño, vi cómo le dio otra calada al porro, Dios, se me antojaba a horrores.

—Si te ve Norma te castra

—A esa gorda nadie le hace caso, aparte, la tengo bien amansada— aseguró con una sonrisa creída.

Quería ese porro en mi boca. AHORA. Al parecer él notó mi urgencia porque me lo tendió, alargue la mano para tomarlo y lo quitó, lo miré frustrada y él era diversión pura, aparte de altanería, y te la chupo como la traigas.

— ¿Qué quieres que haga?— le pregunté molesta, me cruce de brazos y él sonrió. Acortó la distancia entre nosotros y me acaricio la mejilla, con su mano libre, en todo ese momento miré a su pecho, apenas y le llegaba al hombro.

Diario de Una Paciente de Psiquiatría.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora