Día Dieciséis. Malas Nuevas

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El primer pensamiento que atravesó mi mente cuando recién llegué a este lugar fue: qué lindo, y sí, es lindo, pero como siempre hay algo que opaca toda esa cara bonita. Es el peor incordio  a la hora de las consultas, quiere saber absolutamente todo de ti, aún más de lo que se supone que debe saber para hacer lo que sea que hagan los loqueros.

Observé todo lo que hizo desde que puso pie en el comedor, habló con Jessy y la gorda y después escuché a mi querida enfermera llamándome, me puse de pie dejando sin cuidado el tenedor en el plato y fui hasta allá.

—El Dr. Quiere hablar contigo— si no me dice ni idea.

Asentí hacia él y tomó el paso, inmediatamente lo seguí. Pasamos el gran pasillo que llevaba hasta la cocina, doblamos en una esquina y subimos las escaleras, el tercer piso estaba solitario, seguro fue obra de él.

Justo cuando pensé que mierda quería hablar en el techo paró de repente y casi choqué con él, cuando se dio la vuelta su semblante era sombrío. Problemas.

Me observó detenidamente, como cuando miras por un telescopio esperando que algo pase con el objeto observado. Ladeé la cabeza hacia un lado y levante una ceja, expectante.

—Nicole, no quiero que hagas nada estúpido, ¿de acuerdo?— lo miré sin entender y asentí débilmente.

—Lo que te diré… no se supone que deba hacerlo, así que ninguna palabra— me ordenó, volví a asentir y él retomó la marcha.

El techo… oh mi Dios el techo, tenía una cerradura difícil de violar, tres candados y una cadena, ¿Por qué tanto? Hasta donde sabía, mucho antes de que yo llegara, hubo una temporada en que los loquitos del lugar tomaron la costumbre de lanzarse desde allí, algo como salto en bomgi sin cuerda.

El viento me azotó en el momento que abrió la puerta, como todo buen caballero de mierda me dejó pasar primero.

Caminamos hasta el filo del techo, el borde, era una gran altura. Ahora entendía porque nadie había salido vivo.

—Te trasladarán— soltó la bomba. Creo que me torcí el cuello, voltee a verlo rápidamente. No podían trasladarme, si lo hacían es que, o estaba mejorando o estaba yendo en peor, creo firmemente que es la segunda.

Él estaba con su vista fija al frente, su entrecejo  levemente fruncido.

—Será un lugar muy lejos de aquí, aun no sé muy bien el lugar, lo que sí sé es el tiempo, la semana que entra será el viaje

— ¿Quién autorizó?

—El director del lugar, aparentemente estás mejor que cuando llegaste, él dice que por tus reportes necesitas un lugar más… agradable, para que tu avance siga y salgas más rápido de este lugar

—Oh…

—También hay una posibilidad de que si ven que esos reportes han fallado te mandaran de vuelta, ya sabes, sé que este lugar no te gusta así que procura ceder allí si te preguntan por Ian—  una punzada de dolor me atravesó, —esto no es ético pero procura decir que estás consciente de que está muerto y…

—Él no está muerto, el siempre viene a verme— sentencié, la ira creció de repente.

Andrew se sorprendió por eso, él no sabía que Ian seguía viniendo, bueno, él ni siquiera sabía que lo veía, nunca le compartí nada con él acerca de eso así que era verdadera sorpresa. Me arrepentí en ese momento. La gente enojada dice cosas estúpidas y confiesa cosas estúpidas. O en este caso, importantes.

—Nicole, él murió, lo sabes— odiaba que usara ese puto tono

— ¡No es cierto!, ¡él viene a verme, SIEMPRE! Lo veo, siempre luce tan guapo y todo negocios, él me visita, ¡cada día!— tomé aire. —ÉL. NO. ESTÁ. MUERTO

Y ahí venía, ese ataque que desde hace meses no tenía, una ansiedad tremenda me azotó, empecé a ver borroso, y ahí, él estaba justo ahí.

— ¡Ahí está!, ¿ves como no miento?— Andrew volteó a donde señalaba y después hacía mí, me tomó del hombro y me jaló hacia la puerta.

— ¡No!, ¡déjame!

—Nicole, él no está, ya murió, tienes que dejarlo ir— afirmó con su asquerosa voz de psiquiatra.

— ¡NO!— ¿algunas vez han escuchado esos gritos desgarradores? Bien, uno de esos fue en ese momento.

Andrew me tomó con más fuerza mientras pataleaba, la imagen de Ian se desvanecía por instantes y luego se veía más y más clara, podía ir y tocarlo si quería pero el imbécil no me dejaba.

Grité hasta que Jessy vino con una aguda en sus manos, me agarró el brazo con una fuerza que no creí en ella y todo se volvió negro.

—Duerme bien, Nicole

Fue lo último que escuché mientras su figura se desvanecía.

Desaparecí, lo sé, Y POR MUCHO TIEMPO D: 

Okno

Espero les haya gustado, cualquier queja, duda, comentario, dedicación, equis ye, lo pueden hacer. 

Gracias por leer!

Les amo ♥

Diario de Una Paciente de Psiquiatría.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora