Capitulo opcional: Un mensaje de la vida (+15)

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La luz del sol resplandecía en lo más alto del cielo brindándole así calor a la fértil tierra verde que se extendía como un largo manto, el roció de la naturaleza hacia brillar al bosque y a los arroyos que transcurrían por el lugar. Los arboles eran grandes, repletos de hojas verdes y muchos frutos. Justo en ese bosque se hallaba un niño, de unos 7 años, caminando y dando brincos por la colina. Sus padres lo dejaban pasear por el bosque ya que era un sitio seguro, pero de todas formas debía evitar alejarse demasiado, pues esa era la regla.

El niño se veía muy contento y entretenido jugando a perseguir saltamontes y algunas ardillas. Utilizaba un largo palo para desplazarse por las zonas rocosas, en realidad no lo necesitaba pero sostener aquel palo lo hacía sentir como un explorador.

El medio día se acercaba, debía volver pronto a casa para almorzar, pero el niño no se sentía muy hambriento debido a que se había comido algunas frambuesas que encontró en un arbusto, y se guardó algunas en el bolcillo. Entonces, mientras volvía a casa pudo observar a un enorme sapo posado encima de una roca, el animal croaba lentamente mientras su cuello se inflaba como un globo. El niño intentó atrapar al sapo caminando despacio para no espantarlo, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca para agarrarlo el animal dio un brinco y se fue saltando colina abajo, el niño fue corriendo en su búsqueda, deseaba atraparlo.

Finalmente el sapo se subió a una roca que estaba en la orilla del arroyo, el niño con sumo cuidado se acercó al animal listo para atraparlo, pero en ese instante algo llamó la atención de su mirada. En la otra orilla del arroyo estaba una niña sentada encima de un tronco con sus pies chapoteando en el agua. El niño se distrajo tanto que no puso atención en donde pisaba y cayó al agua, el sapo se asusto tanto que dio un gran salto hacia unas ramas, donde desapareció

--¡Rayos!—dijo el niño levantándose del agua

La niña sintió algo de curiosidad hacia el niño y fue a su encuentro para ver cómo estaba

--¿Estás bien?—

--S-si, estoy bien—respondió algo apenado mientras el agua le escurría por la cara

--¡Ya ves lo que has hecho!—

--¿Qué hice?—

--Espantaste al sapo—

--Yo no fui la que se cayó al agua—

--Si pero es porque tú me distrajiste—

--Solo estaba sentada en el tronco—

--De todas maneras no se qué haces persiguiendo a un sapo, son criaturas horribles—

--Es porque tú eres una niña, yo sin embargo soy el rey de este arroyo, y no le temo a nada...ahora debo seguir buscando al sapo—

--Y-yo podría ayudarte, es lo menos que puedo hacer—

--De acuerdo puedes ayudarme, solo si te mantienes a una distancia lejana cuando lo encuentre—

--De acuerdo, me llamo Liza—

--Yo me llamo Jack—

Ambos niños caminaron por el arroyo ignorando el hecho de que se estaban alejando demasiado. Las horas pasaban y el sol se comenzaba a poner, los niños caminaban de un lugar a otro buscando al sapo, pero el animal nunca volvió a aparecer. Sin embargo, ambos se estaban convirtiendo en amigos, esa es una cualidad buena en los niños

--Oye Jack creo que deberíamos volver, se hace tarde—

--Si, yo debí haber vuelto hace ya varias horas—

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