CAPITULO 39

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CAPITULO 39:

El sujeto me sonrió, estirando sus delgados labios rosados y alzo la mano para saludarme.

-Hola –musito, bañando al español con un matiz inimitable de italiano. Sujete su mano, respondiendo el saludo y le devolví la sonrisa a sabiendas de que la mía parecía turbia.

Como no hable para nada, Matthew, volvió a practicar con Cameron.

-Neanche parla spagnolo? –le pregunto, confundido.

Cameron soltó una carcajada que al instante supo contraer.

-Pensó che odia questi luoghi, man no te la prendere personale –le dijo el, con amabilidad-. Beh, é meglio andaré –el pesar en el rostro de Cameron apareció de repente.

Al menos podía estudiar sus expresiones sino entendía nada de lo que hablaban.

-Ma se siete appena arrivati! –parloteo el sujeto tras la barra.

-Sí, ma fretta –una mueca se dibujó en el rostro de Cameron.

-Okay, okay. Saluto Madison.

-Chiaro –Cameron sonrió fugaz.

-Hasta pronto, Karol. Me dio mucho gusto conocerte –me dijo con su acento italiano, distorsionando un poco el español.

-Adiós, Matthew –musite, tímida.

-Arriverdeci, Cameron –dijo él.

Cameron me tomo de la cintura y el tacto cálido de su mano sobre mi cuerpo, llegaba incluso a través de la ropa. La piel se me erizo, como si una lombriz de electricidad me recorriera el cuerpo.

Me saco de aquel lugar y pude respirar el aire fresco una vez que estaba afuera. Aquel respiro me hizo pensar en Madison. Me sobresalte.

-¿Qué hora es? –le pregunte a Cameron.

Saco su celular y miro la pantalla del mismo.

-Las ocho con cuatro –contesto, como si nada.

-¡Madison ya está en casa!

-Conduciré rápido –dijo.

¿Esa era su respuesta? ¿Acaso me sentía más culpable yo que él? ¿Él se sentiría culpable al menos? Las preguntas revolotearon en mi corazón con voz propia, mientras me esforzaba a mandarlas todas al rincón de mi mente. Callándolas.

Subí al auto de Cameron cuando este me abrió la puerta. El tiempo se me acababa; había pasado un buen rato con él, sin embargo para mí pareció solo la prolongación de lo que dura un suspiro y ahora iba a ponerle final al día, ame tarde con él.

Condujo hasta el departamento de Madison, y en el camino casi no hablamos debido a que mi cabeza se encontraba hundida en pensamientos, buscando alguna manera de explicar la situación. Situación que a Cameron parecía no preocuparle.

Cuando llegamos y el estaciono frente al edificio. Me congele en el asiento porque aún no tenía el pretexto ideal para decirle a Madison. Hoy era una de esas noches en las que la cabeza no me daba para más, más que para sostener el cabello.

El rugido del motor se detuvo y el silencio se produjo al instante.

-Listo, subamos rápido –dijo Cameron, satisfecho del tiempo que había tardado en llegar. ¿Veinte minutos se le hacía poco?

-Espera –le sujete del brazo antes de que bajara.

Me miro integrado.

-¿Qué vamos a decirle? –pregunte.

-¿A quién? –inquirió, confundido.

-A Madison –dije, obvia.

-¿Por qué? –su ceño levemente fruncido me decía que no estaba fingiendo confusión.

-Por la hora a la que llegamos., porque estamos juntos, querrá explicaciones –intente explicarle, desesperada, la culpa me estaba comiendo por dentro.

Cameron rio por lo bajo.

-No hicimos nada malo, Karol –me interrumpió, pero aun en la oscuridad de la noche pude ver el brillo que sus ojos desprendían con persuasión. Y el tono de voz cínico que salía de sus labios carnosos. Tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural por no aproximarme a ellos, para acallar los ridículos latidos de mi corazón que podrían dejarme en evidencia. Tuve que obligarme a retener a la cordura para no contradecir a lo que el acababa de decir.

La oscuridad solo me hacía desearlo más. Me hacía querer acercarme de una manera casi incontrolable. Pero la voz en mi cabeza mascullando el nombre de mi mejor amiga impidió todo tipo de incoherencia que mi mente pudo haber producido.

-Karol –me llamo, haciendo que regresara al momento-. ¿Estás bien? –pregunto.

-Sí, yo... si –tartamudee.

-Bien –se bajó del auto y quise quitarle la oportunidad de ser caballeroso, porque todo aquello no ayudaba mucho en el asunto del enamoramiento absurdo en el que ahora estaba metida. Pero la puerta no abrió. El rápidamente se encontró de mi lado y el mismo abrió para ayudarme a bajar.

Subimos por las escaleras hasta el tercer piso y llegamos por fin al departamento. Cameron parecía relajado más sin embargo yo seguía sintiéndome culpable.

Abrí la puerta con el corazón palpitante de desazón y visualice por un momento como debía ser el mundo.

Alexis se encontraba con Madison y ambos miraron al instante hacia donde Cameron y yo, la expresión de cada uno era distinta, la de Madison era un rostro inquieto, preocupado, sin duda; la de Alexis estaba tranquila, serena. Me pregunte cual sería la mía.

-¡Oh allí están! –exclamo Madison y corrió a abrazarnos a Cameron y a mí.

Me quede quieta, confundida.

-Bestia, ¿Por qué no te llevaste tu celular? –me dijo-. Cameron, ¿Por qué no respondías el tuyo? –inquirió al interpelado.

Más que una amiga que se sintiera engañada o especulando alguna artimaña parecía madre preocupa como cuando sus hijos no llegan a casa y casa de la media noche. Me sentí más culpable que antes.

-Lo siento, amor –dijo Cameron, y en la última palabra el corazón se me encogió adolorido-. Lleve a Karol a la feria, ¿recuerdas que me contaste que jamás había ido a una? Bueno, quise hacer algo realmente lindo por ella –me miro y sin rastro alguno que me hiciera confundir-. Y además, pase a saludar a Matthew, recuerda que hoy es su cumpleaños. Por cierto, te mando saludos –se acercó a Madison y beso su frente.

Capte la escena desde muy cerca y el corazón aun encogido en alguna parte de mi pecho, se sacudió violenta y dolorosamente. Madison se tranquilizó.

-Pero debiste al menos avisarme, amor –musito y se alzó en puntillas para besar a Cameron en los labios.

Ya no pude mirar más, baje la cabeza y me retire con rapidez hasta llegar a donde Alexis estaba, quien se encontraba también con la mirada gacha. Esa escena le lastimaba tanto como a mí.

-Pero, ¿te divertiste, Karol? –me pregunto Madison, con una sonrisa sincera cuando se hubo desocupado de los labios de su novio.

-Seguro, aunque casi muero arriba de una montaña rusa –dije, aparentando que todo estaba bien.

Madison estallo en estruendosas risotadas y luego miro a Cameron.

-¿La hiciste subir a una montaña rusa? ¿Cómo lo lograste? Yo lo he intentado tantas veces y siempre me dice no –dijo, sorprendida y divertida. Cameron se encogió de hombros.

-Supongo que tengo don de convencimiento –bromeo.

No estuve en desacuerdo con Cameron, aunque su definición de "don de conocimiento"...

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EN MULTIMEDIA BRAD CLAYTON ;) ... EL HERMOSO LIAM PAYNE

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