CAPITULO 33

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CAPITULO 33

Pero el solo contacto de su mano con mi brazo, hizo arder mi piel. Me gire a mirarle, esperando algo parecido al extraño comportamiento de ayer, pero su mirada era distinta, era como siempre había sido, tierna, inspiradora, brillante.

-¿Podemos hablar un minuto? –pidió y su voz terciopelo acaricio mis oídos.

Asentí y me soltó.

-Creo que... -comenzó y al instante bajo la mirada- que te debo una disculpa –musito, pero yo me quede en silencio, porque en realidad no sabía que decir.

Entonces levanto su mirada verdosa y capturo mi rostro, como no dije nada, continuo hablando-. Por lo de ayer, la... extraña discusión que tuvimos, yo... eh... debí agradecerte, aunque no le veo nada de malo darle una simple flor a una amiga; pero tienes razón.

-¿En que tengo razón? –pregunte, hablando por primera desde que inicio el día.

-En que a quien debo de darle ese tipo de cosas es a Madison, ella es mi novia –esbozo una tenue sonrisa-, ¿no?

Me quise morder la lengua. Retractarme de las palabras que había dicho ayer, pero ya no podía, además de que era verdad, yo tenía razón, y me dolía tenerla.

-Claro, si –sonreí también. Aunque fingidamente.

-Entonces... -vacilo- ¿estamos bien? Digo, somos amigos, ¿verdad?

Amigos. La palabra reboto en mi mente como pelota de ping pong. Me dolió.

-Claro, amigos –esboce una tenue, apenas visible sonrisa.

-Genial –su sonrisa se volvió amplia.

-¡Karol, Cameron! ¿Por qué se quedaron allí? –Madison salió de nuevo a la vista y nos tomó de la mano a cada uno, llevándonos con ella- Karol, vi unos vestidos preciosos, te encantaran –me dijo animada.

Le sonreí, fingiendo entusiasmo. Nos llevó hasta el fondo de la tienda, en donde ella ya había hecho la selección de tres vestidos; uno en verde, otro en morado, y el último en tono tinto.

-Ve y escoge alguno que te guste, Karol, anda –me insistió y me señalo un apartado con varios vestidos.

Me gire a ellos y comencé a pasar la mano sobre cada uno, distraídamente. Rosa, rojo, negro, amarillo. Los colores pasaban por mi mente; porque en realidad no le estaba prestando atención alguna a los vestidos.

Amigos. Aquella conclusión de él me decía que ese era nuestro destino, nada más. Si yo tenía sueños, esperanzas o cualquier tipo de especulación acerca de una posible relación futura, tenía que echarlas a la basura. Nada iba a pasar, nunca, sencillamente porque él era el novio de mi mejor amiga.

-Creo que el azul se te vería estupendo –dijo a mi lado, haciéndome volver a la realidad, pero aun manteniéndome perdida en las capas de terciopelo de su voz.

-¿Cómo? –pregunte, atolondrada.

-El azul –señalo un maniquí portando un precioso vestido largo, en tono azul violeta tornasol, o un azul Copenhague, no supe bien. Con diseños en dorado.

Me acerque a él, sumamente atraída y Cameron me siguió.

-Muy espacioso ¿no crees? –dije, admirando el amplio faldón.

-No tanto. Perfecto, diría yo –me dijo-. Se te vería estupendo, como la blusa que tenías el día que salimos con mi hermano, ¿recuerdas? Además, es mi color favorito –añadió.

¿Qué si lo recordaba? Lo que me sorprendí era que él lo hiciera.

El vestido era realmente precioso, así que me lo probé, justo como Madison lo hacían con los que había elegido. Mientras que Cameron esperaba sentado afuera.

-Se te ve hermoso –dijo Cameron, cuando Madison le pregunto qué tal, entre tanto que yo me esforzaba por meterme en el vestido, torpemente.

Me pregunte qué color era ahora el que Madison vestía, ya que se había probado primero el vestido en tono tinto. Corrí la cortina y Salí del vestidor cuando por fin logre acomodarme el elegante atavió.

Madison y Cameron me miraron, asombrados.

-¿Me veo tan mal? –pregunte, un poco cohibida ante ambas miradas de alucinación.



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