Capitulo 52

382 26 0
                                    

CAPITULO 52:

El dolor de cabeza se había esfumado por completo, pero el dolor en mi corazón seguí atascado y se movía como la hoja de un cuchillo afilado. Mis maletas estaban hechas sobre la cama, la habitación había quedado tal cual la había encontrado cuando llegue. Iban a ser las seis de la tarde, pero ya no importaba, a mí se me había acabado la estancia allí y cada movimiento de la manecilla del reloj me lo recordaba. Tome mi morral y fui con Lala, al menos ella tendría que saber que me iba.

Camine con paso apesadumbrado, era como si los pies se me pesaran toneladas; las manos se me congelaban, sin siquiera haber tanto frio. Llegue hasta el laboratorio de los Marroquín pero esta vez, no había fotografías que imprimir, sino, una triste noticia que dar. Cruce la calle, tratando de respirar, no sabía que tan difícil podría ser decirles adiós a las personas que aprecias y más, si sabes que para volver a verlas pasara mucho tiempo, si es que sucede.

El rechinido de la puerta de entrada se escuchó cuando la abrí y la delicada figura de Lala se posó en mis ojos. Me dieron ganas de llorar en cuanto la vi sonreírme.

-¡Karol, hola! –me saludo, con esa alegría tan angelical en ella.

Quise sonreír pero una traicionera lágrima fue lo único que salió. Me dolía bastante decirle adiós a una persona fantástica.

-Oh, Karol, ¿Qué sucede? –llego hasta mi en un rápido andar y me abrazo.

-Vengo a despedirme –musite.

-¡¿Qué?! ¿A dónde vas?

-Vuelvo a California –confesé.

-¡¿Qué?! –la expresión se le contrajo de desconcierto.

-Tengo que irme, Lala. Ya no tengo nada más que hacer aquí.

-Pero... ¿Por qué?

Respire hondo, allí iba otra vez la historia, la dolorosa y triste historia del porque me iba.

-Anoche me embriague y bese a Cameron –dije, no quería darle mucho detalle al asunto.

-¡¿Qué hiciste que?! –sus ojos se abrieron desmesuradamente y llevo sus manos a su boca para contener el grito de sorpresa.

-No me hagas recodarlo, soy la peor mejor amiga del planeta –solloce.

-Vaya –murmuro-. No puedo creerlo –se quedó en silencio-. Y... ¿Cómo estuvo?

-¿Qué cosa? –inquirí, confundida.

-El beso.

-¡Laura! –farfulle, escandalizada.

-Lo siento, pero es que... enserio no puedo creerlo. Quiero decir, me sorprende que haya sucedido algo así, Cameron tiene novia, ¿no? Y tu... bueno tu jamás hubieras querido herir a tu mejor amiga, ¿verdad?

-Es lo único que me duele, Lala. Que la traicione.

-Si pero... ¿segura que eso es lo único?

-¿Qué quieres decir? –pregunte.

-No lo sé –se encogió de hombros-. ¿No te duele dejar a...? tu sabes.

-Cameron –me tembló la voz y Lala asintió.

-Si te digo que no, te mentiría. Lo amo Lala –confesé.

-¿Y qué vas a hacer? ¿Tú crees que irte arreglara las cosas?

Me reí.

-Sabía que intentarías hacerme cambiar de opinión, pero no hay vuelta atrás, Lala. Me voy.

-No puedes escapar siempre –me reprocho.

-No, pero ahora sí. De todos modos volvería, no me iba a quedar para siempre aquí.

Ella suspiro, sabiendo que por supuesto, no iba a cambiar de opinión.

-Te extrañare tanto –murmuro.

-Yo también. Escucha, podemos escribirnos por internet –dije, tratando de evitar el melodrama, pensar en despedirme de una persona como Lala me dolía en serio en lo más profundo de mi alma.

-No será lo mismo –dijo, triste.

-Ya lo sé, pero agradezcamos a Dios que nos permitió conocernos –musite, a punto de dejar salir las lágrimas.

-No es justo –murmuro y luego volvió a abrazarme. Ella no pudo contener las lágrimas y verla llorar me termino a mí por derrumbar.

-Nunca voy a olvidarte, ¿De acuerdo? –musite.

-¿Y prometes que te cuidaras?

-Lo prometo.

-¿Cuándo sale tu avión? –me pregunto.

-Mañana a las once de la mañana.

-Le pediré permiso a mis papas y cerrare para...

-No –la interrumpí-. Escucha, no te lo tomes a mal, pero mañana no quiero que nadie me acompañe al aeropuerto. No me gustan las despedidas, Lala. Y si puedo huir de ellas, mejor.

-¡Pero ya no voy a verte!

-Claro que nos volveremos a ver, algún día... dios nos volverá a juntar. Pero no me hagas dura la partida, ¿sí?

-Te voy a extrañar demasiado.

-Ya somos dos –trate de deshacer el nudo en mi garganta-. Te quiero, Lala. Gracias por todo.

-También te quiero, Karol.

Le di un último abrazo y me retire del lugar antes de que yo misma me amarrara a él, sabía desde un principio que no debía de encariñarme con las personas por que dejarlas me costaría mucho, y no estaba equivocada. Dolía bastante.

Camine hasta el edificio, mientras me limpiaba las lágrimas que resbalaban por mi mejilla. El cielo estaba oscureciendo, este había sido mi último día en Venecia.

Subí por las escaleras, desganada totalmente. La despedida de Lala no había sido para nada sencilla. No cabía más dolor en mi corazón.

O eso pensaba yo.


MANUAL DE LO PROHIBIDO *Terminada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora