CAPITULO 13

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CAPITULO 13:

-Emm... no- el color se me subió al rostro al haber sido descubierta en mi análisis visual de aquella maravilla que era su rostro.

Después de un silencio incomodo, en el acomodo de ideas, nuevas sensaciones y miles de cosas que hacía que mi estómago se moviera, una luz llego a mi razón y pudo conectar con mi lengua y hacer salir mi voz.

-Amm... me decías que Alexis había aceptado. ¿Cuándo seria?- dije.

-Bueno, si quieres, mañana mismo- comento, animado.

-Mañana... ¿Pero qué tal si le dan a Madison el trabajo?

-Buen punto, entonces sería quizá hasta el domingo- reflexiono.

-No falta mucho, de todas formas- dije sabiendo que mañana era viernes.

El mozo llego y coloco los platos delante de nosotros. El olor a queso fundido de la lasagna se adentró en mi nariz y mis tripas rugieron. La sonrisa de Cameron apareció fugaz en sus labios y el rubor tímido en mis mejillas.

Mientras comíamos saque varias fotografías del lugar y justamente como la vez anterior, el rostro de Cameron apareció furtivo entre algunas. No sabía que pasaba, no sabía porque cada vez que Cameron hablaba me maravillaba tanto, no sabía tampoco porque cuando me miraba algo se removía en mi estómago, ni tampoco sabía por qué cuando mencionaba mi nombre me sentía especial. Eso me obligo a pensar en Madison y sin saber tampoco porque, me sentí culpable de pronto.

Todos mis intentos por hacer que el no pagara mi comida fueron en vano.

-Soy un caballero- término por decir y antes de que yo le protestara algo tendió el dinero sobre la mesa.

Me llevo de regreso hasta el departamento de Madison, mientras la que la fierecilla rogaba encontrar la manera de extender el tiempo y si era posible hacerlo parar. Aquello me daba miedo, porque yo también lo desee. Cuando llegamos el subió conmigo, encaminando sus pasos junto a los míos.

-Espero que a Madison le hayan dado el trabajo- musite, mientras mis pies medio cansados, subían desganados los escalones del edificio.

-Yo también. Sueña con eso desde hace tiempo- concordó.

-Exacto, sé que la haría bastante feliz estar dedicando su tiempo a algo que le gusta bastante hacer- sonreí.

Abrí el departamento y oí el chasquido de la llave al quitar el seguro, entonces Cameron siguió mis pasos y se adentró también. Una rara combinación entre la extrañeza y la emoción creció repentinamente en mi fuero interno. Me quede mirando cuando cerró la puerta.

-Son las tres y treinta, seguro le dieron el empleo- dijo, observando el reloj que colgaba de la pared.

-¿Tú crees?- pregunte, mientras sentía a la fierecilla celebrar de emoción y no precisamente por una buena razón.

-Sí, ¿te molesta si la espero?- pregunto, jugando con una manzana que había tomado de algún lugar de la cocina.

-No, por supuesto que no, siéntate.

La fiera celebro aún más, el tiempo con Cameron se me había expandido, al menos hasta que Madison llegara. Esa última idea no le agrado del todo a la fierecilla.

El día termino. Madison había llegado pasadas las cinco de la tarde anunciando jovialmente su nuevo empleo y Cameron, luego de tres horas se había marchado. Ahora yo me encontraba recostada en la cama, mirando el techo de nuevo, como en la noche anterior; haciendo un análisis del día transcurrido y trayendo a mi mente aquel perfecto rostro, maravillándome al recordarlo.

Rebusque entre las amarillas hojas de aquel grueso libro de anuncios un buen laboratorio para imprimir las fotos que había tomado ayer. Madison había partido temprano a su empleo y llegaría tarde, así que tenía que buscar alguna manera de pasar el rato. Refunfuñe para mis adentros por no entender nada de lo que me mostraba el libro y me pregunte entonces como podría encontrar el laboratorio si no sabía siquiera leer el anuncio. Definitivamente tenía que aprender italiano. Aquella idea me hizo pensar en Cameron y reí como tonta al recordarle. Pero eso abrió paso a una pregunta que me hizo fruncir el ceño... ¿Por qué?

Sin embargo, no era tan tonta como para no entender absolutamente nada de ese anuncio, me ubique un poco al distinguir las imágenes y garabatee la dirección en un papel de aquel lugar que parecía ser lo que yo buscaba. Salí del departamento con la dirección en mente que afortunadamente había encontrado en la guía, mientras trataba de acomodar mi cámara fotográfica en el morral color verde olivo que cruzaba por mi pecho. Mis pies siguieron caminando entre tanto que intentaba introducir toda la cámara y de pronto mi andar se vio interrumpido al chocar con otro cuerpo.

-¡lo siento!- dijimos ambos al unísono.

MANUAL DE LO PROHIBIDO *Terminada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora