CAPITULO 27

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CAPITULO 27:

-Emm... ¡No! Quiero decir que Cameron la dejo para ti, es para ti –dije, mientras sentía que la fierecilla pataleaba y gritaba ¡Mia, mía, mía!

-¿Hizo eso? –Su semblante cambio de nuevo y se volvió tierno y dulce, como era-. Awww, que lindo es –se acercó la rosa y la tomo para luego percibir su aroma-. Tengo que ponerla en agua- sonrió y yo suspire, aliviada y con pesar.

Aliviada porque había salido del lio que por poco y se iba a armar, y con pesar porque la rosa ahora estaba en manos equivocadas, que irónicamente era en las que debería estar. Me senté en una de las sillas de las cocina mientras veía como Madison sumergía el tallo de la rosa en el agua en un pequeño florero.

-¿Y qué tal tu día con Brad? –pregunto mi amiga.

-Genial –musite sin ánimo.

-Ay pero lo dices como si no te hubiera gustado –su aguda voz se acercó cuando ella se sentó a mi lado.

-No, es que estoy cansada, ya me conoces –sonreí.

-No es justo ¿sabes? –dijo.

-¿Qué cosa? –la mire.

-Que no pueda pasar tiempo contigo. Dios, ¡eres mi mejor amiga y casi ni hablamos! Yo con mi trabajo y con... Cameron.

-Pero Mad, vivimos en el mismo departamento, como queríamos desde pequeñas ¿recuerdas?

-Si –sonrió-, y aun así casi ni te veo. No es justo.

-Está bien. Tenemos los domingos –dije.

-Un día de siete –hizo un mohín.

-Me gustaría pasar más tiempo contigo, Mad; como cuando éramos niñas, pero ya no lo somos. Tú tienes trabajo y yo muchas cosas que hacer. Pero al menos lo compartimos y eso es lo que cuenta.

-Me siento muy afortunada ¿sabes? –Suspiro- Tengo la mejor amiga del mundo y el novio más apuesto del planeta –rio-. Además del trabajo que quería –agrego.

No sabía porque me sentí culpable cuando ella dijo 'la mejor amiga del mundo' y celosa cuando dijo 'el novio más apuesto del planeta'.

Sonreí y la abrace. Si había una amiga excelente, esa era Madison. No yo.

-Tengo que dormir, Mad –dije.

-¡Ay no! –Exclamo, como una niña pequeña- ¿No vas a cenar?

-Estoy cansada.

-¡Vamos! Cena conmigo, ya van varias veces que me dejas cenando sola –hizo un puchero y me reí.

-Está bien. ¿Qué cenamos?

La sonrisa de Madison se expandió alegre en su rostro.

***

Mire atravez del ventanal el cielo completamente oscuro y conté las escasas estrellas que había esa noche. Mire luego el reloj, iba a ser la una y treinta de la mañana y yo aún no podía dormir. Me acurruque entre la cobija y suspire.

No podía seguir ignorando a la fierecilla dentro de mí, porque sus pensamiento ya no iban en total desacuerdo con los míos. Pero aún conservaba un poco de cordura en alguna parte de mi cabeza que me decía que no podía enamorarme de Cameron. Era tan intocable como el fuego bajo el sartén, tan prohibido como romper alguna ley de la constitución; era el novio de mi mejor amiga, y yo debía de brincar hacia atrás los pasos que no debí caminar.

Apabullaba y con la cabeza llena de pensamientos ilógicos logre dormir esa noche

***

Su sonrisa llegaba hasta mí a travez de la poca distancia entre ambos. Una sonrisa demasiado bonita como para desgastarla, pero él quería dármela a mí y solo a mí; haciendo que miles de mariposas revolotearan en mi estómago. Luego tomo mi mano, y sentí que pude tocar el mismo cielo. El corazón se me acelero cuando él puso su nombre en sus labios y la sonrisa se expandía ahora por mi rostro.

-¿Quién más puede hacerte sentir esto? –me pregunto con su voz de terciopelo.

Era la primera noche que soñaba con él, con Cameron. Suspire con la cabeza enterrada en la almohada y mi suspiro se convirtió en un vapor cálido que me pego en todo el rostro. Alce la cabeza y pude sentir algunos que otros cabellos despeinados a cada costado de mi cara. Hoy era sábado. Recordé angustiada el sueño y llegue a la conclusión de que tenía que contarle esto a alguien porque si no, explotaría tarde o temprano.

Me levante y arregle en media hora y teclee sobre la pantalla de mi celular el número de Alexis, ¿Quién mejor que el para entender toda esta locura?

-¿Hola? –me contesto del otro lado de la línea.

-Alexis, ¿podemos vernos hoy? –pregunte.

-Claro, dime en donde y a qué hora –accedió.

-En la plaza, en una hora y media, ¿Esta bien?

-Perfecto, ¿puedo preguntar para qué? –curioseo.

-Te digo luego.

-Está bien.

Colgué la llamada y me apresure a salir del departamento, seguro tardaría más de hora y media si no me daba prisa. Aunque llegar por mis propios medios costaría trabajo.

Tome un taxi que tardo casi los 60 minutos en llegar y pague con los euros que habían salido de mi bolso o que, mejor dicho, Madison había colocado allí para mi uso, debido a que mis billetes y monedas aun eran americanos.

Baje y me adentre en el montón de gente que circulaba bajo el cielo grisáceo como el día de ayer, y me senté en una banquita gris que estaba vacía por puro milagro, como si aguardara por mí.

Suspire y luego mire hacia arriba, a lo mejor llovería hoy. Los nubarrones grises que surcaban el cielo se veían considerablemente amenazadores.

Empecé a divagar entre mis pensamientos, mientras esperaba por Alexis; quien hasta el día de hoy se había vuelto casi mi mejor amigo, nos contábamos todo y esta vez, no sería la excepción. Estaba dispuesta a decirle todo con punto y coma, todo. Y eso incluía aceptar que Cameron me atraía y bastante. A la media hora Alexis apareció entre el tumulto de gente, su saco color vino y su cabello alborotado fue lo que alcance a distinguir primero.

-¡Alexis aquí! –manotee para que me viera y no solo logre llamar la atención del sino de algunos otros que me miraron extraño por hablar en otro idioma.

Como si no hubieran oído jamás el español. Me encogí un poco cohibida y aun así Alexis me alcanzo a mirar y se acercó.


MANUAL DE LO PROHIBIDO *Terminada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora