Problemas

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Maldición.

No podía, por más que intentara, no podía dejar de pensar en Loriel, en su cercanía, en sus labios que añoraba probar, en sus cautivantes ojos, en todo lo que respecta a ella.

Cerré los ojos negando con la cabeza, tenía que quitarme esa idea, tenía que quitarmela de la mente a ella y ese maldito sentimentalismo que se desprendía de mí cada vez que estaba cerca de ella pero siempre estaba ese deseo... Si, solo era eso, deseo, lujuria por carne nueva e inocente, deseo por un cuerpo virgen al que ningún hombre había tocado, todo lo que deseaba era solo carnal, tenía que convencerme de eso.

La vida me enseñó que es lo que sucede si llegas a amar a alguien, entregar mi corazón es el peor error que pueda cometer, mi madre obtuvo la muerte y mi padre se ahogó en su tragedia, debía ver eso, debía aprender de ellos, más aún...

Más aún así ella tenía ese talento, esa manera de dejar y olvidar mis ideales, lo que quiero alcanzar sin importarme el costo, ese querer de cambiar y dejar ser lo que soy. Loriel, esa mujer me hace solo desearla, de tenerla entre mis manos, cumplir cada maldito capricho que desee, me hace querer olvidar lo que una vez me prometí y darle una oportunidad de cambiar mi opinión al amor.

— Thranduil.— la puerta de mí habitación fue abierta por mi padre, no quise darle la mirada sabía lo que ocultaba.

—No estoy de humor para hablar por lo que...

—Es sobre Loriel.—eso tomo mi atención y gire hacia el, mi padre hizo un gesto segundos después de estudiar mi rostro.

—¿Que es lo sucede con ella?.—Oropher dió unos pasos a mi dirección, luego la desvió hacia el panorama que daba mí balcón, lo conocía, sabia que tenía algo entre manos, algo que sin duda no sería bueno para mí.

—Estás diferente. Distinto a lo que recordaba.—pasó de largo de mí colocándose en el balcón.

— ¿Diferente?.—vacilé.—No hay nada diferente en mi, nada a cambiado, soy lo que soy y obtendre lo que quiero para mí reino sin importar que.—Mi padre volteo a mi sin gestos algunos, estrechando los ojos, examinandome con cuidado.

—Yo no diría eso, hijo.—acortó el espacio que nos separaba.—Sabes bien la posición en la que estas , el compromiso que tienes con Loriel es por sus tierras, para obtener más terreno en la cual ser dueños, un gran reino con una impenetrable ejercicio e indestructibles soldados. Ese es nuestro ideal.

—Tengo presente lo que deseo, no habrá nadie en mi camino para conseguirlo.—crucé los brazos en mi pecho, mi padre ladeó la cabeza y sonrió de lado de una manera burlona.

—Que me dices si ese obstáculo es Loriel.—desvíe la mirada y segundos después escuché la risa de mí padre, supe que me había delatado.—No puedes hacer esto, tengo esperanza en ti Thranduil, ella solo será una distracción en tu vida, te desviará en lo que deseas. Esta unión es solo por conveniencia, no puedes, no debes enamorarte de ella.

—Lo que suceda o permita no es de tu incumbencia, viviste tu vida y mandaste todo al infierno por una zorra, crees que yo comería semejante error.

—Lo que suceda o permita no es de tu incumbencia, viviste tu vida y mandaste todo al infierno por una zorra, crees que yo comería semejante error

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El inicio de un amor Real©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora