─ ¿Ella? ─ Volví preguntar. El silencio continuó por unos segundos más y la llamada se cortó. Mía me miraba claramente preocupada cuando entré en la librería.
─ ¿Qué ocurre Guille? ─ Me preguntó acercándose a mí, yo no respondí, solo me dediqué a devolver la llamada, uno, dos, tres tonos y me mandó a la grabación, volví a intentar pero tuve el mismo resultado, ¡pero que le sucedía a Samuel! Como se le ocurría apagar el celular después de eso. Conociendo lo tonto que es decidí relajarme un poco, me acerqué a la barra donde compras y toqué la campana.
─Ahora estoy ahí. ─ Se escuchó la voz de Ruth, unos segundos después aquella mujer cruzó la puerta y me miró sonriendo. ─ ¡Guillermo! ─ Dio la vuelta al mostrador y se acercó a abrazarme. ─ No creí que volverías tan pronto a España. ─
─Sí, creímos que Samuel te tendría amarrado a la cama al menos un meses. ─ Dijo Mía, Ruth soltó una risa descontrolada y yo no sabía dónde meter la cabeza de la vergüenza
─ ¿Así que son amigas ahora? ─ Pregunté
─No sabes el tiempo que he pasado aquí, solo voy a casa a dormir. ─ Ella y Ruth rieron
─ ¿Y cuándo trabajas? ─
─Guillermo, por favor. ─ Esperaba que dijera algo más pero nada vino de ella, nos sentamos en una de las mesas y Ruth trajo café para Mía y un vaso de leche para mí.
─Gracias Ruth. ─ Se sentó junto a nosotros
─ ¿Y está gustando la vida en Los Angeles? ─ Me preguntó aquella mujer
─Sí, siempre quise vivir allá. ─
─Créele cuando dice siempre. ─Dijo esta vez Mía
─Pues me alegra mucho que cumplieras una de tus metas. ─
─Y con quien. ─ Mía y Ruth rieron, un chico entró por la puerta preguntando por Ruth
─Mauricio, buenas tardes. ─ Le saludó
─Buenas tardes, traigo su pedido. ─
─Llegas en el momento perfecto, ven. ─ El chico se acercó a nosotros. ─ Mira Mauricio, él es Guillermo Díaz. ─ Él me miraba con los ojos muy abiertos
─Señor Díaz, soy muy fan de usted y sus libros, me gusta mucho su manera de escribir y la manera ¡POR DIOS, NO TRAJE MI LIBRO! ─ Gritó de la nada, quedó unos segundos en silencio. ─Ruth, ¿tiene algún libro del señor Guillermo? ─
─Solo Guillermo, "señor" me hace sentir más viejo y toma. ─ Saqué un libro de uno de los estantes.─ ¿Tienes un boli? ─Rápidamente sacó un boli de su camisa, me lo tendió y firmé el libro
─Muchas gracias señor. ─
─Guillermo. ─ Le repetí
─Guillermo, muchas gracias por sus libros y por firmarme uno. ─ Me dijo sonriendo. ─ ¿cuánto es por el libro? ─ Preguntó a Ruth
─Déjalo, yo te lo regalo. ─ Le dije
─No, no, mucho hace con firmarlo. ─
─Déjalo, se de lo que te hablo. ─Dijo Mía, el chico sonrió y salió de la tienda, regresó con dos cajas y le tendió una hoja a Ruth, ella lo firmó y él se fue
─Siempre que venía a entregarme algo me hablaba de alguno de tus libros. ─
─Eso me hace muy feliz en verdad.─ Saqué mi cartera. ─ ¿Cuánto es por el libro? ─Pregunté