Capítulo XXI

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─ ¿Ella? ─ Volví preguntar. El silencio continuó por unos segundos más y la llamada se cortó. Mía me miraba claramente preocupada cuando entré en la librería.

─ ¿Qué ocurre Guille? ─ Me preguntó acercándose a mí, yo no respondí, solo me dediqué a devolver la llamada, uno, dos, tres tonos y me mandó a la grabación, volví a intentar pero tuve el mismo resultado, ¡pero que le sucedía a Samuel! Como se le ocurría apagar el celular después de eso. Conociendo lo tonto que es decidí relajarme un poco, me acerqué a la barra donde compras y toqué la campana.

─Ahora estoy ahí. ─ Se escuchó la voz de Ruth, unos segundos después aquella mujer cruzó la puerta y me miró sonriendo. ─ ¡Guillermo! ─ Dio la vuelta al mostrador y se acercó a abrazarme. ─ No creí que volverías tan pronto a España. ─

─Sí, creímos que Samuel te tendría amarrado a la cama al menos un meses. ─ Dijo Mía, Ruth soltó una risa descontrolada y yo no sabía dónde meter la cabeza de la vergüenza

─ ¿Así que son amigas ahora? ─ Pregunté

─No sabes el tiempo que he pasado aquí, solo voy a casa a dormir. ─ Ella y Ruth rieron

─ ¿Y cuándo trabajas? ─

─Guillermo, por favor. ─ Esperaba que dijera algo más pero nada vino de ella, nos sentamos en una de las mesas y Ruth trajo café para Mía y un vaso de leche para mí.

─Gracias Ruth. ─ Se sentó junto a nosotros

─ ¿Y está gustando la vida en Los Angeles? ─ Me preguntó aquella mujer

─Sí, siempre quise vivir allá. ─

─Créele cuando dice siempre. ─Dijo esta vez Mía

─Pues me alegra mucho que cumplieras una de tus metas. ─

─Y con quien. ─ Mía y Ruth rieron, un chico entró por la puerta preguntando por Ruth

─Mauricio, buenas tardes. ─ Le saludó

─Buenas tardes, traigo su pedido. ─

─Llegas en el momento perfecto, ven. ─ El chico se acercó a nosotros. ─ Mira Mauricio, él es Guillermo Díaz. ─ Él me miraba con los ojos muy abiertos

─Señor Díaz, soy muy fan de usted y sus libros, me gusta mucho su manera de escribir y la manera ¡POR DIOS, NO TRAJE MI LIBRO! ─ Gritó de la nada, quedó unos segundos en silencio. ─Ruth, ¿tiene algún libro del señor Guillermo? ─

─Solo Guillermo, "señor" me hace sentir más viejo y toma. ─ Saqué un libro de uno de los estantes.─ ¿Tienes un boli? ─Rápidamente sacó un boli de su camisa, me lo tendió y firmé el libro

─Muchas gracias señor. ─

─Guillermo. ─ Le repetí

─Guillermo, muchas gracias por sus libros y por firmarme uno. ─ Me dijo sonriendo. ─ ¿cuánto es por el libro? ─ Preguntó a Ruth

─Déjalo, yo te lo regalo. ─ Le dije

─No, no, mucho hace con firmarlo. ─

─Déjalo, se de lo que te hablo. ─Dijo Mía, el chico sonrió y salió de la tienda, regresó con dos cajas y le tendió una hoja a Ruth, ella lo firmó y él se fue

─Siempre que venía a entregarme algo me hablaba de alguno de tus libros. ─

─Eso me hace muy feliz en verdad.─ Saqué mi cartera. ─ ¿Cuánto es por el libro? ─Pregunté

A TU LADO { Wigetta}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora