Epílogo

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~ S A M U E L ~

─ ¿seguro que volverás? ─ preguntó Guille, su tierna voz lograba hacer que un nudo se formara en mi garganta.
─Claro que lo haré. ─ respondí con seguridad, sabía que lo haría, no importaba cuanto tomara eso.

Era una promesa.

Lo abracé y di pequeñas palmaditas en su espalda, con tan solo diez años de edad, Guillermo era casi de mi estatura, siendo que yo soy cuatro años mayor que él.

“Vuelo a San Francisco, California, favor de abordar por la puerta A18” se escuchó por el altavoz.

Los últimos años habíamos vivido prácticamente juntos Guillermo y yo. Era de estar en su casa o la mía. Compartíamos una hermosa amistad desde hacía ya unos años, el colegio fue la cumbre de nuestra amistad, allí se formó y se solidó. Lo cuidé o bueno eso pretendía hacer por el hecho de ser mayor que él; una cosa que le molestaba por cierto. Odiaba que lo tratase como un pequeño, pero como evitarlo, era mi pequeño amigo.

No fue hasta unos años más tarde donde nos tuvimos que alejar. A mis padres o más en concreto, a mi padre, le ofrecieron un trabajo fuera de España; San Francisco. Obviamente mi padre no iba a rechazarlo, era una de esas oportunidades que solo se presentan una sola vez en la vida. Esto mejoraría monetariamente nuestra vida actual y futura.

A la edad de catorce años ya tenía planeado lo que quería estudiar, aun no tenía contemplado en que universidad, esa sería una de las tareas que dejaría para mis años de bachiller.
El hecho de tener que separarme de mi mejor amigo era cruel, bastante la verdad. Lo extrañaría. Su mal humor y su risa escandalosa pero a la vez preocupante. Sus lindos mofletes y sus chocolatosos ojos rasgados, todo él, sería extrañado por mí.
La amistad que formamos nunca se vio afectada, no puedo decir que nunca peleamos, eso sería imposible, qué es una relación sin peleas, son necesarias para mejorar, pero eso era una amistad buena y duradera, no fue hasta un año antes de enterarme que nos iríamos (mi familia y yo) a San Francisco que ese sentimiento de amistad cambió por algo más, fue extraño, no lo negaré, solo contaba con catorce años, y enterarme que el chico con el que prácticamente compartía cada momento, movía un sinfín de sentimientos más allá que los de la amistad, fue chocante; estaba asustado… asustado a que él no quisiera más ser mi amigo, que me pidiera alejarme, pero fue algo que se formó y yo no lo había pedido.
Se lo comenté a mi madre, ella es la mujer más comprensiva que he conocido en este mundo, quizás sea porque es con la única que entablo una conversación seria. Bueno, se lo dije, le conté de esto, de los sentimientos que sentía por él, y lo aceptó, lo hizo de una manera bastante bien. Y me aconsejó decírselo, por el hecho de que no lo vería en un largo tiempo, posiblemente esto sea cruel, el hecho de decir “me gustas” e irte y ya. No sonaba de lo mejor, pero era algo que tenía que hacer, era uno de esos puntos en la lista de “cosas que debes llevar en tu maleta” obviamente esto no iría dentro de ésta , pero las palabras y recuerdos de haberle contado de éste sentimiento que había nacido en mí, estaría totalmente impregnado en mi memoria.
Se lo dije unas semanas antes de tener que partir, lo había meditado y también contemplé las reacciones que Guille tendría antes esa confesión, él era pequeño, con un gran corazón, imaginación hermosa y fantástica, todas esas cosas juntas en un pequeño de 10 años. No creí que fuera a comprender del todo lo que le dije, pero sorprendentemente lo hizo, y no es porque yo lo creyera estúpido o algo similar, para mí era un pequeño niño.
Vaya que estaba equivocado. Su reacción fue de lo más sorprendente, pensé que era alguien mayor en el cuerpo del lindo chico por el cual tenía sentimientos.
Lo comprendió de la mejor manera y me sorprendió confesando que él tenía esos mismos sentimientos por mí. ¿Imaginan mi cara de sorpresa y emoción?

A TU LADO { Wigetta}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora