Capítulo XXII

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Volteé la mirada hacia Mónica que se encontraba a unos pasos de mi, su cara de horror y desconcierto era algo muy notorio.
─ ¿Quién es ella? ─Escuché preguntar a Mia. Esa misma pregunta rondaba por mi mente ¿Quién era aquella mujer? ¿Y por qué preguntaba por Ella?
─No lo sé─ Dije simplemente─ Pero creo que no es familia.
─ ¿Por qué me está buscando esa señora, abuela? ─ Se escuchó la voz de Ella, ninguna respuesta se recibió, Mónica se encontraba en el mismo estado de shock que Samuel
─¡Ella cariño! Soy tu mamá─ ¡Hija de puta! Fue lo primero que pensé. ¡¿Cómo se atrevía a decirle algo así de esa manera a una niña de seis años?!    
─ ¡HIJA DE PUTA! ─Gritó Mia y trató de acercarse a aquella mujer, pero la alcancé a detener.
Samuel tomó a la chica del brazo así desapareciendo de nuestro rango de visión. ─Por qué me detuviste, para ahorita ya la tendría en el piso, suplicando haber caído del avión, ¿Esa es la muerta cierto? ─…
─Creo que Samuel me mintió─ De nuevo…
─ ¿Por qué esa señora ha dicho que es mi mamá? ─ Preguntó Ella a Mónica quien se encontraba sentada en un sillón, como ella no le contesto me acerqué hacia donde se encontraba
─Tranquila cariño, tu papi te explicará cualquier duda que tengas─ La abracé

Unos minutos después recibí un mensaje de Samuel en el que me decía que nos fuéramos a casa.
Salimos del hospital y nos subimos al auto de Mónica.
El camino no era muy largo pero con el ambiente que se podía respirar en este momento era asfixiante. En lo que llevábamos de camino ni una sola palabra por parte de alguien se hacía presente, ni siquiera una de Mia siendo que ella habla hasta por los codos, ¿pero qué esperaba?  Seguro todos e incluyéndome a mí nos encontrábamos en estado de shock, cómo es que esa mujer ha regresado si se suponía estaba muerta, mi mente no dejaba de pensar en que tal vez Samuel me mintió de nuevo y es que cómo no pensar eso si me guardo el secreto de que tenía una hija por casi un año... llegamos y bajé del auto para abrirle la puerta a Mónica, Mía se encontraba del otro lado del coche.
Pasamos hacia dentro de casa, y ahí se encontraba Sarah. Nos saludó recibiendo a Ella con un tierno abrazo, la separó de su cuerpo tomándola por sus hombros observando cada parte para después lanzarle una avalancha de preguntas
─ ¿Cómo te encuentras mi niña? ¿Te duele algo? ¿Quieres comer? ─
─Estoy bien Sarah─ Una pequeña sonrisa se mostró en sus labios.
─Tranquila Sarah, se encuentra bien, solo es cuestión de que descanse ¿verdad cariño? ─ Esta vez se dejó escuchar la voz de Mónica, Ella asintió. Después de haber dicho eso se disculpó y dijo que necesitaba irse a su habitación, era obvio el motivo y todos los presentes incluyendo a Sarah sabíamos que algo muy malo había pasado.

Un rato ya había pasado desde que habíamos llegado, Ella se encontraba entre sentada y acostada en el sofá viendo alguna caricatura en la pantalla del salón.

─ ¿Y Samuel donde se encuentra? ─ Eso mismo me estaba preguntado yo hace ya un rato
─ Se ha ido con la hija de p…─ ¡Por favor! Solo pido prudencia ─Con la madre de Ella─ La cara de horror que se presenció en el rostro de Sarah podría haber sido digna para un foto, pero no era momento para pensar en eso… y Mia por favor, ¡creí que esa pausa era para tener un poco de tacto!
─ ¡Mia!─ Grité ─ ¡Solo un poco de tacto, solo pido eso! ─Su rostro reflejaba arrepentimiento. Rápido voltee a ver a Ella quien se encontraba en el sofá prácticamente dormida.
─Eso es imposible─ Eso quisiera. Sarah quien se encontraba con un rostro de horror y sus manos en la boca ─Kylie murió hace años ─ esto último lo dijo en un susurro más para sí misma que para nosotros.
─Iré a acostar a Ella ─ No quería ser grosero pero el simple hecho de escuchar el nombre de esa mujer que jamás quiso a su hija me revolvía el estómago. ¡Es que ni siquiera sé si decir que es su madre! No comprendo cómo es que la abandono así, como si no importara, ¿Quién abandona a su propio hijo? ¿Quién es tan desalmado para hacer semejante acto? Sentimientos de todo tipo se juntaron. Tan solo recordar toda la historia que me había contado Samuel hacía que unas inmensas ganas de llorar se juntaran en mis ojos, recordar que tan solo cuando era un bebe ya no quería estar cerca de ella sin siquiera verla, tocarla, conocerla… no veo porque ahora le entró el amor de madre para venirla a buscar, seis años después.
─Vamos Guille ─ La voz de Mia me saco de mis pensamientos, Sarah que hace unos momentos estaba con nosotros ya había desaparecido de mi rango de visión.
─ ¿Y Sarah?
─Se disculpó y se fue. ─ Me acerqué a Ella y la tomé en brazos, sus ojos se entre abrieron y le mostré una media sonrisa.
─Vamos a llevarte tu habitación pequeña ─ Recargó su cabeza en mi pecho y pasó una de sus manos por uno de mis hombros. Nos encaminamos hacia la habitación, encontrándonos con Mónica en el pasillo
─Hola cariño ─ Le tocó una de sus mejillas. Mónica nos indicó cual era la habitación y nos acompañó. Entramos y Mia se dirigió a la cama, quitó las mantas para después yo acostarla. Coloqué las mantas moradas sobre ella. Observé que la mayoría de cosas que se encontraban en esta habitación eran moradas, lilas y blanco, en una de las paredes se encontraba un cuadro gigante de un ¿unicornio? Un gran estante con juguetes y muñecos estaba en una de las esquinas.  La habitación era acogedora y se notaba que la dueña de esta era una niña. Un enorme ventanal hacia el jardín estaba justo al lado de la cama. Todo estaba en perfecto orden, esto me hizo recordar que Samuel es una de las personas más locas por el orden que he conocido. Un vago recuerdo llegó...

A TU LADO { Wigetta}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora