Así que tomé una decisión. ─ Me voy. ─ Trató de acercarse nuevamente a mí
─¿Qué? ─ Me alejé más de él
─Me voy, Samuel. Ya no puedo con esto, siento que no lo merezco. ─Caminé hacia la puerta.
En ese momento Samuel se dio cuenta que estaba perdiendo a Guillermo, pero las emociones eran tan fuertes que ni una palabra, de las tantas que estaban atoradas en su garganta, podían salir para detener al chico que lo miraba con tal decepción en su rostro.
Para cuando su cerebro pudo reaccionar a esto Guillermo ya había desaparecido en una de las puertas, así que necesitaba ir a buscarlo, caminó por las habitaciones buscando al chico que estaba con él hace unos minutos, encontrándolo en una de las habitaciones de huéspedes.
─Guille...─ Fue todo lo que pudo decir al entrar en la habitación ya que una mano se estampó contra su rostro mandándolo para atrás
─ ¡Mia! ─ Se escuchó la voz exaltada de Guillermo
─Ni te atrevas a ayudarlo, cierra esa maleta. ─
─¿Pero qué haces? ─ Reaccionó Samuel al golpe anteriormente recibido. ─¡¿Enloqueciste?! ─ Samuel se tocaba el rostro por el evidente dolor
─Te merecías ese golpe desde hace tiempo, pero no había tenido la oportunidad. ─ Guillermo, que se veía más joven con las lágrimas que resbalaban por sus mejillas, salió de la habitación cargando una maleta
─Las mías están en la sala, vamos ya. ─ Mía caminó detrás de Guillermo tratando de que evitara contacto con Samuel
─Guille, por favor. ─
─No hay más "por favor", Samuel, he llegado a mi límite. ─ El chico de ojos tristes salió de la casa esa noche y tomó un taxi con destino a un hotel. Esa misma noche Samuel se quedó dormido en el pasillo frente a la recamara donde había salido Guillermo hace unos minutos.
Esa misma noche Guillermo lloró hasta quedarse dormido, pensando en cada momento que había vivido con Samuel desde que lo vio en aquella cama de hospital, cuando ni siquiera sabía su nombre pero eso no evitó que se mantuviera a su lado, pensó también en las emociones vividas estando en su casa, en la llegada de Ella a su vida y lo dulce que era aquella pequeña y casi se arrepintió de haber salido de aquella casa, pero ahí estaba Mía, apoyándolo cuando el llanto lo ahogaba y cuando sentía que iba a acobardarse y volver a la casa para decirle a Samuel que no podía dejarlo, de quedarse de tapete.
─No puedes permitir que las cosas sigan así, Samuel debe darle rienda a su propia vida antes de comenzar una contigo. ─ Decía Mía cuando Guillermo se sentía tan débil en decisión, se abrazó muy fuerte a ella y pudo dormir como necesitaba.
Por su parte Samuel había despertado a las cuatro de la mañana sintiendo dolor por la mala postura, se preguntaba qué hacía en el suelo y porqué había dormido ahí, se dispuso a ir a dormir cuando el recuerdo le llegó de golpe y casi cae al suelo por el mareo, no podía aceptar que fuera verdad que Guillermo se había ido, así que cercioró cada habitación de aquella casa que conocía desde que era un adolescente, y era verdad, su mente no le jugaba una mala broma, Guillermo se había ido y él no lo había detenido. Después de ir a la sala se desvivió en llamadas a Guillermo, sentía que el mundo iba a acabar si él no le respondía, no podía parar de dejar mensajes de voz "Guille por favor no me dejes, necesitamos hablar de esto" era lo que decía con regularidad en cada mensaje. Y aun sentía que esto no servía de nada, no sabía a dónde había ido Guillermo, si seguía en la ciudad o se había ido a otro lugar, no sabía nada, y eso le estaba quemando el pecho.