Capítulo IX

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Unos segundos después entró Ali por la puerta y anunció que la hora de visita había acabado, la madre de Samu se acercó a él para besarle la mejilla, después le dijo algo en voz baja y emprendió su camino hacia afuera de la habitación

—Nos vemos afuera Guillermo. — Me dijo antes de salir y con una sonrisa en el rostro.

—... bueno Samu, es hora de que me vaya, espero que pases una buena noche. — Le sonreí

—Espero que pases una buena noche Guille... sueña conmigo. — Me guiñó un ojo y yo me puse rojo de nuevo

— ¡Pero qué dices, chaval! No quiero tener pesadillas. — Soltó una carcajada, muy aguda por cierto. —Pero que hombre, ¿no? —

—Así soy yo Guille, un machote. — Se golpeó el pecho suavemente

—Y también eres un tonto. — Reímos juntos, la puerta se abrió de golpe

—A ver ya tortolos, es tarde, Guillermo fuera, Samuel te cambiaré el suero. —

—Sí jefa. — Contesté. — Hasta mañana Samu. —

—Hasta mañana Guille. — Me saludó de vuelta y salí de la habitación, afuera estaba la madre de Samu sentada en uno de los sillones

— ¿Vas a casa ya? — Me preguntó suavemente

—Sí, ¿usted vive aquí en Madrid? —

—No, me estoy quedando en un hotel, pero antes quería invitarte a cenar. —

— ¡Oh! Yo... tengo un compromiso con mi publicista, lo siento mucho en verdad. — Es que soy tonto

—No te preocupes hijo, tomemos un café entonces. — Me sonrió amablemente y yo le devolví la sonrisa

—Claro que sí, conozco una librería en donde venden un café delicioso. —

—Estupendo, confío en ti. — Entrelazó su brazo al mío y me sonrió. Fue tan gracioso, nunca había estado ni siquiera así con una chica, ni siquiera con mi madre. Tomamos camino calle abajo de donde se encontraba el hospital y llegamos a la librería de Ruth.

—Buenas tardes. — Nos saludó Ruth al entrar.

—Buenas tardes Ruth, me das dos pastelillos, mi café de siempre y sorprende a la dama. — Ruth me sonrió y pasó a la parte de atrás de la tienda

—Ya te conocen aquí. — Me lo dijo más bien como una pregunta

—Sí, creo que vengo todos los días. —

— ¡Oh! ¿Vives aquí cerca?—

—Pues se podría decir que sí, paso más tiempo en el hospital de lo que paso en mi casa. — reí

— ¿Y eso a qué se debe?—

—Bueno, desde hace unos años voy al área oncológica del hospital a leerle a los niños. — Sí, lo dije como lo más normal, pero ella me miró con grandes ojos

— ¿De verdad?—

—Sí. — Ruth llegó con nuestros café y los pastelillos. —Gracias Ruth, ¿cómo está Charlotte?—

—Muy bien, no sale de su cuarto por seguir leyendo. — Se rió como si tuviera un chiste personal. — ¿Vienes del hospital?—

—Sí—

—Y ¿cómo está tu chico? — sentí la sangre abandonar mi cuerpo

—Yo... Oh... Mira Ruth, ella es Mónica, la MADRE de SAMU el chico que visito al hospital.—

A TU LADO { Wigetta}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora