Quinceava parte.

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Ahora Jaime, ¿Dónde están las demás cartas? - preguntó con un tono de voz dulce - necesitó saber que le cuentas a tus padres - mi cara de espanto era notable - creó que nada bueno.

No, nada malo - y así era, sin ver a Nicolás nunca no tenía nada que contar de él, a parte no quería preocupar a mis padres.

Entonces, ¿Dónde están? - ya empezaba a enfadarse, su tono de voz comenzaba a subir.

En el cajón, en la parte trasera en un pantalón - dije apuntando el escritorio, en ese momento Nicolás se levantó, sacó las cartas y abrió una.

Las leeré - fue lo último que dijo, confiaba en mi memoria y que no había escrito nada malo, necesitaba un baño para ver si el dolor disminuía un poco.

Al terminar me demoré bastante en vestirme debido al dolor de mis heridas y no podía agacharme por las costillas, cuando abrí la puerta escuche a Nicolás y Jere conversando.

Señor, el niño no está bien esas heridas pueden infectarse - decía Jere

Es un castigo, ¿ cuándo se han atendido las heridas de un castigo Jere?- gruñía Nicolás.

Cuando no se quiere que muera el nakshe señor, usted es bueno, por favor no deje morir al niño - soltó Jere con voz de preocupación

A ver Jere, ¿cuál es la razón de tu tan grande preocupación por Jaime, te has enamorado de él? - Nicolás se notaba enojado.

Como se le ocurren tales cosas señor, jamás en mi vida me fijaría o sentiría atracción por un nakshe, menos por el suyo, usted es bueno señor yo confió en su persona, sé que si no lo mató es por algo y su nakshe no es malo señor, sólo esta asustado es un niño pequeño y siente cosas por usted - sentir cosas por él ¿qué mierda hablaba Jere?

Jere, traeme la crema, no quiero seguir hablando - terminó la conversación.

Sí señor - se escuchó cuando Jere salió de la habitación y yo volví a la mía, lo que menos quería era que me vieran escuchando tras la puerta.

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Leí tus cartas - susurraba Nicolás en mi oído - te has portado muy bien Jaime.

Se lo dije - susurré, había estado durmiendo de guata en la cama, me dolía tanto la espalda que dormir de aquella manera era imposible.

Te has ganado un premio - comenzó a sacar mi polera y di un grito de dolor - calma sólo un poco más - sacó mi polera y comenzó a untar una crema verde en mis heridas, en mis brazos, espalda y cuello. Cuando terminó se sentía bien, se sentía frío y disminuía el dolor

Gracias - dije en un susurro - muchas gracias Nicolás.

bien, ahora abajo, levanta un poco - dijo tocando mi cadera la cuál levanté inmediatamente, comenzó a sacar mis pantalones pero, junto a ellos sacó mi ropa interior y el miedo volvió a inundar mi cuerpo, comenzó a untar la crema en mis muslos para seguir con el resto del cuerpo - has sido un buen niño Jaime.

Gracias señor - repetí, Nicolás se acostó a mi lado pasando la yema de sus dedos desde el cuello hasta el inició de mi trasero, repetía este paso y cada vez llegaba más abajo, mi respiración cada vez era más rápida, mi miedo aumentaba y intentar ocultar esto no era lo más fácil.

Realmente eres hermoso Jaime - besó la comisura de mis labios - deberías desde hace mucho tiempo ser mío en cuerpo y alma ¿qué paso?

Desapareciste Nicolás, estuviste fuera 8 años ¿lo olvidaste? - dije, en un tono de voz que me sonaba más a reclamo.

Y si desaparecí, ¿cuando fue que te tomaste este exceso de confianza con mi persona? - susurró - te lo permito en casa, si llegamos a salir no puedes llamarme Nicolás, soy tu señor, nakshe o simplemente tu amo.

Lo siento - mi voz salía entrecortada, su mano ya recorría toda mi nalga.

Tranquilo, en casa da igual como me llames, me gusta como suena mi nombre viniendo de tus labios - besó mi hombro para luego levantarse y salir de la habitación dejándome desnudo en la cama, al cabo de uno o dos minutos volvió - no te vistas aún, volveré después de hacer una llamada, deja que la crema se absorba en tu piel.

El precio de mi libertad. [Historia Gay] (GOTH) [Corrigiendo La Ortografía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora