Treintaitresava parte.

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Dispara maricón - susurré mirándolo a los ojos mientras Nicolás a un lado de él se mantenía frío, el árabe quitó el pestillo del arma y estaba dispuesto a disparar en mi nuca hasta que Nicolás, hablándole en árabe bajó su mano, el disparo dio directo en mi muslo derecho, no sentía dolor pero no dejaba de llorar, el tipo se dio media vuelta y se fue, me soltaron ambos hombres los cuales se fueron tras él, quedamos en la escena Nicolás, Catalina y yo.

Intenté levantarme para llegar donde la pequeña pero mi pierna no me  respondió y caí, logré arrastrarme hasta ella era visible que estaba muerta, Nicolás hablaba por teléfono detrás mío y por mi parte acariciaba la suave piel de quien fue mi hermana hace muy poco tiempo, la cual paso sus últimos momentos asustada y lejos de casa, lejos de mis padres que deben estar preocupados por ella y por mí, sentí una mano en mi hombro y un tipo me afirmó mientras otro retiraba el cuerpo, intenté alegar pero en este momento era invisible a toda persona.

Te llevaré a un médico - dijo Nicolás mientras el tipo que me tenía afirmado me levantaba, comenzaba a sentir el dolor cada vez más agudo, miré hacia mis piernas y la sangre ya había hecho un desastre de mi pantalón, mis lágrimas no dejaron de caer en todo el camino. En la clínica me atendieron enseguida y llegamos a su casa muy rápido, bajé del auto y empecé a cojear hasta la puerta de entrada, Nicolás bajo corriendo para ayudarme.

¡Suéltame! - le grité.

Fue tu culpa Jaime - me dijo calmado y con la seriedad que lo destacaba cuando había problemas.

Vete a la mierda - susurré.

Repítelo - dijo en un tono amenazante afirmándome del brazo.

Podías detenerlo - respondí mirándolo directo a los ojos - ¡podías detener todo lo que paso!.

Repite lo que dijiste - apretó un poco más mi brazo, a lo que me acerqué a él, a su rostro.

Vete a la mierda Nicolás - le dije de una forma pausada - maldito infeliz, tú y todo tu puto país - sentí el empujón y caí al piso.

Tu sólo estás enfadado Jaime, te arrepentirás de estar diciendo eso - su voz no se notaba enfadada, se notaba dolida.

No, ¿sabes de lo que me arrepiento? - suspire - de subirme a tu maldita camioneta y no dejar que me matara el animal ¿sabes algo? Preferiría estar muerto que estar a tu lado.

¡Pues vete! - gritó - vete de mi maldita casa y ve cuanto sobrevives con esa actitud que tienes, yo te di todo Jaime.

¡No me diste nada! - lo paré - ¿Sabes lo único que podrías haberme dado de verdad? Un pasaje en avión a mi país, pero no, tú no eres capaz de dar algo si sabes que no tendrás recompensa. A mi no me engañas Nicolás, yo sólo estoy aquí porque tu estas solo y necesitas  compañía, pero seguirás solo y infeliz, ¡seguirás siendo el hijo de puta de siempre, porque tu corazón no es capaz de perdonar sin castigar y eres tan oscuro que matarías hasta tu madre por faltarte el respeto! - terminé gritando.

— Tú, tú no sabes cuanto me duele hacer estas cosas — Soltó Nicolás comenzando a llorar y cayendo de rodillas al piso.

— Y no me interesa señor, porque entre usted y yo no existe cariño alguno — Noté como mi pierna había comenzado a doler nuevamente pero, no sólo eso dolía, ver a Nicolás de esa forma me partía el alma.

El precio de mi libertad. [Historia Gay] (GOTH) [Corrigiendo La Ortografía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora