Capitulo Nueve

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Capitulo Nueve: "Tonta Anastasia"

Nunca me imaginé hacer esto, definitivamente es demasiado denigrante para mí, algo bajo pero a veces hay que hacer unos sacrificio para conseguir un propósito, y el propósito que deseo definitivamente vale muchísimo la pena, no hay pierde en esto. Recuesto mi espalda en la pared de afuera, una pared completamente lisa. La noche ya está cubriendo toda la ciudad, numerosas estrellas brillan en el cielo, un día ha pasado, un día ha pasado desde que decidimos tomar cartas en el asunto, pero cada minuto que estuvimos buscando el lugar valió la pena, es el lugar perfecto, en medio del bosque, sus gritos de dolor nunca se oirán.

Ahora solo queda esperar, la gente que pasa me observa con el ceño fruncido seguramente porque no están acostumbrados a ver tanta belleza y me veo mucho más sexo cuando mi cabello corto se mueve por el aire a la vez que cruzo mis piernas. Sumerjo mis manos en mi saco abrochándomelo bien a la par que unos lentes oscuros impiden que vean mis ojos las personas que no deben, solamente afortunados pueden verme. Alexis y Piero están a mi lado hablando en susurros, ultimando los detalles, haciéndome compañía por unos segundos más, solo unos segundos pues ya dentro de nada va salir de ese lugar, de esa editorial, una de las más exitosas donde trabaja siendo la directora, es una mujer reconocida y respetable no entiendo cómo se fijó en un policía.

-¿Tienen claro que hacer? –pregunto a lo que ellos asiente rápidamente, guardando sus móviles mientras Alexis coge bien la mochila que lleva dentro lo que necesitamos, al los tres estar juntos únicamente causa que más gente se detenga a observarnos a una cierta distancia, viéndonos como si fuéramos ángeles descendidos del cielo cuando en realidad somos ángeles sacados de las llamas del infierno donde hemos permanecido por mucho tiempo. No presto atención a sus miradas concentrándome únicamente en el ahora, en ellos.- Pues ocúltense lejos de mí. Que aún no los tiene que ver. –

Ambos se alejan, se alejan para desaparecer en el primer pasadizo que hay, espero que todo esto salga bien y que aquella mujer no me salga con más sorpresitas, que no guarde más sorpresas debajo de la manda. Mis pies hace un golpeteo en el suelo al el tiempo transcurrir y ella no salir, se supone que termina de trabajar a las siete de la noche. Observo el reloj que se ajusta a mi muñeca viendo frunciendo el ceño que ya marcan las manecillas que se mueven las siete y cinco, esa mujer sí que se tarda, si es la jefa tendría que salir primera no esperar que sus empleados terminen, sí que es demasiado solidaria. Vuelvo a sumergir mis manos en los bolsillos de mi largo abrigo negro.

El sonido de los taxis al pasar, al hacer el pitido para que uno que se detiene a recoger a una anciana avance, al los taxista comenzar a insultarse tontamente entre ellos hace únicamente que un pitido se instale en mi cabeza, un dolor que no deja de incrementar pero consigo que descienda cuando presto la mínima atención a todos esos patéticos comportamientos. Una mueca de asco se instala en el rostro al percibir el olor de comida frita del restaurante de al lado, bueno ya es hora de cenar pero está noche creo que lo haré un poco más tarde, cenaré algo mucho más delicioso, sangre que de solo sentir su olor sé perfectamente que ha de ser manjar de los dioses, hoy espero beber su sangre hasta saciarme cuidando de no matarla, hoy espero también hacerla mía, hoy va ser mía.

Una piedrecita me cae en la nuca causando que suelte un gruñido digiriendo mi mirada al lugar del proyectil, al lugar donde desaparecieron y ahora veo a Piero con una sonrisa negando con la cabeza viendo directamente delante de mí, rápidamente dirijo mi mirada para ver qué pasa y me doy cuenta que es lo que atrae su atención. La observa con asco.

Pero yo la veo con admiración, veo a la rosa más hermosa, a la rosa con brillo propio que haré que desaparezca, la veo a ella enfundada en un abrigo blanco despidiéndose con una sonrisa del vigilante del lugar, seguramente será la última vez que la vea sonreír de tal manera pues su sonrisa también la borrare, a mi pene definitivamente no le gustará eso pero pasara. Su manos se sumergen en un abrigo muy parecido al mío, pero blanco. Nos representa muy bien estos colores, yo soy negro, yo soy oscuridad pero ella es blancura, es claridad, con solo sonreír emana una luz mucho más fuerte que la luna.

Sediento de ti (Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora