Capitulo Uno

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Antes que comiencen a leer quiero decirles que será un Christian distinto, más cruel, al menos por los primeros capítulos y que de momento la historia sera actualizada semanalmente.

Capitulo Uno: "Una noche como las demás..."

Es la hora perfecta, la hora en que seres como yo, seres como nosotros esperamos durante el día impacientemente, la hora en el que le encontramos algún sentido a lo que somos, en que podemos hacer nuestras cosas libremente pues como dicen en la noche, en la oscuridad de la noche numerosas cosas pueden pasar y no necesariamente cosas buenas.

Es la hora en que una sed irracional se enciende en nuestras bocas, habita en nuestros fríos cuerpos ante la adrenalina y nuestros dientes comienzan a picar luchando por volverse filudos, es la hora donde las personas con mala suerte se cruzan con nosotros, se detienen en nuestros caminos marcando el inicio de un excitante sufrimiento y el fin de sus vidas. Es la hora donde podemos cazar libremente a cualquier desgraciado ser humano que se nos cruce por el camino.

Es la hora del tormento, ha llegado la hora exacta para atormentar vidas.

El cielo está cubierto por una manta oscura sin ninguna estrella, todo es negro, un abrumador negro, tan oscura como el alma –si es que la tenemos- que en nosotros ha de habitar. La luna llena acompaña a la noche otorgando un poco de su brillo en el centro del cielo, una luna llena de luz, tan llena como están de sangre –de seres quizás inocentes- nuestros corazones inertes, fríos como el hielo, duros como el mármol e inertes como una piedra.

Soy un vampiro, un chupasangre, una sanguijuela como muchas personas nos han calificado, nos han descrito en numerosas películas y libros. Pero no soy un vampiro como los otros, soy uno especial, uno malditamente distinto, soy el segundo más poderoso del mundo, uno de los desafortunados que ha sido creado con un don especial –una maldición añadida- cedido del mismo demonio que yace en los infiernos, infierno a la que algún día iré si es que los cazadores que rondan me llegan a clavar una estaca, me llegan a romper la cabeza o simplemente algún oráculo marque algún desafortunado destino.

Cuando esta maldición termine, cuando mi cuerpo se vuelva polvo iré a ese lugar, lo tengo claro... No hay esperanzas para alguien como yo, no hay esperanzas para alguien como nosotros.

Mi rostro blanco, tan blanco como la nieve que cubrirá este lugar dentro de unos meses, es iluminado la misma luna haciéndome ver más temible, más maligno pero a la vez mucho más atractivo; mis resecos labios son lamidos por mi larga lengua al lograr captar a lo lejos las dos luces delanteras de un coche que es conducido por mi próximo alimento, comienzo a salivar cual perro ante la incertidumbre, ante las ganas de que mi alimento venga a mí.

Mi cobrizo cabello, tan rebelde como siempre es movido de una lado para otro de la misma manera que el viento lo hace con el de mi acompañante que sigue el mismo curso, su cabello es tan rubio que parece un ángel con ese rostro blanco sin ningún defecto –tan perfecto como yo- pero ángel mi amigo de toda la eternidad no lo es, aunque tal vez sí un ángel de las tinieblas. Su rebelde cabello sique moviéndose pero al igual que yo ni se inmuta por el lento soplido que nos llega por parte del viento a nuestros pálidos rostros mientras nos mantenemos detenidos como dos postes, sin movernos siquiera en la acera de esta vacía carretera que da a la salida de Forks. A la salida de esta ciudad habitada por seres sobrenaturales. A nuestras espaldas se escuchan los chillidos de unos grillos salidos desde el bosque, el lugar perfecto para llevar nuestra macabra reunión.

Un jadeo se me escapa el escuchar el latir de un corazón, un jadeo que incrementa y que el viento se lo lleva al igual que el resoplido que emito por lo lento que va, por lo lento que se acerca mi propio banquete que planeo disfrutar hasta la última gota, hasta dejarlo seco.- Oh joder. –

Sediento de ti (Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora