Capítulo 33

1K 54 8
                                    

Cerré la puerta de mi habitación y me tumbé directamente en la cama, mirando hacia el techo. Suspiré sonoramente y coloqué mis brazos por encima de mi cabeza intentando no pensar en lo mismo de siempre.

Una semana. Había pasado una semana desde que Joe había intentado atacarme para beber mi sangre. Aquella misma noche dormí con los Cullen, pero al día siguiente volví a mi casa con Jackson sabiendo que Joe estaba rehabilitándose con Jasper, Alice, Rosalie y Emmet en Venezuela. ¿Cómo había llegado allí tan pronto? Supongo que sería por lo rápido que podían correr. Tampoco pregunté mucho, seguía bastante impactada por el hecho de que mi novio casi me mata. Los Cullen intentaron tranquilizarme, haciéndome saber que Joe era fuerte y que podría controlar la sed una vez que todo volviese a la normalidad. ¿Pero qué entendían ellos por normalidad? Nada había sido normal desde el momento en que pisé este pueblo el año pasado.

Samuel se había ido hacía dos días con Jackson a visitar a su familia, donde estarían 15 días. Me había costado dejar ir a mi hijo, pero este era el mejor momento para que salieran de aquí. Quizá incluso sería un buen momento para que yo desapareciera unos días y alejar el peligro de mi familia. También serviría para dar descanso a todo el mundo, sobre todo a los hombres lobo, que habían hecho mucho por mí sin que yo hubiese hecho nada por ellos.

Los padres de Joe estaban preocupados. Demasiados viajes estaba haciendo su hijo. Ellos creían que Joe había ido a ver apartamentos al lado de la universidad donde ambos asistiríamos el mes que viene, algo que yo estaba dudando que sucediera. Alice me llamaba por teléfono para mantenerme un poco al día de su recuperación y me daba ánimos. Me decía que mi novio era fuerte y que conseguiría volver a la normalidad. Pero yo sabía que eso nunca sucedería porque nunca volvería a ver sus preciosos ojos azules.

-Mierda de vida.-dije en voz alta.

-Podría ser peor.

Pegué tal salto de la cama que juraría que había volado en el aire haciendo que me cayese al suelo directa. Oír la voz de Joe en mi habitación no era una buena señal.

-¿Estás bien?

Juraría que había notado en su voz como intentaba no reírse, por lo que me asomé por encima del borde de la cama y miré hacia mi escritorio, donde Joe se encontraba. Estaba sentado en mi silla con un brazo sobre el respaldo de la silla y el otro en la mesa. ¿Desde cuándo estaba ahí? Y lo peor, ¿cómo había entrado?

-¿Cómo...?

-He entrado contigo, por la puerta de tu habitación.

Seguí mirándole sin querer moverme. Sabía que era posible que hiciese esas cosas, pero por lo menos podría avisar.

-¿Cuándo...?

-Hoy.-dijo él sin moverse ni un milímetro.-Esta misma mañana he llegado.

No podía creerme que estuviese aquí. Si nadie le había detenido ya, significaba que era seguro que estuviese en mi habitación. Pero aun así, todavía recordaba nuestro último encuentro como si hubiese pasado hacía 5 minutos.

-Por favor, Kate.-dijo Joe mirándome serio ahora.-No me tengas miedo.

No le contesté. Estaba acojonada.

-Sé que lo he dicho muchas veces, pero por fin puedo decírtelo de verdad.-dijo Joe.-Antes pensaba que estaba bien pero ahora sé que estoy bien. Lo noto. Me siento diferente.

Mi garganta estaba seca y tragué saliva, pero en seguida me arrepentí. Sabía que él podía oír y ver ese leve movimiento, y al ser algo que estaba en mi garganta, me encogí un poco más esperando su ataque.

Nueva entre los CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora