Capítulo 8

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Me revolví en la cama un poco más, intentando que ese sonido desapareciera, pero eso no iba a suceder. No lo oía muy claro, pero el ruido estaba en mi propia habitación y me estaba molestando. Apenas había dormido en la semana que llevaba en casa, pero no podía quejarme. Yo había decidido tener a mi bebé y yo había decidido quedármelo, así que me tenía que ocupar de él. Entonces acordándome de él, me levanté corriendo debido que me sentí mal por denominar a su llanto "ruido", pero me paré en seco doblándome por la mitad al sentir dolor en mi entrepierna. Avancé poco a poco hacia la cuna intentando no hacerme más daño.

-Jackson, cariño.-dije cogiéndole en brazos.-Ya estoy aquí, bebé.

Comprobé que no tenía caca en el pañal y puse los ojos en blanco al ver que lo que le pasaba es que tenía hambre. Me senté en la silla de mi escritorio y me saqué un pecho para que mamase, comprobé que estaba cómodo y descansé la cabeza en el respaldo.

Estaba cansada, no solo porque tener un hijo era duro, sino porque parecía que tenía trillizos. Jackson, el nombre que habíamos elegido para nuestro hijo, comía mucho, más de lo que un recién nacido normal hacía. Según mi madre era bueno que tuviese apetito, pero a mí me estaba matando. En dos días tenía que incorporarme a clase, y la rutina que llevaba no era la perfecta para poder ir al día con las clases y el estudio. Ya había hablado con el director del colegio y me había dicho que si necesitaba ayuda que se la pidiese a los profesores, ya que entendía la situación por la que estaba pasando. Yo se lo agradecía, pero creía que no era suficiente. Estaba segura que me sería imposible llevar mi vida al día.

-Oh, lo siento.

Levanté la cabeza y vi a Samuel con la mano en los ojos, para que no me viese un pecho. Yo suspiré cansada.

-Venía a coger a Jackson, que estaba llorando y...

-Puedes mirar, Samuel.-dije resignada.

-¿Qué?-preguntó extrañado.-Pero...

-No pasa nada, en serio.-dije sin importarme.-Al fin y al cabo, no sería la primera vez que me fueses a ver una teta.

Vi como sonreía divertido, y poco a poco se quitó la mano de los ojos con precaución. Se acercó a mí intentando mirarme a la cara, pero no pudo evitar mirar como Jackson mamaba. Cogió la otra silla que había en mi habitación y se puso en frente mía agarrando un pie a nuestro hijo.

-Parece que tiene hambre.-dijo sin parar de mirarle.- ¿Cómo te encuentras tú?

-Todavía me duelen un poco los puntos, pero como no voy a hacer educación física durante una temporada no me importa.-dije tocándole el moflete al bebé.

Ambos nos quedamos callados. Nuestra relación había mejorado notablemente, pero yo todavía no me fiaba de él. Era evidente que no podía negarle estar con su hijo, pero lo que tenía claro es que teníamos que hablar de nuestra situación porque no se podría quedar a vivir aquí para siempre sin hacer nada. De repente Jackson tiró un poco más fuerte de lo normal del pezón y yo me quejé.

-¿Estás bien? ¿Te hace daño?

-Duele un poco.-dije encogiéndome de hombros.-Pero verle así merece la pena.

Levanté la mirada y le sonreí, y él me devolvió la sonrisa.

-Has cambiado bastante, Kate.-dijo Samuel mirándome a los ojos.-Ya no eres la niña de un curso menor con la que me acosté, la capitana de las animadoras del instituto que tuvo que cambiarse de colegio porque el estúpido de su novio la dejó embarazada.

Me quedé callada sin saber cómo tomármelo.

-Eres más madura, y sé que nuestro hijo necesita eso.-dijo ahora mirándole a él.-Me alegro por este cambio, y aunque yo no sea más maduro espero que nos podamos llevar bien.

Nueva entre los CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora