Capítulo 14: Apoyo inesperado

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Los días en el hospital fueron buenos. O se podrían denominar así.

A cada hora me venían a ver los chicos del equipo. Venían sonrientes y con palabras de apoyo en mente. Me sacaron más de alguna risa y sonrisa.

Todas mis visitas era interesantes, y agradables. Mark siempre decía que todo saldría bien, y que siempre lo tendría a él y a todo el equipo para apoyarme.

- Gracias, Mark.

- No des las gracias, Kayla. Eres nuestra amiga, nosotros somos amigos. Y los amigos están para apoyarse - brindó una de esas sonrisas que te asustan de lo grandes que son.

- Vaya Mark, parece que sabes otras cosas además de fútbol - lo molestaban algunos de equipo.

Mis visitas se podrían denominar del tipo masiva. No venían ni de uno, ni dos, ni tres. Venían de 5 a 6. Un día llegó todo el equipo.

Tenía la habitación llena de flores y peluches. Cajas de chocolates sobre la mesa junto al sillón. Algunos eran de Xavier, pero también de todos en el equipo.

- Ah, que bueno que este todo bien ahora - dijo Nelly.

- Si, ahora - Celia estaba de pie, junto a la ventana. Se volteo a mirarme - tú también estas bien.

- ¡Caura lesa! - dijo Cammy sentada en el sillón, cruzada de piernas - nos diste un buen susto.

- Lo siento... - dije con una sonrisa - no quise preocupar.

- Eh, Cammy - salto Silvia que estaba a mi lado. Tenía tomada mi mano - que ella no se lo a planeado.

- Exacto, no tenía planeado casi morirme de un golpe a la cabeza. No. No le tenía planeado - Nelly me miró con una sonrisa gatuna.

- Ese caballero tenía bien merecido el golpe en su cara - se despejó de la pared y puso una pose de pelea - yo le hubiese dado su merecido, pero no podía. Soy una dama.

- Eh - Celia la miro con una mirada burlona - ¿Dama? Te digo querida que no parecidas eso, maldiciendo hasta sus antepasados.

Nelly se hizo la sorprendida y ofendida - ¿Yo? ¿YO? ¿NELLY RAIMON MALDICIENDO? Querida, puede que te hayas equivocado de persona.

Eso me provoco una risa aquel día. Mis amigas eran las mejores. En una ocasión que vino Celia, acompañada por su hermano Jude, me atreví a preguntarle que había pasado con mi progenitor.

Ella estaba dejando unos tréboles blancos en un florero - paso lo que tenía que pasar.

- ¿A que te refieres?

- Después de que el entrenador Travis le golpease en el rostro - dijo Jude, que estaba apoyado en la pared de la ventana - él llamó a la policía.

- Y tú te hablas caído al suelo. Xavier te recogió, le dijo unas cosas (que seguramente yo también le hubiese dicho a ese) - Celia había terminado de poner las flores.

- Sinceramente, yo lo vi desesperado - Jude levanto su mirada. Estaba con unos vaqueros negros y una camiseta blanca - paso uno de los sustos más grandes de su vida. Palabras de su misma boca.

Di un suspiro - ya me lo ha dicho, varias veces...

- Lo suponía - Jude esbozo una sonrisa - no ha parado de hablar de ti en el instituto.

- ¿Que ha dicho? - sentí arder mi cara. Me sonroje de la vergüenza. No sabía lo que había dicho Xavier. Si les había contado que nos hemos besado. No lo sé, y eso, me pone nerviosa.

- Esta todo el día «Oh, mi Kayla... ¿Estara bien?» - Celia trató de imitar el tono sexy de Xavier -. También, «la necesito»

- Ya sabes, las típicas estupideces de loco enamorado - Jude hizo un ademán con la mano.

- Claro... enamorado.... - es tan lindo Xavier.

Después de eso, no paso nada importante. Se fueron y me quede sola (¿no me digas?) en la habitación de hospital.

Por una parte era mala, estaba encerrada. Empotrada a una cama, sin derecho a moverme. Y eso crea aburrimiento. Y a nadie le gusta el aburrimiento.

Pero por otra parte, me dejaba un espacio para pensar. Para pensar en mi.

La visita inesperada de mi progenitor, no fue buena. Debo cabos sueltos y eso no ayuda. Sé lo que viene, ya me lo dijo Lina. Una larga lucha judicial en tribunales para lograr conseguir una orden de alejamiento, o la misma pena de cárcel.

Creo que era momento de que esto sucedería. No podía evitar más los líos judiciales siendo representada por Lina. Son mis problemas y ya era momento de dar la cara.

Ya tenía la confianza que habia perdido en el pasado. Mis amigos me la dieron. Y Xavier me la dio.

Oh por Dios, Xavier.

Ese si es un tema el cual tengo que dar la cara. Roja, pero tengo que darla. Sinceramente, no sé que hacer.

Xavier es sexy, y me encanto ese beso que nos dimos. Me movió cada cosa que había comido antes de morisirme. Me movió cada hormona de mi cuerpo, como me erizo mis bellos.

Eso, eso sólo lo provocaba él. Su mirada tierna y su sonrisa perfecta.

Dios, es como un dios griego. Y que dice estar enamorado de mí. Me debo de sentir afortunada, ¿no? No cualquier chica tiene ese privilegio.

Pero, dejando de lado todo mis sentimientos por Xavier, en mi estancia en el hospital tuve muchas visitas. Como ya lo habrán pensado, pero la más peculiar de todas fue una.

- Hola - en la puerta estaba Axel, vestido con vaqueros y un jersey rojo - ¿puedo entrar?

De todos, de todos, nunca pensé que me vendría a ver él.

- Claro, adelante - dije mientras me sentaba en la cama, o camilla, como se llame la cosa esa donde uno se echa cuando esta en el hospital.

- Te ves mejor que el otro día - se estaba sentando en el sillón, pero no en su ubicación normal. Él lo acerco a mí - bastante mejor.

- Debe de ser por el hecho de que estoy despierta y no me estoy cayendo y menos golpeando la cabeza - asentía con la cabeza - seguramente debe de ser eso.

- Seguramente - Axel esbozó una especie de sonrisa. No es fácil leer el rostro de él - ¿cuando te vas?.

- Por mí, ahora. Pero el doctor dijo que en unos días. Es un cabron.

- Tu doctor es mi padre - dijo como si nada.

- ¡¿Eh?! - que vergüenza, por Dios. Deshonor para mí familia - LO SIENTO, NO LO SABIA.

- Eh, calma...

- NO SABIA QUE ERA TU PROGENITOR.

- Hey, Kayla - puso su mano sobre mi mano, lo cual me detuvo - opino igual que tú, es un cabron.

Y en ese momento, me dio una sonrisa. No de esas que suele hacer, de esas que no sabes si esta sonriendo o amenazándote. Esta era una auténtica sonrisa Blaze.

- Pero bueno, yo soy directo e iré directo al grano - separó su mano de la mía, para llevarla a sus piernas - te vine a dar un consejo.

- ¿Un consejo?

- Si, y no lo confundas con la palabra conejo. Que Mark ya me saco de quicio con eso - decía poniendo una mano a su sien, parecía recordar un hecho lamentable.

- Tranquilo, no soy Mark, soy Kayla - sonreí.

- Bueno, mi consejo es que hables. Nunca es bueno guardar cosas. Te lo digo por experiencia.

- ¿A que viene esto?

- Yo sólo digo, no puedes guardar todo tu sola. Aveces basta con un desconocido dispuesto a escuchar y se arregla. Yo tuve a uno, y, supongo que funcionó.

Hablar, ese sería el primer paso para empezar bien. Eso es lo primero que tengo que hacer.

- ¿Te estas ofreciendo subliminal mente? - Axel sonrió y levantó sus hombros.

- Puede ser... - dijo acomodándose en el sillón.

- Bueno... ¿Quieres oír mi corta historia, Axel?

- Tengo tiempo, y bastante...

No estas sola... [Inazuma Eleven | Xavier Foster]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora