Traumada

4.5K 510 61
                                    


que no era una chica débil, pero el miedo me paralizó completamente al ser apuntada con el arma que Damián había sacado para forzarme a escuchar su historia. Me pareció incluso distinguir odio en su destellante mirada esmeralda.

Estando de pie frente a mí, volvió a guardar el revólver en la pretina trasera de su pantalón. Yo me quedé muda. Aterrada. Traumada.

El aire que nos rodeaba se sentía pesado y me dificultaba la respiración.

—Te tengo que contar algo Luna.

Mantuve el rostro inexpresivo.

—¿Y luego me matarás? —pregunté.

—No. Para nada ¿En serio crees que lastimaría a la mujer de mis sueños? —suspiró—, solo quiero que sepas la verdad.

—¿Por qué debería escucharte? —exigí.

—Porque creo que has malinterpretado todo. —Hizo una pausa para organizar las ideas en su cabeza—. Me parece que debo comenzar por los miembros de mi familia. Tengo un hermano mayor, se llama David. Pero hace precisamente dos años desapareció en extrañas condiciones junto a su novia Casandra y su mejor amigo Adam. Al principio, nuestra madre pensó que la pareja habría huido para casarse con Adam como testigo. Cosa que era muy poco posible, pero nos aferramos a ello. —Se encogió de hombros—. Pasada una semana, nos comenzamos a preocupar. Lo llamamos infinidades de veces a su celular, pero nunca contestó. Mi madre casi enloqueció por la preocupación y me pidió que reportara la desaparición de mi hermano a la policía.

—¿Pero él vivía con ustedes? —interrumpí. Necesitaba saciar mi curiosidad. Me gustaba obtener detalles, imaginar los hechos en mi mente.

—Sí y no. Legalmente vivía en casa, pero pasaba casi todas las noches con Casandra en una especie de concubinato, próximos a casarse. Al menos eso es lo que nos decía David.

Asentí, intentando atar cabos sueltos.

—Al ir a la comisaria, nos brindaron la ayuda necesaria para su búsqueda. Nos ahorraron los traslados a hospitales y centros de detención. Pero pasaron tres semanas más sin tener noticias. Nos dimos por vencidos. La policía sugirió esperar otro mes más, pero ya sin búsqueda; simplemente aguardando un milagro—. Damián golpeó la mesa con fuerza, asustándome—. Un mes y tres días después, el caso se anunció cerrado en los periódicos locales. Todo el vecindario lamentaba nuestra perdida y nos venían a abrazar y traer pasteles. En realidad no les importaba demasiado lo que le ocurriera a los jóvenes, en mi país la gente es hipócrita y quiere quedar bien para que le cuenten más chismes. —Tomó aire—. Pasó el tiempo y poco a poco intentamos olvidar lo ocurrido. Lo extraño fue que ni la familia de Casandra ni la de Adam reportaron a sus hijos como perdidos. Supuse que sabían la verdad, pero una vez más, me equivoqué. Ninguno de los otros desaparecidos tenia buena relación con sus padres a quienes simplemente nos les importó que se desvanecieran como fantasmas.

Tragué saliva.

—Intenté interrogar a sus compañeros, amigos, familiares y a cualquiera que los conociera.

—¿Qué te dijeron?

—Nada. Mi madre, ya perdiendo la cordura, insistió en dar a David por muerto y celebrar un funeral simbólico en su nombre. Argumentó que, por más que siguiera con vida, no regresaría; así que había muerto para nosotros. Y fue allí, en el cementerio, donde escuché un comentario que me llamó la atención. Una chica que tendría veinte años murmuró a otra algo así como "Cuando David se entere que su novia lo engaña con Adam, los mata o se suicida."

Ya habían pasado veinte minutos desde que Damián hubiese comenzado a contarme todo. Por momentos, el relato se tornaba confuso y yo me limitaba a asentir o abrir la boca en muestra de un mudo asombro. Sin embargo, había puntos de la historia que no me cerraban.

Leyendo al asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora