Capítulo III: Moviéndose en la Oscuridad

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Danny

-¿No crees que esté esperando en el cine?- Me preguntó Jazz mientras ella y yo veíamos a Tucker tocando el timbre de la casa de Sam, de manera desesperada. Habían pasado un par de minutos y nadie había respondido.

Jazz lucía casi ansiosa por esta noche. Había llegado hace poco a casa, y durante todo ese tiempo se la había pasado escuchando a papá hablando de nuevas armas contra fantasmas y a mamá insinuándole que ya era hora de que trajera a su novio a casa para que lo conociéramos. De hecho, creo que yo también le he estado insinuando exactamente lo mismo. Ella sólo me responde con un golpe juguetón en el brazo y con un "Ya veremos". También estaba ansiosa por ver a Sam; desde el incidente del desasteroide hace más de tres años, ella y Jazz habían estado muy unidas, e incluso me atrevería a decir que eran amigas. Cuando Sam dejó de ser mi novia, mi hermana parecía sentir compasión por mí, pero siempre había estado del lado de Sam. Nunca lo dijo en voz alta, pero yo lo sabía. No me molestó en aquel entonces, ni me molesta ahora.

Jazz estaba cruzada de brazos, preocupada. Cada vez que volvía de la universidad la veía un poco más madura, a pesar de lo increíble que suene aquello. Lo único que delataba su edad era su apariencia; usaba zapatillas de bailarina, y vestía con una falda verde agua y una camiseta negra y corta con un sweater sobre sus hombros. Su pelo ahora no llegaba más allá de sus hombros y la cinta para el cabello que nunca había dejado de usar contrastaba con su pelo rojizo.

Considerando que soy mucho más alto que ella, levantó su cabeza para verme a la cara, luego me di cuenta que yo aún no respondía a su pregunta.

-Debe estar en casa.- Respondí finalmente, sin estar totalmente seguro. Tuck fue el primero en contestar.

-Lo dudo, viejo. Ya he tocado cinco veces... Tal vez lo olvidó.- O tal vez se arrepintió, pensé con cierto dolor. Fui yo esta vez el que tocó el timbre, por última vez. Si no aparecía...

Alguien finalmente abrió la puerta.

Sam lucía como si se hubiese llevado un buen susto, su rostro estaba más pálido de lo normal y parecía algo desorientada. Pero parece que fui el único en notarlo, ya que Jazz la rodeó con sus brazos apenas la vio. Sam soltó un gemido.

-También me alegra verte, Jazz.- Dijo ella en un tono muy débil. Cuando mi hermana finalmente la soltó, Tuck habló.

-No estabas durmiendo ¿O sí?- Ella asintió levemente, algo avergonzada.

-Algo así. ¿Pero, que hacen...?- Una súplica de perdón se asomó en su rostro en el instante en que pareció recordar.- Oh... Chicos, lo siento. Creo que he estado en las nubes últimamente.

-¡Ya lo creo!- Respondió Tuck.- Sólo por eso, tú invitas esta noche.

-¡Tucker!- Dijimos Jazz y yo al unísono. Él sólo se encogió de hombros.

-¿Qué? Es rica, podría comprar el cine si quisiera...- A Sam le hizo gracia aquel comentario.

-Tienes razón, lo olvidé... así que lo justo es que los recompense de alguna manera. Yo invito.- Su rostro estaba volviendo a adquirir color. ¿Qué le habría pasado? – Ahora, déjenme ir por mi chaqueta. Mis padres se fueron de viaje así que...

-¡Espera! Aguarda un momento. – Tuck me hizo a un lado, casi empujándome, para ponerse frente a Sam, e hizo un gesto dramático con su mano.- ¿Me estás diciendo que quieres que vayamos a un público y sucio cine cuando tienes en tu propia casa una sala especial para eso? ¿Y con tus padres fuera? ¿Lo que significa que podríamos volvernos locos y nadie nos diría absolutamente nada?- Sam quiso objetar. Mi hermana y mi mejor amigo compartieron una mirada cómplice.

Danny Phantom: Cursed from the AshesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora