Danny Phantom: Cursed from the Ashes

Capítulo XIV: Fin del Juego/ Venganza- Parte 2

Danny

Mi visión estaba borrosa cuando por fin logré recobrar mi consciencia.

¿Qué había pasado?

Me había sentido golpeado antes, no era la primera vez que mis músculos parecían estar molidos y mi cuerpo se sentía pesado. Con los años terminé por estar acostumbrado a la sensación de recibir todo tipo de dolor.

Pero ahora me sentía completamente ajeno a aquellas sensaciones; nunca me había sentido como ahora...como si me hubiesen dado una paliza desde adentro.

Todos mis órganos parecían palpitar con fuerza, como si me los hubieran extirpado por algunos momentos con el único objetivo de golpearlos hasta cansarse y volver a introducirlos en mí... Incluso mi corazón parecía palpitar por el dolor y no por el motivo usual.

No tardé en traer los recuerdos a mi mente de nuevo.

Sam despidiéndose de mí...

Las llamadas que ella nunca contestó...

Mi conversación con Tucker por teléfono...

Jared inyectándome un líquido verde brillante...

Oh, no... ¡Sam!

Me erguí en el momento, ignorando toda dolencia física que ahora me aquejaba.

Las luces estaban apagadas, y me hallé sentado en el suelo, sobre lo que parecía ser una alfombra muy suave. Me encontraba en mi forma humana, y sabía que tenía que remediar esa situación cuanto antes.

-¡Transformación!- Grité en medio de la oscuridad mientras mi estela de luz me rodeaba y me convertía en Danny Phantom.

Sin embargo, no duré ni dos segundos en aquel estado.

Solté un alarido mientras me retorcía de dolor y caía de rodillas al suelo otra vez.

El dolor llameante no parecía irse. Me vi obligado a volver a mi forma humana...Eso fue lo que hizo que el sufrimiento cesara.

-¡¿Qué dem...?!- Traté de encontrar alguna explicación para lo que me acababa de ocurrir. Quizás algo me estaba pasando...

Al menos eso pensé hasta que noté lo que me estaba rodeando.

A pesar de la oscuridad, era capaz de ver con nitidez un perfecto círculo dibujado en el suelo que parecía estar hecho de flores rojas... Y yo estaba dentro de él.

Me acerqué con cuidado para examinarlas, sin tocarlas. Luego, comprendí lo que eran.

-Flores de sangre...- Susurré en el momento en que miles de pensamientos pasaban por mi mente; muchos eran teorías acerca de cómo terminé en este lugar, pero sólo uno era acerca de quién me había puesto aquí.

Sé que estas flores tienen propiedades anti-sobrenaturales. Pero también sé que no muchos están al tanto de aquello.

Nunca habían usado estas flores en mí. Nadie lo había hecho antes.

Nadie... Excepto...

Una risa macabra salió de entre las sombras.

Como por arte de magia, las luces comenzaron a encenderse a mí alrededor. Antorchas en las paredes comenzaban a prenderse una a una. Estaba en medio de un salón inmenso que parecía parte de una mansión. En medio del lugar, alguien se abría paso hacia mi dirección.

No pude estabilizarme de inmediato, la sorpresa me lo impidió.

Lo había visto hace sólo tres años, pero lucía como si se le hubieran venido diez encima. Estaba en su forma fantasma, y con un traje completamente nuevo que parecía estar hecho de metal. Caminaba hacia mí con tranquilidad, con sus manos detrás de su espalda. Arrastraba su larga capa negra por el suelo hasta que se encontró frente a mí. Sus ojos rojos se posaron en los míos...