Capítulo XXII: El Final de la Línea

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   (Penúltimo capítulo) 


Sam.

Por unos tristes momentos, había tenido la esperanza de que hubiera llegado al límite de miedo y dolor que alguien puede sufrir durante toda una vida. Creí que mi cuota ya no podía seguir aumentando. Con mucha ingenuidad, he estado esperando que las cosas ya no pudieran ser más oscuras de lo que ya eran.

Estaba tan equivocada... Y me maldije por aquello.

No era dueña de mi cuerpo cuando mis piernas cedieron como si estas estuviesen hechas de gelatina, sentí mis rodillas golpearse contra el suelo resbaloso a causa del líquido rojo, y el impacto sin duda fue fuerte. Podía sentir el dolor, sé que estaba ahí, pero el adormecimiento del pavor no me permitía asimilar ninguna sensación física.

Mi visión comenzó a nublarse momentáneamente, pero me obligué a permanecer consciente sólo para asegurarme de que mis ojos no me estaban engañando.

Por un segundo, mi corazón dio un vuelco y el pánico estaba comenzando a adueñarse de todos los pensamientos tormentosos que vinieron a mí en cuestión de instantes.

Tres rostros, tres personas distintas... Tres vidas que valían exactamente lo mismo.

Excepto que una de ellas no. Esta última, lo era todo para mí.

Estaba consciente de la presencia de los otros dos cuerpos colgando junto a él. Sin embargo, un sentimiento de egoísmo innato me obligó a ser incapaz de prestar atención a quienes jamás conocí en vida, pero que ahora estaban frente a mí sin un vestigio de lo que solían ser.

En esos momentos, no era capaz de ver a aquella joven de mi edad con una soga en el cuello, ni al hombre junto a ella, colgando con su traje formal enmarañado y cubierto por su propia sangre...

Junto a ellos dos...Yo sólo podía ver a mi padre.

Mi mirada estaba pegada en su rostro, y por más que quisiera alejarla sabía que, aunque lo hiciera, jamás olvidaría esa imagen.

¿Cómo podría?

Sus ojos estaban cerrados y, a juzgar por su expresión, lucía como si estuviese en el más profundo de los sueños.

Aquel último pensamiento se escapaba con velocidad de mi mente mientras mis ojos continuaban inspeccionando hacia abajo y se clavaban en su cuello, cuyo color marcado por la soga dejaba en claro lo que por unos instantes quise negar.

Quería dejar de mirar, realmente no quería seguir haciéndolo. Pero una fuerza invisible me obligaba a no dejar de hacerlo.

Sentía que mi mente estaba funcionando a la velocidad de la luz, pero al parecer el resto de mi cuerpo jamás recibió el mensaje.

De pronto, un fuerte agarre en mi brazo me hizo parpadear. Sin embargo, mi mirada continuaba en un solo punto.

-Sam...- Aquello se sintió como un eco lejano que apenas fui capaz de percibir.

Muy en el fondo, creo que estaba bloqueando todo a mí alrededor a propósito.

Volví a escuchar a alguien llamarme a lo lejos; esta vez, reconocí la voz a la perfección. Dos manos se posaron en los costados de mi rostro, y me obligaron a desviar mi mirada con cierta rudeza.

Danny me hizo observarlo a los ojos, y su expresión me inquietó; sus ojos verdes de fantasma estaban fijos en los míos, como si intentara forzar mi atención en él a toda costa.

Danny Phantom: Cursed from the AshesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora