Capítulo XV: Paz Perpetua/ Renacer

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Danny

Todo ya estaba quieto.

Ya no había gritos, ni llantos esquizofrénicos.

Los pensamientos tormentosos se habían silenciado. Sabía que algo en mí se había apagado, o más bien, se había roto. No importaba... De cualquier manera ahora eso ya había dejado de tener sentido.

Estaba en mi cuarto, de pie frente al único espejo que había en él. Había tomado una ducha por primera vez en tres días y me había vestido con la ropa que Jazz había puesto sobre mi cama.

Aparentemente, Jazz se había negado rotundamente a la idea de que usara el único traje que tenía. En cambio, había puesto frente a mí un nuevo y sombrío traje negro. Me sentí nauseabundo al probármelo, y no por el simple hecho de que odiara vestirme de esa manera...

Lo que representaba ese color era el verdadero motivo de mi repulsión.

Se sentía como una terrible bofetada en el rostro. De hecho, se sentía más bien como una puñalada en una herida incapaz de cicatrizar.

Durante los últimos días me he sentido irreal; sé que estoy aquí, pero al mismo tiempo me siento muy fuera de mí. Cada movimiento que hago, cada paso que doy, e incluso cada palabra que digo se siente como si alguien más estuviese actuando por mí. Estoy adormecido, como si me hubiesen drogado lo suficiente como para que me derriben todos los dientes y yo no sienta el más mínimo cosquilleo. Pero al mismo tiempo sé, que con el más mínimo toque en la herida invisible que ahora cargo, explotaré en el mar de locura que fui hace sólo tres días atrás.

He tenido cuidado de no despertar a mis emociones, ya que sé muy bien que si vuelven a brotar en mí, los pensamientos mortíferos volverán a inundarme.

No sobreviviré a ellos...

Mis ojos azules y marchitos me examinaron de pies a cabeza a través del espejo. Y atrapé a alguien observándome también.

Jazz estaba de pie en el marco de mi puerta, y no me molesté en voltearme, sólo continué inerte junto al armario. Ella estaba usando un vestido negro y muy sobrio, y hacía juego con el cruel traje que me cubría. Se acercó hacia mí, y me tomó por sorpresa cuando me volteó para que le diera la cara. Mi hermana tomó la corbata negra que había estado colgando en mi cuello, pero que había permanecido deshecha.

-Nunca has sido muy bueno anudándolas. Déjame ayudarte.- Dijo con voz cálida mientras me brindaba una mirada llena de cariño. Yo no opuse resistencia cuando me rodeó con la corbata y comenzó a anudarla. De vez en cuando me miraba de soslayo a los ojos.- ¿Lograste dormir un poco anoche?- Preguntó con cautela mientras su atención continuaba en el nudo.

-Acabas de darle un buen vistazo a mis ojeras. Dímelo tú.- Respondí de manera brusca. Me habría disculpado con Jazz; ella no tenía la culpa de mi dolor, lo sabía muy bien. Pero últimamente ella y todos los miembros de mi familia se habían acostumbrado a mis respuestas cortantes y agresivas. De alguna manera, ellos se compadecían por mí, y parecían estar dispuestos a soportar cualquier comportamiento extraño.

Como lo supuse, Jazz sólo asintió y trató de sonreírme débilmente, de manera alentadora.

-¿Sabes? Ser estudiante de neurociencias tiene sus ventajas. Supongo que podría conseguirte algunas píldoras para dormir.

Si pudiesen dormirme por siempre sería mucho mejor. Pensé por unos momentos.

-No, gracias.- Dije cortante. Mi voz se sentía extraña, como si mi boca estuviese llena de algodón.

Danny Phantom: Cursed from the AshesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora