Cuando llegué a casa y vi que alguien había dejado sobre la mesa del comedor las bolsas de la compra, con tan poco cuidado que las cosas se habían ido cayendo poco a poco hasta llenar el suelo de latas o bolsas que de milagro no habían roto el contenido que había en su interior debido al impacto, supe al instante que mi hermano estaba en casa.
Mi madre era enfermera y mi padre cirujano, pasaban la mayor parte del tiempo en el hospital y al medio día mi hermano y yo acostumbrábamos a estar solos. Cuando era pequeña, aquellos momentos eran como una fiesta, mi hermano sacaba las reservas de snacks que tenía almacenados en su habitación, poníamos la música a tope y el juego (Al que realmente estaba jugando yo sola) consistía en aprovechar los momentos en los que mi hermano se venía arriba con su música para robar sus snacks y almacenarlos en mi habitación, cual ardilla en invierno.
A veces, invitábamos a los colegas de Ryan a pasar la tarde allí, los cuatro me querían como si en vez de la de uno de sus mejores amigos, fuese su propia hermana pequeña desde que un día cuando aún estábamos en primaria, enfadada porque Ryan no me dejaba estar en su habitación viendo películas "de mayores" con ellos, conseguí hacerme con el móvil de uno de los cinco, entré en Whatsapp y comencé a reproducir todos los audios que encontraba a mi paso. El chico en cuestión pasó tanta vergüenza que bloqueó el móvil con un patrón súper chungo que nunca llegué a memorizar. Y desde entonces, los amigos de mi hermano le pedían expresamente que me dejase estar con ellos cuando veían pelis de terror.
Porque sí, eran películas de terror ¿Qué os pensabais que eran? ¡Por favor! Que teníamos doce y diez años. El porno lo vemos ahora.
Oí la música de Ryan a todo gas (Como siempre) viniendo desde el segundo piso del dúplex. Dejé las cosas a un lado y subí a su cuarto haciendo cálculos mentales para hacerme una idea de cómo iba a afectar ese momento a mi capacidad auditiva en unos años. Iba a llamar a la puerta, pero al instante descarté esa idea y me sentí ligeramente estúpida por habérmela siquiera planteado, pues tampoco es que me fuese a oír. Así que decidí entrar directamente, cerré la puerta detrás de mí y sin prestarle la más mínima atención a mi hermano, que estaba de rodillas sobre la cama cantando con una lata de Coca Cola en la mano a modo de micrófono, me dirigí sin vacilar hacia el reproductor de música y se lo apagué, dejando que sus gallos fueran lo único que siguiese sonando en aquella sala.
— ¡Janet!
— ¡Qué bien suena el silencio después de esto!
Ryan dejó a un lado la lata y me miró fijamente fingiendo enfado. La verdad es que a simple vista nadie diría que somos hermanos, ni que tuviéramos relación alguna. Él era lo opuesto a mí. Tenía un cuerpazo del que presumir, estaba ligeramente moreno, tenía unos ojos castaño claro que transmitían calidez y tras los cuales había un alma. Y su pelo, que era en lo único en lo que nos parecíamos, era también de un castaño extremadamente oscuro y que cuando le daba el sol parecía que tenía mechas naranjas; Lo llevaba cortado en forma de tupé, un tupé que había dejado crecer tanto que ya casi podía peinarlo de cualquier forma sin que se notase que era un tupé.
— ¿Qué tal el primer día?
— Muy bien. Todos mis compañeros han corrido a achucharme y a cotillear sobre el verano, los chicos no pararon de sonreírme en todo el día, las chicas me invitaban a integrarme en sus grupos y ¿Qué más? ¡Ah, sí! Aitor me ha recibido con un abrazo y un beso en cada mejilla.
— Vamos, que estuviste sola en el aparcamiento.
— Touché.
Ryan suspiró y se dejó caer sobre la cama, acto seguido me hizo un gesto para que me colocase a su lado y obedecí sin rechistar, sabiendo lo que se me venía encima pues Ryan siempre hacía eso antes de echarme un sermón fraternal.
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Ya es tarde para decir lo siento (versión 2018)
RomanceLa vida es una obra de teatro para Janet. Una obra de teatro en la que ella es el principal icono dramático y Aitor, el chico encargado de dirigir todo el bullying hacia ella, el cómico. De lo que unos se ríen, es lo mismo por lo que otros lloran. D...