Cap 7

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Llegué al instituto con unas ojeras de oso panda terribles, apenas había dormido. Desde que la pesadilla había nacido en el seno de mi subconsciente, mis horas de sueño se habían visto notoriamente reducidas, pues era incapaz de volver a dormirme una vez despertado violentamente. Encima, se me había acabado el corrector hacía ya varios días y era incapaz de acordarme de ir a comprar uno nuevo. Si normalmente parecía un vampiro, aquella mañana debí de parecer un vampiro zombi recién salido del videoclip de Thriller, pero sin ganas de bailar.

Y para aumentar mi poca suerte, las populares habían decido que precisamente aquel era el momento idóneo para hacer del baño una lata de sardinas y utilizarlo como base no secreta para hablar de cosas supuestamente secretas.

— Bueno y Aitor y tú... ¿Ya habéis tenido tema?

Antonella sonrió, dejando que sus amigas interpretasen la respuesta mientras que ella se aplicaba delicadamente con el dedo una capa de vaselina en los labios.

— ¡Prima! Ya me lo estás contando, pero vamos... Me parece súper fuerte que me tenga que enterar yo al mismo tiempo que estas. La próxima vez te va a aguantar a ti y a tus dramas, a las seis de la mañana de un sábado, la Cassy.

Antonella estaba a punto de contestar y de facilitarles toda clase de detalles explícitos cuando reparó en mi presencia, frunció el ceño y guardó la vaselina. Claro, un muerto viviente entre barbies suele llamar la atención.

— ¿Te importa? Estamos hablando en privado —gruñó mirándome de arriba abajo con el ceño fruncido.

No sé qué era lo que entendía Antonella por hablar en privado, pero cuando yo quería hablar en privado con alguien no me apiñaba en el baño con medio instituto para contar mi vida amorosa a voz en grito (Principalmente porque no tengo, pero ese es un pequeño detalle sin importancia).

— Perdón, solo quiero comprobar una cosa en el espejo y ya os dejo.

Las cinco arpías dejaron escapar una sonrisilla burlona y se miraron entre ellas.

— Pues puedes ir al baño de al lado, tenemos para rato.

Si no hubiese entrado Aitor en ese preciso instante y hubiésemos estado solas las dos con una salida de emergencia cerca de mí, le habría dicho que dudaba bastante que su noche de pasión hubiera dado tanto de sí.

Aitor se acercó a su novia sin ningún tipo de emoción o morbo reflejado en su rostro y le susurró algo al oído, Antonella dejó escapar una más que preparada risa escandalosa.

— Voy.

Recogió sus cosas apresuradamente y salió del cuarto de baño tras su pareja, actuando como si fuesen a hacer algo que las presentes tuviésemos que envidiar, pero era puro teatro. A Antonella le gustaba el morbo y los rumores sobre su activa vida sexual y a Aitor también, pero se le notaba en la cara que Aitor no le había dicho nada del otro mundo como para que se pavonease así.

Consiguiendo el efecto deseado, el grupo se acercó a la puerta para intentar cotillear a escondidas y averiguar el motivo del reclamo de Aitor, lo que me dejó poder acercarme al espejo por fin.

Estaba peor de lo que pensaba, tenía el pelo mal cepillado y la ropa estaba arrugada debido a la rapidez con la que me había vestido. Era la perfecta candidata para ser una modelo del catálogo de disfraces de Halloween de este año.

Me alisé la ropa como pude y la coloqué correctamente. Si hubiera venido a cuento le habría pedido a una de las chicas allí presentes que me prestara un peine y un corrector, pero sería estúpido pues ya sabía la respuesta. Así que opté por arreglar aquel desastre en la medida de lo posible con mis propias manos y después me dirigí a clase sin mirar atrás.

Ya es tarde para decir lo siento (versión 2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora