Cap 5

204 16 2
                                    

Tan pronto como el timbre que anunciaba el final de la jornada comenzó a sonar, un impulso casi sobrehumano me obligó a levantarme velozmente y a recoger mis cosas tan rápido que de haber sido otro el escenario, más que guardando mis pertenencias habría parecido que estaba robando. Cargué la mochila sobre mi hombro izquierdo y salí del aula a paso rápido mientras terminaba de cerrarla. Cuanto antes llegase a la puerta de salida, antes podría perderme entre las calles y despistar a cualquiera que saliese de aquel sitio.

Era un regalo, un sentimiento de felicidad total cuando comenzaba a caminar y poco a poco los gritos de otros adolescentes hormonados iban quedando atrás y regresaba al mundo adulto, donde no había niñatos que gritasen y dejasen aún más a ras del suelo la mala reputación que teníamos las personas de entre trece y dieciocho años. Me gustaba estar en sitios donde no había gente de mi edad o cercanos a ella, los adultos, en circunstancias normales no te prestaban demasiada atención, no te miraban de arriba abajo buscando cualquier cosa por la que reírse a carcajadas y hacerte sentir mal aunque no te conociesen de nada y los niños no tenían maldad, los comentarios más dañinos que podían hacer no los pensaban, solo los repetían como loros después de haber visto a alguien mayor que ellos decirlo y reírse de ello. Rodeada de adultos estaba a salvo, así que tenía que salir de allí y ya.

«Trabajar con Derek... Lo más inteligente que sabe hacer es ir a buscar el balón cuando se lo lanzan»

No debería de haber habido ningún comentario sobre la elección que había hecho Kate para las parejas del trabajo, pero obviamente los hubo y a montones; de hecho habían comenzado tan pronto como la profesora de Lengua y Literatura había salido por la puerta y había dejado de escuchar las pocas palabras comprensibles entre aquellos gritos que nos caracterizaban.

— Derek, mi amor. Pobrecito.

— Ay bebé, qué mala suerte.

— Pero tío, dile a Kate que no hace nada y que la ponga sola, puedes venir conmigo y con Celia.

Derek añadió algo a los comentarios del grupito pero no llegué a oírlo pues yo ya estaba a varios pasos de ellos, maldiciendo el día en el que vinieron al mundo y rogando para que cuando decidiesen buscarme con la mirada y con sus características sonrisas macabras, se les quedase una satisfactoria cara de estupefacción al darse cuenta de que ya me había largado sin que lo advirtieran.

*****

Cuando estaba a punto de cruzar la puerta y salir del instituto, cuando estaba a punto de saborear la libertad y de encender el móvil para escuchar música y olvidarme de todo y de todos, alguien me llamó a gritos desde dentro del edificio, haciendo que me detuviese de inmediato pues por desgracia no estaba lo suficientemente lejos como para echar a correr sin que me viese ni para continuar caminando sin que me alcanzase, así que la única opción que tenía era hacerle caso a quien fuese que me buscase.

— Tú...

Cuando llegó junto a mí, Derek se detuvo y se llevó una mano al pecho mientras que con la otra hacía un gesto para indicarme que esperase a que cogiera aire. Sacó la lengua y puso la vista en blanco de forma cómica, aunque no consiguió que me riese.

— ¿Yo?

— ¿Tienes mi número?

— Sí.

— Vale, escríbeme y quedamos para hacer el trabajo. A las cinco no, que tengo entrenamiento martes y viernes hasta las ocho y no puedo contestarte.

Me quedé largos segundos mirándole fijamente a los ojos, completamente seria y sin contestarle, casi parecía que le estuviese penetrando con la mirada, pero realmente era que me había quedado en Babia procesando la información que trataba de transmitirme.

Ya es tarde para decir lo siento (versión 2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora